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Finanzas

Pandemia borró la palabra ‘austeridad’ de las finanzas globales

27-07-2020, 6:10:00 AM Por:
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En casi todo el planeta la consigna es una: gastar lo necesario para salvar a empresas y personas de la quiebra total. Son tiempos de gasto, deuda e inversión.

La palabra austeridad ha sido prácticamente eliminada del vocabulario financiero mundial frente a la pandemia del Covid-19 que generó la mayor crisis mundial en cuando menos 90 años. En este sentido, la expansión monetaria y fiscal no solamente es un hecho, sino que ha llegado para quedarse cuando menos por algunos años más, el tiempo que sea necesario para asegurar el impulso duradero de la demanda una vez que inicie la fase de la recuperación plena, dicen analistas.

Luego de seis meses de crisis sanitaria y apenas en el inicio de sus consecuencias económicas, la mayoría de los estados y bancos centrales están convencidos de los efectos que se registrarán y, ante ello, la expansión monetaria y fiscal son el antídoto que se ha elegido en casi todos los países del mundo, una medicina que de hecho ya se inoculó a la espera de que paulatinamente inicien sus efectos.

En su informe semanal, Barclays Bank señala que, en el mundo, la austeridad ha quedado prácticamente de lado en todo el mundo salvo excepciones. Una serie de cifras y datos corroboran la tesis de que los estados y los bancos centrales gastarán todo el dinero que sea necesario para evitar el estancamiento o una caída más profunda. Se trata, de “un salvavidas lanzado hasta lo más profundo de la crisis”, para sacar a la economía mundial de donde se encuentra. Austeridad es una palabra sin sentido en este momento.

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Todo se vale, menos la austeridad

Lluvia de dinero es la clave. Para los bancos centrales, la crisis de 1929 y la de 2009 dejó en evidencia que la inacción monetaria y fiscal sumiría al mundo en una crisis mucho mayor, hacia una Gran Recesión de consecuencias insospechadas. En Estados Unidos, la Fed no lo ha dicho explícitamente, pero sí dejó claro que en materia monetaria “todo se vale”: miles de millones de dólares en créditos, absorción de deuda gubernamental y corporativa, emisión de bonos, tasas en cero por ciento, más lo que pudiera ocurrirse para contrarrestar los efectos de la brutal crisis.

El gobierno secunda lo realizado por la Fed con apoyos económicos sin precedentes a empresas y personas, estímulos fiscales que no reparan en lo costoso porque eso no es significativo en este momento.

El mayor estímulo fiscal de la historia del país fue autorizado en marzo pasado, más de 2 billones de dólares, el 15 por ciento del PIB de la nación más poderosa del planeta. Pero se calcula que este es solamente el costo inicial, habría cuando menos 10 puntos porcentuales adicionales, o lo que sea necesario como también lo han dejado ver funcionarios como el jefe del Departamento del Tesoro Steve Mnuchin, el equivalente al ministro de finanzas en muchos países o al secretario de Hacienda de México.

De hecho, está en estos momentos el debate en el poder legislativo estadounidense para aprobar un paquete adicional que podría llegar a 1.5 billones de dólares, lo que incluiría un pago único de 1,200 dólares a todo ciudadano que gane menos de 75 mil dólares anuales, entre muchos otros beneficios.

Pero no solamente es Estados Unidos, la expansión fiscal y monetaria es una tendencia global, o casi global, Europa es una historia completa de lo que sucede en nuestros días.

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El “Plan Marshall” del Covid-19

La semana pasada, los líderes europeos alcanzaron un acuerdo histórico en el que nuevamente la palabra austeridad quedó de lado. De hecho, esta región del planeta no repara en endeudarse los próximos años y en liberar todo el potencial monetario y fiscal que sea necesario.

Los líderes europeos alcanzaron un histórico acuerdo que sólo tiene precedente en el Plan Marshall aprobado el 14 de marzo de 1948 para impulsar la recuperación de Europa Occidental tras la devastación de la Segunda Guerra Mundial, por un monto de 12 mil millones de dólares de la época, lo que para ese tiempo significaba una cifra impresionante jamás vista hasta entonces.

El pasado 21 de julio, Europa acordó impulsar un billonario paquete de recuperación económica para tratar de salir lo más pronto posible de la crisis de la pandemia. Ese día ya está considerado como histórico, por el acuerdo alcanzado para inyectar cuando menos 750 mil millones de euros para relanzar el bloque comunitario. Este plan de reconstrucción económica estará financiado por una emisión sin precedentes de deuda conjunta por parte de la Comisión Europea y tendrá una duración de tres años. El fondo de emergencia otorgará 390 mil millones de euros en transferencias a fondo perdido, y 360 mil millones más en préstamos a bajo interés.

Este acuerdo implementado en lo que se llamó Fondo para la Recuperación y la Resiliencia (FRR por sus siglas en inglés), repartirán sus recursos en un 70 por ciento entre 2021 y 2022 entre los socios más afectados, especialmente España y Francia, y se espera que el restante 30 por ciento se asigne en el año 2023.

“Estos serán tiempos de gasto gubernamental”, dijeron hace poco Gita Gopinath, economista jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI); y Vitor Gaspar, director del Departamento de Finanzas Públicas, al advertir que la economía mundial no estaba fuera de peligro de ninguna manera y que recortar el gasto de los gobiernos sería un error en las condiciones actuales.

El consenso parece ser unánime, son tiempos de gasto, endeudamiento y no de austeridad, es momento de invertir los montos necesarios para mantener a flote a las economías, lo contrario provocará, en el mejor de los casos, una recuperación más lenta, no sin antes hundir más el PIB. Los analistas privados coinciden, han eliminado de su vocabulario la palabra austeridad sin que ello signifique paso libre al derroche, sino a la inversión.

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Latinoamérica, otra vez a contracorriente

Latinoamérica es la región menos aventajada en este sentido y, de hecho, va en contracorriente. Sus planes de austeridad de años pasados siguen firmes, sin importar que tampoco hayan arrojado los resultados esperados de impulso económico.

Es cierto que casi todas las economías de la zona tienen problemas de liquidez y, por lo tanto, sus márgenes de endeudamiento son muy inferiores a los de las naciones industrializadas, pero no existen tampoco planes relevantes de estímulo fiscal. Para la zona es una encrucijada la que se enfrenta, con la palabra austeridad vigente en momentos en que el resto del mundo la ha eliminado de los diccionarios fiscales y monetarios como medida indispensable para salir de esta crisis no vista por todas las generaciones que actualmente viven en el planeta.

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