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Economía

Crisis energética: La tormenta invernal perfecta

12-11-2021, 6:00:00 AM Por:
© Depositphotos

Implicaría cotizaciones más elevadas de energéticos, más disrupciones en la producción de bienes y servicios y mayor inflación.

Por Alejandro J. Saldaña Brito, Economista en Jefe, GFB×+

La reapertura económica ha implicado un incremento en la demanda por energéticos. Por ejemplo, conforme la movilidad social se ha ido normalizando, creció el uso de gasolinas; la recuperación en la actividad industrial y comercial, trajo también un mayor requerimiento de electricidad, gas y otros combustibles.

De acuerdo con la Administración de Información de Energía de los Estados Unidos (EIA, por sus siglas en inglés), la demanda mundial por petróleo y otros líquidos, que incluye al gas natural, promediará 100.0 millones de barriles diarios (mbd) en el 4T21, arriba de los 98.5 mbd del 3T21. Además de la recuperación económica, este incremento en el consumo mundial para el cierre de año está asociado a un factor estacional, ya que durante el invierno tiende a requerirse mayor energía para la calefacción de hogares, comercios, etc.

Por otro lado, parece ser que la oferta no podrá seguirle el ritmo a la demanda, incluso pese al incremento en los precios del petróleo y sus derivados. El cartel de países productores de petróleo y sus aliados (OPEP+) anunciaron que se apegarán a sus modestos planes de normalización en la producción, inyectando 400 mil barriles diarios en los próximos meses, compromiso que algunos de sus miembros no han logrado cumplir, ya sea por falta de capacidad o de voluntad. En los Estados Unidos, la actividad en exploración y producción ha mejorado, pero sigue deprimida: el conteo de plataformas al cierre de octubre pasado fue 34% inferior a lo visto dos años antes, en 2019.

Para compensar este desbalance entre oferta y demanda, siempre puede recurrirse a las reservas o inventarios. A propósito de ello, la misma EIA estima que los inventarios de petróleo y otros líquidos en los países miembros de la OCDE sumaron 2.8 millones de barriles en septiembre pasado, 12% y 5% menos que en el mismo mes de 2020 y 2019, respectivamente.

Entonces, la posibilidad de que el incremento en la demanda no pueda ser satisfecho por la oferta, junto con los bajos niveles de inventarios de energéticos, puede inducir una crisis energética durante el invierno.

En primera instancia, esto implicaría cotizaciones más elevadas de energéticos. En segundo plano, más disrupciones en la producción de distintos bienes y servicios, pues es posible que se limite el uso de energía en la industria para satisfacer el consumo asociado a la calefacción de los hogares. En tercera instancia, todo lo anterior se reflejaría en una mayor inflación, que ocasionaría alzas en las tasas de interés y un mayor costo financiero, que afectaría a la recuperación en el consumo y la inversión. Finalmente, en los países cuyos gobiernos decidan intervenir los precios, como puede ser a través de imponer precios máximos, pueden surgir desbalances en las finanzas públicas, por un lado, y, por el otro, la desaparición de varios oferentes, ante la incapacidad de trasladar parte del incremento en el costo al consumidor final, y, con ello, un desabasto aún mayor de energéticos.

Nota del editor: Este texto pertenece a nuestra sección de Opinión y refleja únicamente la visión del autor, no necesariamente el punto de vista de Alto Nivel.

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