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Opinión

El doloroso aprendizaje del 2 de octubre en Tlatelolco

02-10-2018, 5:18:55 PM Por:
© Gaceta UNAM 1968

Ya son 50 años de aquella noche de Tlatelolco donde miles de estudiantes fueron convocados por el Consejo Nacional de Huelga (CNH) en la Plaza de las Tres Culturas y fue silenciado por el fuego de militares.

Aproximadamente a las 6:00 de la tarde de aquel 2 de octubre, un helicóptero del ejercito lanzó una bengala sobre la plaza atiborrada de estudiantes y otros tantos civiles que se agrupaban para conocer los 6 puntos del pliego petitorio dirigido al gobierno de Gustavo Díaz Ordaz. Fue entonces que comenzaron a surgir disparos desde lo alto de los edificios. Ante ello, los miembros del ejército que resguardaban la concentración disfrazados con guantes blancos optaron por repeler la agresión y dispararon contra la multitud, quienes se resguardaron en departamentos de la gigantesca unidad habitacional. Esa noche, cientos estudiantes fueron asesinados a sangre fría tan solo 10 días antes del inicio de las olimpiadas de 1968.

Ya son 50 años de aquella noche de Tlatelolco donde miles de estudiantes fueron convocados por el Consejo Nacional de Huelga (CNH) en la Plaza de las Tres Culturas y fue silenciado por el fuego de militares. No obstante, en estos años los despliegues de manifestantes y demás marchas convocadas por estudiantes, ha tenido un impacto relevante en la sociedad. Y es que para nadie son ajenas las exigencias, pero los contextos han cambiado y se han tornado más políticos, pero ¿qué hemos aprendido los latinoamericanos de las manifestaciones estudiantiles?, quizás las consecuencias sean mas evidentes que los aprendizajes, pero al final, hemos crecido como sociedad tras emitir nuestro derecho de libertad de expresión.

Gaceta UNAM

1968

Los estudiosos sobre el tema han argumentado, sin embargo, que la introducción de políticas neoliberales desalentaría las movilizaciones. Sin embargo, algunos de los sistemas de educación superior más liberalizados en la región han sido testigos de movilizaciones masivas y relativamente frecuentes en los últimos años. Quizás el aprendizaje ha sido muy costoso y probablemente nunca sabremos si ha valido la pena, pero las sociedades han cambiado radicalmente a partir de ellas y eso si debemos celebrarlo.

Desde que fui estudiante de vocacional a finales de las década de los ochenta e ingeniería en los noventa del Instituto Politécnico Nacional (IPN), los profesores se esmeraron en educarnos con un sentido liberal y crítico sobre los temas políticos o culturales que tuvieran un sentido realmente social, exaltando la libertad de expresión ante cualquier intento de sofocarla, de hecho desde una edad temprana, cualquier estudiante de preparatoria o universidad reconoce la injusticia como una limitante en el desarrollo colectivo de cualquier sociedad y fácilmente se colocan en contra de cualquier elemento que se considere dentro del “sistema represor”.

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TlatelolcoDepositphotos

Lo interesante es ver cómo la zona creció con el pasar de los años.

Por supuesto que el grito de los estudiantes es a menudo necesario cuando se desafían los sistemas de desigualdad. La acción colectiva puede ser caótica, pero a menudo se basa en una estrategia que requiere un pensamiento crítico. Los estudiantes deben saber cómo cuestionar, debatir, considerar otras perspectivas y dialogar sobre temas sociales a través de la escritura, la expresión artística, el servicio público, el hablar en público, la organización y la colaboración, todo esto es parte de nuestro sentido amplio de libertad de expresión.

Existen diversas muestras cinematográficas al respecto, sin embargo, en la cinta Güeros, de Alfonso RuizPalacios (2015), retrata una sociedad juvenil ávida de libertad de pensamiento mas que sólo plantear un debate existencial sobre la inmovilidad e indecisión, crea una conexión mágica con el espectador que le provoca recordar los momentos irrepetibles que sólo se experimentan en la juventud: rebelarse contra la autoridad y tomar una postura seria al respecto.

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Los movimientos de #YoSoy132 y los normalistas de Ayotzinapa son claros ejemplos de que no están ajenos a los viejos movimientos estudiantiles que, a pesar de tener un trasfondo político, contienen todos los elementos de protesta que provoca a la sociedad a crear sentido crítico y la forma de proyectarnos en un futuro mas esperanzador, se han reemplazado las conferencias y los periódicos estudiantiles de la década de 1960. Las imágenes del Che Guevara todavía se agitan durante las marchas de los estudiantes. Sin embargo, el marxismo y otras ideologías ortodoxas de izquierda parecen haber perdido resonancia, pero se han posicionado otras mas acordes a la realidad de cada país.

Notimex.

1968

Cinco décadas después, las protestas han evolucionado y algunas se hacen desde las redes sociales particularmente en Twitter y YouTube y aunque el impacto es diferente, si es capaz convocar a miles en segundos, esta última generación de activistas latinoamericanos ha complementado sus luchas con herramientas diogitales para terminar con la desigualdad del sistema educativo con una variedad de nuevas banderas, incluida la bandera del arco iris para el matrimonio entre personas del mismo sexo. El respeto por todos los derechos humanos, se ha convertido en la prioridad central. Los sueños por una mejor realidad latinoamericana continuarán siendo expresados ​​en las calles hasta que aquellos en posiciones clave de poder como alcaldes o gobiernos enteros  comiencen a tomárselo en serio y empiecen a escuchar las demandas y cobrar conciencia real.

Nota del editor: Este texto pertenece a nuestra sección de Opinión y refleja la visión del autor, no necesariamente el punto de vista de Alto Nivel.

autor Socio Director y Fundador de IO Consultoría, especializada en innovación organizacional y estrategias de capital humano.
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