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Opinión

Cómo inculcar en los hijos el don del altruismo

20-06-2023, 6:00:00 AM Por:
© Photo by Perry Grone on Unsplash

Al enseñar a los hijos el poder de dar, formas personas solidarias, pero también activas, trabajadoras e ingeniosas.

Por Juan Pablo de León*

La cultura financiera no es sólo ahorro e inversión. También está la posibilidad de ayudar a los demás, con dinero, con tiempo o con creatividad e innovación. ¡No importa! Hay tanto por hacer.

Entre todo lo que podemos enseñarle a nuestros hijos, es cierto que el ahorro, la inversión y el emprendimiento son grandes herramientas que podemos dejarles, quizá entre las más importantes. Pero uno de los rasgos culturales que han favorecido el avance de otras sociedades en el mundo es el altruismo.

Incluso los autores más famosos en finanzas personales coinciden en que ayudar a los demás es parte de lo que se necesita para triunfar.

Hay que aprender a ser altruista

Llámale filantropía, responsabilidad social, cooperación o sentido gregario. El hecho es que este comportamiento, aunque nos viene con cierta naturalidad desde la infancia, debe aprenderse de nuevo y refinarse en el seno del hogar.

Los bebés y los niños pequeños tienen el impulso de compartir, aún antes de aprender a hablar. Basta verlos saboreando una paleta o una cucharada de comida, para que el infante alargue su manita para ofrecerte una probada. No entraremos aquí a discutir si el sentimiento de propiedad que luego desarrollan les viene también de instinto o es algo que aprenden de nosotros, eso se los dejamos a los expertos en psicología y sociología.

Lo cierto es que, en la mayoría de los casos, nuestros hijos dejan de estar expuestos a comportamientos solidarios organizados y conscientes más allá de su familia, desde muy temprano en la vida. En el interminable trajín para la supervivencia, la hipoteca, las colegiaturas, muchos padres de familia no encuentran el tiempo, no les da la vida para pensar en aportar algo a la sociedad. Tampoco encuentran algo de tiempo disponible para ofrecerlo a otros.

Ciertas escuelas organizan colectas de juguetes y ropa, y de ellas algunas más tienen el tino de llevar a los niños a un orfanatorio o a una escuela para hacer la donación física. Ese enfrentamiento con la otra realidad es un aprendizaje que marca, sin duda.

Pero seamos realistas: el mejor ejemplo que van a buscar nuestros niños somos los padres y las madres. ¿Qué podemos enseñar al respecto? ¿Cómo encontrar tiempo o dinero para hacerlo? ¿Por qué hacerlo?

Ayudar te ayuda

No es raro que al solicitar empleo en otros países te pregunten a qué entidades donas cotidianamente, qué clase de trabajo comunitario efectúas, a qué clubes y asociaciones perteneces. Sociedades como la estadounidense, que tienen muchos problemas graves, sí cuentan con ese pequeño factor de labor comunitaria en su favor.

Robert Kiyosaki, autor de Padre Rico, Padre Pobre y otros libros, dice claramente: si quieres ser rico, debes dar de regreso a la sociedad. “La realidad es que para ser realmente generoso, debes dar tu tiempo, tu talento y tu dinero”, escribe en el blog de su sitio Rich Dad. En El hombre más rico de Babilonia, Arkad, el personaje que describe George S. Clason, sigue aumentando su fortuna a pesar de que es generoso con su familia y caritativo con su comunidad.

Organizarte para ser un activo donador en tu comunidad termina redundando en tu beneficio propio. Administra tu tiempo para ofrecerlo a la comunidad, destina una parte de tus recursos a estos fines, ofrece algo de tu creatividad para crear redes o bien aporta tus habilidades o conocimientos para innovar en soluciones a viejos problemas.

Algunos consejos desde el tintero de Güerquito:

  • Busca soluciones locales: Qué mejor que actuar en favor del ambiente, las personas, la infraestructura que te rodea. Deja los grandes problemas globales a las corporaciones y organizaciones multinacionales.
  • Ayuda con eficacia: Échale ingenio. Busca que las acciones y fondos logren el mayor beneficio posible. La búsqueda de eficiencia y eficacia exige ingenio, creatividad y tal vez cuestionar los patrones establecidos.
  • No seas el benefactor anónimo: Haz networking para que las cosas salgan mejor, entabla relaciones con los interesados en los mismos objetivos, crea alianzas con entidades locales y organismos. Y, sobre todo, comparte esto con las nuevas generaciones, hazlos presentes, ensáñales a trabajar por estos temas.
  • Enfócate: El que mucho abarca poco aprieta. Selecciona a dónde irán tus recursos y tu trabajo, como lo haces en tu empleo o en tu negocio.

Enseña a los niños a levantar la vista, más allá del hogar. Hay tantas organizaciones no gubernamentales, sociedades filantrópicas, museos, orfanatos, iglesias, programas de gobierno locales a los que se puede ayudar, que realmente es un campo infinito.

Muéstrales la realidad detrás de esta labor y donativo: la pobreza, la incultura, el sufrimiento, la falta de equidad y de oportunidades. Formarás personas solidarias, pero también activas, trabajadoras e ingeniosas. El premio para ellos mismos vendrá por sí solo.

*Juan Pablo de León es autor consultor, académico y ponente en Comunicación Institucional y Educación Financiera, escritor de Las Aventuras de Güerquito, una obra sobre educación financiera para niños.

Nota del editor: Este texto pertenece a nuestra sección de Opinión y refleja únicamente la visión del autor, no necesariamente el punto de vista de Alto Nivel.

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autor Equipo de jóvenes periodistas cuyo objetivo es explicar las noticias más relevantes de negocios, economía y finanzas. Nos apasiona contar historias y creemos en el periodismo ciudadano y de servicio.
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