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Alerta de recesión: Inversión de la curva de bonos, la más profunda desde 1981

26-07-2023, 6:00:00 AM Por:
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Una recesión es inevitable en los próximos 12 a 36 meses en Estados Unidos y tendrá un impacto significativo en la economía mexicana.

La inversión de la curva de rendimientos en Estados Unidos ha alcanzado niveles no vistos desde hace más de cuatro décadas, lo que refleja la falta de confianza en el devenir de la economía, y causa alarma porque no se trata de un fenómeno exclusivo del vecino del norte, ya que el desempeño de los bonos en México es muy similar.

Esta fase de mayor declive, que se ha vuelto más profunda que nunca desde 1981, se considera una señal que alerta de una posible recesión significativa en un futuro no muy lejano (12 a 24 meses, quizá), un acontecimiento económico que genera preocupación entre inversores y analistas financieros.

La llamada curva de rendimientos se refiere a la divergencia que hay entre los rendimientos de los bonos a largo y a corto plazo, y es comúnmente evaluada mediante la diferencia entre el bono del Tesoro estadounidense a diez años y el de tres meses.

Lo normal es que entre más lejano sea el vencimiento del documento de deuda, el rendimiento será mayor.

Sin embargo, cuando la pendiente se invierte, la rentabilidad de los bonos de corto plazo es más alta que la de los segundos, lo que constituye una clara señal de un pesimismo generalizado sobre el futuro de la economía.

El último dato disponible muestra que la diferencia promedio entre el Tesoro a diez años y el Tesoro a tres meses fue de -1.67 en junio, cifra que representa la mayor inversión desde 1981, un período que se encuentra a casi 42 años de distancia. Históricamente, fenómenos similares han precedido a severas recesiones económicas en múltiples ocasiones.

Un análisis retrospectivo demuestra que la inversión de la curva de rendimientos ha anticipado de manera confiable contracciones de la actividad económica durante varias décadas. Anote como ejemplos las recesiones de 1970, la de 1980 y la particularmente grave de 1981-82, todas precedidas por ese fenómeno.

Para encontrar una inversión más profunda que la actual, es necesario retroceder hasta 1980. La única excepción a esta regla fue el período previo a la Gran Depresión de 1928 y 1929, que registró un declive aún mayor.

Se debe tener en cuenta que, aunque la inversión de la curva de rendimientos se considera un indicador de crisis económica, suele haber un desfase considerable entre el momento en que la línea se invierte y el inicio de la recesión; es por eso que el colapso podría ocurrir en algún momento del próximo año o dos. La probabilidad de recesión es del 100 por ciento; sólo el momento exacto es el que está en duda.

Como simple referencia, este desfase en el pasado ha cambiado entre varios meses, y en algunos casos más de un año.

Por ejemplo, la inversión de la curva de rendimientos en 1989 precedió a la recesión de 1990 en 13 meses, cuando en 2006 ocurrió 16 meses antes del inicio de la Gran Recesión en diciembre de 2007.

La curva de rendimientos también se invirtió en 2019 y, si no hubiera sido por las intervenciones masivas de la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos para inyectar liquidez a la economía, es probable que se hubiera desencadenado una recesión aún más grave a finales de 2020 debido a los efectos de los cierres forzosos en la economía por la pandemia de covid-19.

En la actualidad, la curva está invertida desde noviembre de 2022, lo cual significa que han pasado apenas siete meses desde entonces.

¿Por qué una curva de rendimientos invertida es señal de recesión?

Hay varias explicaciones. Por ejemplo, habitualmente las instituciones financieras ganan dinero prestando a corto y a largo plazo. La inversión de la curva de rendimientos –producto de la mayor propensión de los inversores a la liquidez ante los riesgos a corto plazo– hace que los préstamos de dichas instituciones por un período largo les sean menos rentables, lo que las lleva a ser más reacias a financiar a empresas y consumidores, limitando así el crecimiento económico que se refleja también en aparentes buenas noticias como la baja de la inflación.

Esa menor presión en los precios, no obstante, sucede más por una caída de la demanda que por un equilibro entre ésta y la oferta.

Por si fuera poco, la inversión de la curva de rendimientos puede actuar como una profecía autocumplida, ya que los inversores, al mover su dinero de los bonos a corto plazo hacia la liquidez y a los de largo plazo, expresan su creencia de que una desaceleración económica se avecina, lo que puede llevar a una reducción de la actividad económica y a una baja en las tasas de interés de los bancos centrales.

Las señales ominosas para México

Como puede verse, una recesión es inevitable en los próximos 12 a 36 meses en Estados Unidos y tendrá un impacto significativo en la economía mexicana, que en la actualidad se sostiene –en gran medida– por las exportaciones, las remesas y el flujo de capitales golondrinos. Eso se acerca cada día más a su fin.

Un reflejo de ello es el apetito de los inversores por la liquidez y las inversiones especulativas de mayor riesgo, como la bolsa de valores, las criptomonedas, las materias primas y hasta el “superpeso”, que –anticipamos en este espacio– se seguirá inflando en burbuja hasta reventar desde niveles insospechadamente elevados.

Toda borrachera de crédito barato, inyección de liquidez, gasto público e “impresión” de dinero acaba en desastre, y las peores consecuencias de esos excesos –creados por los gobiernos y los bancos centrales de México y Estados Unidos– apenas las comenzaremos a ver.

Nota del editor: Este texto pertenece a nuestra sección de Opinión y refleja únicamente la visión del autor, no necesariamente el punto de vista de Alto Nivel.

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autor Máster en Economía de la Escuela Austríaca; liberal, especialista del mercado del oro y editor del boletín de inversiones Top Money Report
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