Empresas, los “early adopters” en el transporte eléctrico
Existe un tipo de consumidores muy particulares, cuyo perfil resulta ideal para acelerar la transición hacia la electromovilidad que tanto urge.
Por Jorge Navarro Inostroza*
La electrificación del transporte en México tiene varios retos por delante, antes de su masificación. Entre los más serios: la infraestructura para las estaciones de carga, la capacidad de suministro por parte de las instituciones del Estado y los altos precios que todo ello implica.
Sin embargo, existe un tipo de consumidores muy particulares, cuyo perfil resulta ideal para acelerar la transición hacia la electromovilidad que tanto urge, por cuestiones medioambientales. Se trata de los early adopters o consumidores tempranos de tecnología, quienes se caracterizan no solo por el gran interés en probar la innovación, antes que nadie; sino también por invertir en ella para aplicarla a sus emprendimientos y hacer más rentables sus negocios.
Los early adopters, además de buscar constantemente llevar a sus empresas al siguiente nivel, son agentes de cambio ideales en estas transiciones, por poseer una particular conciencia ambiental y compromiso en teoría y práctica en acciones internacionales, como la firma del Pacto Global de las Naciones Unidas.
Asimismo, muchos de ellos vigilan sus mediciones y disminución de su huella de carbono y buscan contribuir al cumplimiento de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, entre otros aspectos afines. En México, por ejemplo, una empresa líder en bollería que está en línea con estos principios ya hace entregas de sus productos en camiones eléctricos.
En el mismo sentido, un exponente del sector turístico en México, en días pasados, ha incluido prácticas en la promoción de paseos más sustentables y personalizados, preocupado por disminuir su huella de CO2; y dio a conocer que implementará unidades eléctricas en sus circuitos de viajes de corta distancia, en un intento por promover el desplazamiento de turistas de manera más gentil con el ambiente.
Y, debido a que no todas las empresas tienen esta visión, deben pasar al menos más de dos décadas para que la mayoría de los vehículos particulares, de carga y de pasajeros, funcionen 100% con electricidad. Ante ello, los jugadores del negocio del transporte eléctrico habrán de concentrarse en detectar y conquistar a esos consumidores que, a diferencia de los más conservadores en adopción tecnológica, también son abiertos a los riesgos.
En cuanto a la tecnología en sí, los vehículos eléctricos de corta distancia se perfilan como un inicio en la larga carrera de la electrificación del transporte en general, gracias a los buenos rendimientos costo-beneficio, que han presentado en pruebas de desempeño. Los más adecuados para esta clase de servicios son impulsados por 250 kilovatios, equivalentes a 310 caballos de fuerza, carga de baterías en aproximadamente 150 minutos y garantizan la producción de cero emisiones contaminantes durante su uso.
Es de esta forma que, en lugar de centrarnos en cuán tardado y atropellado podría resultar una rápida transición a la electromovilidad, es preciso que los transportistas se dirijan a ese mercado y enfocarse en cómo innovar en su industria, desarrollar nuevos modelos de negocio y a la expectativa de alternativas energéticas. Fortalecer alianzas con este tipo de empresarios es crucial para dar el gran salto hacia un transporte más limpio en menos tiempo.
En tanto, los late majority y laggards adopters deberán identificar en sus prioridades de Responsabilidad Social Empresarial (RSE) aquellas oportunidades en su proceso productivo donde interviene el transporte y junto con la triada “gobierno, industria e iniciativa privada”, ofrecerles incentivos fiscales y financiamientos, en la medida de lo posible. Esto es lo más estratégico para estimular y acelerar con paso firme la electromovilidad.
*Jorge Navarro es Director Comercial y Servicios para Buses y Motores en Scania México.
Nota del editor: Este texto pertenece a nuestra sección de Opinión y refleja únicamente la visión del autor, no necesariamente el punto de vista de Alto Nivel.
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