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Finanzas

El peso tendrá un factor interno que (ahora sí) lo depreciará

11-10-2023, 11:50:54 AM Por:
© Especial

Históricamente, la moneda mexicana resiente los cambios de gobierno, aún en este siglo y en los procesos de alternancia política.

El proceso electoral 2024 empezará oficialmente a finales de noviembre en México.

Este periodo marcará, en cierta forma, la pauta también para los indicadores financieros y económicos del país, entre ellos, el tipo de cambio.

Usualmente, el peso registra presiones en el último año de cada gobierno, desde hace al menos 23 años, cuando se registró la primera transición política de México.

Estas presiones, traducidas en depreciaciones para el peso, sustituyeron a las grandes devaluaciones de otras épocas, cuando el régimen cambiario era diferente, pero en esencia, la trayectoria del tipo de cambio registrada a cada cambio de gobierno es la misma.

Desde luego que ahora la historia podría ser diferente, pero debido a las condiciones de los mercados y al hecho de que habrá factores el próximo año que coincidirán con las elecciones en el país, como un proceso electoral presidencial también en Estados Unidos, las posibilidades de que el peso pierda terreno el año siguiente se acrecientan.

En entregas anteriores hemos hablado de cómo la fluctuación del tipo de cambio se debe más a factores externos que internos. Sin embargo, el proceso electoral que está por iniciar en México puede ser un factor interno que puede presionar con fuerza, el tipo de cambio.

Historia de depreciaciones

En el año 2000, con la primera gran transición política en el país en más de 70 años, el entonces presidente Ernesto Zedillo Ponce de León, del PRI, dejó la presidencia en manos del panista Vicente Fox Quesada, este proceso de transición generó una depreciación de 9.92 por ciento para el peso mexicano.

Vicente Fox Quesada entregó la presidencia de la república a Felipe Calderón Hinojosa, con una depreciación para el peso de por medio en ese proceso de 10.04 por ciento. Este cambio de gobierno no incluyó una transición política ya que ambos presidentes, el saliente y el entrante, eran del mismo partido, el PAN.

Pero el cambio que representó la entrega de poder de Felipe Calderón Hinojosa a Enrique Peña Nieto sí significó una transición política, toda vez que este último pertenecía a un partido distinto, al PRI.

Este cambio significó una depreciación para el peso de 14.36 por ciento en dicho periodo.

En diciembre de 2018, México registró la segunda transición consecutiva y la tercera en el presente siglo, cuando en presidente Enrique Peña Nieto, del PRI, entregó el mando al actual mandatario Andrés Manuel López Obrador, del partido Morena.

Esta transición ha significado el periodo de mayor depreciación para el peso sin considerar la era de las grandes evaluaciones, con un ajuste de 15.93 por ciento en el periodo.

¿Qué sucederá en este proceso que está por iniciar?

El actual presidente considera la evolución del tipo de cambio durante su gobierno, caracterizada por una constante apreciación, como un logro de su mandato.

Incluso, es de todos conocido que, si algo vigila el mandatario, es precisamente la trayectoria del peso en el mercado. Este indicador, junto con el precio de la gasolina, son quizás para él los más sensibles a su política económica, a juzgar por la relevancia que les otorga.

El peso tiene factores en contra

No sabemos si el presidente actual entregará el poder el 1 de octubre de 2024 a la prácticamente segura candidata presidencial Claudia Sheinbaum Pardo, quien milita en sí partido; o bien, si en una sorpresa se registrará la tercera alternancia política en fila y la cuarta del presente siglo y terminará por llegar al poder Xochitl Gálvez Ruiz, quien casi con toda seguridad será la abanderada de la coalición conformada por los partidos de oposición.

Sin embargo, en las últimas semanas el peso ha registrado algunas presiones externas, que en medida tienen que ver con el desempeño de las tasas en Estados Unidos.

Pero no tardará en entrar en el juego el proceso electoral que registrará el país, entonces sí habrá un factor interno que presionará al peso.

La candidata oficialista representará la continuidad y probablemente la profundización de la actual política económica, con el factor del déficit público heredado por este gobierno, que necesariamente impactará en el primer año del siguiente o la siguiente titular del poder ejecutivo, sea quien sean.

La candidata de oposición representará, desde luego, un proyecto distinto.

Estas dos visiones diferentes, un país con dos proyectos totalmente distintos, son quizás lo que preocupa más a los mercados, no porque no suceda lo mismo en otras naciones del mundo, sino porque en México se busca (lamentablemente) reinventar el país cada seis años.

¿Entenderán los mercados que ahora sí será distinto si la candidata oficialista sigue adelante en las encuestas?, ¿percibirán que con el mismo proyecto el potencial de crecimiento se mantendrá igual que siempre?

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¿Tendrán los mercados que evaluar una nueva política económica?

Muchas dudas son las que entrarán en juego dentro de unas semanas; también, en ese inicio del proceso electoral, deberemos incluso conocer los primeros esbozos del programa económico de las candidatas mejor posicionadas para llegar a la presidencia, otro factor que los mercados evaluarán.

Todo lo anterior, sin contar con la “ebullición electoral” en Estados Unidos, que elegirá a su presidente sólo 5 meses después de que hagamos lo mismo en México, y apenas un mes después de que, casi con toda seguridad, haya tomado posesión la primera presidenta en la historia de México.

Definitivamente, todo apunta a que el peso volverá a reflejar toda la incertidumbre que, por décadas, incluso desde al menos el último cuarto del siglo pasado, resiente en un proceso electoral en el que se elige a un nuevo presidente (a).

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