Huatulco, el paraíso oaxaqueño más limpio y seguro del Pacífico
En el Pacífico hay un paraíso enclavado en la costa oaxaqueña, donde los amaneceres prometen tranquilidad y los ocasos, regocijo
Por Karina López
Es verdad que la vida se ve distinta desde un camastro en la orilla de la playa; cualquier preocupación se hace pequeña ante el azul infinito del mar y la liviandad que permea cada poro.
En el Pacífico hay un paraíso enclavado en la costa oaxaqueña, donde los amaneceres prometen tranquilidad y los ocasos, regocijo; cuando la marea sube, la diversión empieza. Estar en Huatulco, recorrer sus bahías y sentir en los pies la tersura de su arena es comprobar que la belleza existe.
Sensaciones marinas
De las 36 playas que hay en las nueve bahías de Huatulco (Chahué, Santa Cruz, Tangolunda, Cacaluta, Conejos, Órgano, Maguey, San Agustín y Chachacual) no hay una sola que no parezca salida de alguna escena de La laguna azul.
Sin embargo, esta parte de la costa oaxaqueña no le pide nada a las islas Fiji. Además, Huatulco tiene un plus –y con esto pocos destinos pueden competir– que es la pureza de sus aguas y la limpieza de sus calles.
Tanto que, desde 2005, obtuvo la certificación EarthCheck, la cual lo acredita como uno de los lugares más limpios y seguros para vivir y vacacionar.
Otra de las particularidades de este paraje es la diversidad de sus mareas; pareciera que hay playas para todos los estilos y temperamentos. Tangolunda y Chahué son de oleaje intenso, perfectas para ir con amigos intrépidos y practicar kayak de mar, windsurf, acuamoto o vela.
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En la primera se halla el complejo hotelero más importante de todo el municipio y lo mejor de la vida nocturna. La segunda reluce por su club de playa con spa y la diversidad de restaurantes y espacios para bailar.
Por el contrario, Conejos y Maguey son bahías de oleaje suave, excelentes para relajarse. Sus aguas en tonalidades que van del azul al verde contrastan con el blanco de la arena; el escenario apropiado para vivir un idilio.
El punto medio está en Órgano y San Agustín. Su marea moderada permite al principiante incursionar en distintos deportes acuáticos.
Órgano es una playa virgen y San Agustín cuenta con un arrecife de coral blanco, donde se puede hacer esnórquel y contemplar peces de colores por horas.
Hay un recorrido en yate para conocer las nueve bahías. Si bien es difícil asolearse en todas sus playas en un solo viaje, siempre vale la pena volver.
Hedonistas natos
Las opciones de hospedaje son múltiples; van desde los majestuosos resorts con todo incluido y cinco estrellas bajo su nombre, hasta pequeños hoteles boutique, igual de suntuosos pero más íntimos.
Para los que gustan de sentirse como en casa, en Santa Cruz están Las Palmas Villas & Casitas, un pequeño hotel boutique a orillas de la playa El Violín. Las casitas funcionan para parejas o familias pequeñas y para grupos numerosos; las villas son lo más adecuado.
En Las Palmas se jactan de su alberca infinita, y es que de verdad no conoce fin, pues desemboca en el Pacífico. Desde ahí se puede escuchar el arrullo de las olas y sentir el sabor de la brisa marina en los labios. No obstante, lo que vuelve la estancia completamente placentera es el servicio y la amabilidad del personal.
Una experiencia que deleita los sentidos es Celeste Beach Residences & Spa: 21 residencias con terraza, spa, gimnasio, estudio de yoga, lounge privado, cava y pool bar con vista a la Bahía de Conejos.
Otra de las singularidades de Celeste es la gama de actividades que propone: se puede elegir entre un paseo a caballo, una visita guiada al Mercado Orgánico de Huatulco, un recorrido por fincas cafetaleras, una mañana en el Jardín Botánico Hagia Sofía, un tour en yate por las nueve bahías o la entrada al Parque Eco-Arqueológico Copalita. Para alguien que ama la ciudad, este es uno de los pocos lugares donde podría quedarse a vivir.
Huatulco cuenta con servicios para que te relajes durante tus vacaciones
Paladares minuciosos
Sabores fuertes y colores vivos componen la gastronomía oaxaqueña.
En un esfuerzo por preservar la cocina tradicional, se combinan ingredientes típicos y frutos del mar, que dan como resultado incitantes platillos: moles de todos colores, tlayudas, pulpos, ceviches, pescados a las brasas, camarones en diversas presentaciones y langostas recién salidas del mar.
Para gustos atrevidos está la cocina fusión de Azul Profundo, el restaurante del hotel Camino Real Zaashila Huatulco. Aquí se mezclan sabores orientales y mexicanos para servirse bajo un cielo estrellado.
Al interior del hotel Secrets está Bordeux. Su cocina francesa transforma los sabores del mar en un sueño gourmet: atún fresco ahumado con tomate, huevo, aceitunas, caviar de Curaçao, vinagreta de limón y espuma de espinaca es uno de los que figuran en su carta.
La tarta de pera al vino tinto con crema de Grand Marnier no se perdona. Más vale ir dispuesto a ganar peso, que perderse estas delicias.
Es verdad que la vida se ve distinta desde un camastro en la orilla de la playa; cualquier preocupación se hace pequeña ante el azul infinito del mar y la liviandad que permea cada poro.
Estar en Huatulco, recorrer sus bahías y sentir en los pies la tersura de su arena es comprobar que la belleza existe.