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¿Padeces fatiga de decisión? Así puedes gestionarla

12-08-2022, 6:00:00 AM Por:

Tomar decisiones es como ir al gimnasio: después de trabajar repetitivamente un músculo, este se cansa.

Por profesora Kriti Jain, IE Business School

Un alto directivo explicaba lo siguiente: «En una reunión que mantuvimos fuera de la empresa, después del desayuno estábamos exultantes y con ganas de aportar, así que celebramos una productiva sesión de lluvia de ideas. Sin embargo, al cabo de unas horas perdimos el hilo y nos quedamos atascados. Luego llegó la hora de comer, los postres y el café y recuperamos la energía». Seguramente puede identificarse con esta experiencia en que el estado de ánimo y la productividad cambian en función del momento del día, y se ha dado cuenta de que resulta más fácil armarse de fuerza de voluntad y de autocontrol —por ejemplo, para evitar el chocolate— nada más levantarse que conforme avanza el día.

Las investigaciones revelan que el momento del día influye significativamente en nuestra capacidad de decisión. En un artículo reciente, Maryam Kouchaki y Isaac Smith describían el denominado «efecto moral matutino», a tenor del cual las personas tienden menos a mentir, a engañar, a robar y, en general, a comportarse de manera poco ética durante las primeras horas del día. La causa estriba en que, a medida que avanza la jornada, nos cansamos y nuestra energía mental se agota de tal manera que nos incapacita para analizar la relación entre coste y beneficio necesaria para hacer uso de la fuerza de voluntad y el autocontrol. A lo largo del día tomamos todo tipo de decisiones y, tras mantenernos en alerta durante largos periodos, cada vez se nos hace más difícil. Sufrimos «fatiga de decisión».

Podría argumentarse que son las personas sin formación o poco experimentadas quienes sucumben a ella, si bien, para demostrar la gravedad y la frecuencia de este problema, Shai Danziger, de la Universidad de Tel Aviv (Israel), estudió junto con algunos colegas las pautas en la toma de decisiones de los jueces. Hicieron un seguimiento de más de mil decisiones sobre libertad condicional dictadas por ocho jueves en un periodo de diez meses. Las solicitudes procedían de presos que ya cumplían condena y que habían recurrido para lograr la libertad condicional o que se les redujera la pena. El día normal de un juez se dividía en tres sesiones: una entre el comienzo de la jornada y el descanso para el café; otra entre este y la comida; y otra entre esta y el final.

Los resultados fueron sorprendentes. La probabilidad de conseguir la libertad condicional no se vio afectada por el origen étnico de los presos ni por los delitos cometidos. En cambio, «el momento del día» era decisivo. Dos terceras partes de los solicitantes obtuvieron decisiones favorables al comenzar el día; una proporción que, sin embargo, se reducía a alrededor del 10 % al final del mismo. Pero lo más interesante fue el efecto de los descansos, pues, tras cada uno de ellos (café a mitad de la mañana y comida), la tasa de decisiones favorables volvía a dispararse hasta los valores originales. Sin duda, los niveles de glucosa influyeron.

Tomar decisiones es como ir al gimnasio: después de trabajar repetitivamente un músculo, este se cansa. La mente empieza a buscar las respuestas fáciles tomando atajos, que pueden consistir en mostrarse impaciente en una reunión, en derrochar de forma impulsiva o en simplemente no hacer nada y que nada cambie. Siguiendo con el ejemplo de los jueces, se requiere un esfuerzo para pensar en las consecuencias de dejar salir a un preso de la cárcel, conque resulta más fácil mantenerlo allí.

Esta fatiga se manifiesta en forma de mal humor, comunicación inadecuada, mala memoria, déficit de atención o poca capacidad para resolver problemas, y varios factores pueden agravarla. Las tensiones relacionadas con el tiempo, como el cumplimiento de plazos, los grandes desplazamientos o el cambio de husos horarios, el trabajo aburrido y repetitivo, los asuntos estresantes de la vida personal, los cambios frecuentes en el horario de trabajo o la falta de descanso pueden empeorar la situación.

La gestión del cansancio siempre ha sido importante en ámbitos que conllevan actividades de alto riesgo y condiciones peligrosas, como el de los pilotos, los médicos o los militares, pero, como muchas personas hacen horas extra, trabajan en equipos transcontinentales y en turnos nocturnos, esta cuestión es cada vez más relevante en otros sectores. De hecho, las organizaciones ofrecen actualmente actividades de ocio y esparcimiento en la oficina —por medio de gimnasios, piscinas o centros de danza— y la gestión de la fatiga se incluye como materia en cursos de formación y desarrollo.

Se puede recurrir a estrategias sencillas para gestionarla en el día a día. Comience observando su propio comportamiento a la hora de tomar decisiones y pregúntese si le interesan menos las que adopta en determinados momentos del día y si dedica menos tiempo a ellas. Si es así, intente cambiar la rutina de trabajo: en el caso de las reuniones que duran todo el día, reserve los debates más intensos para las sesiones previas a la comida y las reuniones en grupos pequeños para las tardes; elabore listas de verificación; haga pausas con frecuencia o tome una siesta antes de retomar el trabajo; si gestiona un equipo, compruebe que los demás han dormido bien, si están cansados por el exceso de trabajo, si están estresados por cuestiones domésticas o si solo necesitan un descanso para recuperarse.

En un mundo tan acelerado como el actual, la toma de decisiones supone una carga mental. Cuándo salir de casa para llegar a la oficina, en qué fechas reservar un vuelo, cómo vestirse para trabajar, cuándo programar las reuniones o qué cocinar para la cena pueden parecer decisiones triviales. Con todo, se acumulan y desordenan nuestra mente. Evidentemente, los ritmos biológicos, el sueño y los niveles de glucosa funcionan de un modo que ni siquiera percibimos. En definitiva, las pausas son necesarias, y no solo para el bienestar general, sino para mejorar la calidad de las decisiones.

Este artículo publicado originalmente en inglés en IE INSIGHTS

Nota del editor: Este texto pertenece a nuestra sección de Opinión y refleja únicamente la visión del autor, no necesariamente el punto de vista de Alto Nivel.

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