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Economía

Latinoamérica vive (otra vez) un convulso panorama económico, político y cambiario

25-01-2023, 9:59:19 AM Por:
© Especial Alto Nivel

La región tiene muchos pendientes que resolver primero para ofrecer la estabilidad necesaria que requiere una unión monetaria.

A veces la historia se repite, sucede de manera cíclica y, claro, con otros protagonistas, pero siempre bajo circunstancias similares a las observadas en otros periodos.

El lunes pasado, dos grandes economías de Latinoamérica, Brasil y Argentina, anunciaron su intención de avanzar hacia una moneda común a la que llamarán “Sur”. Sespués de más de 24 horas del anuncio, las reacciones dentro y fuera de la región han sido negativas, los más críticos señalan una serie de obstáculos muy difíciles de superar para la unión monetaria, en determinando momento, de estas dos naciones.

Desde el tamaño de las economías, con Brasil como un gigante y Argentina cada vez más menguado; hasta la diferencia en el crecimiento de las décadas recientes y las condiciones de la divisa de cada país: real brasileño y peso argentino. Las posibilidades de éxito de una moneda común son muy pocas.

Pero, no solamente son las diferencias entre Brasil y Argentina; es un hecho que en este momento no existen las condiciones económicas, políticas y de tipos de cambio, como para pensar en una unión monetaria en Latinoamérica, al estilo de la que, exitosamente, se logró en Europa.

De hecho, la región vive una época convulsa, una más en su historia, tanto en lo económico como en lo político, y todo eso se refleja en el tipo de cambio.

Del Usumacinta a la Patagonia, convulsión latinoamericana

A partir de la frontera sur de México, con Guatemala, Latinoamérica está cada vez más convulsionada, aquí algunos pequeños recuentos:

Centroamérica y el Caribe no viven la intensa guerra civil que registraron en los años ochenta del siglo pasado, pero las condiciones de su población no son las mejores. El desarrollo económico es casi una esperanza perdida, la región no logra desterrar la pobreza extrema de gran parte de su población y, por si fuera poco, la inestabilidad política campea por casi todos los países de la zona. La diferencia es que antes los tiranos tenían botas y uniforme militar, hoy usan saco y corbata.

Guatemala lucha por consolidar su incipiente democracia afectada por años de golpes de estado y gobiernos militares; Honduras está en las mismas condiciones, además de ser un país con escasas oportunidades; Nicaragua está ahora bajo una dictadura de parte de quien luchó por años contra los dictadores en ese país, solo para terminar en lo mismo.

El Salvador vive una aparente calma y estabilidad política, pero en cualquier momento puede descomponerse. Así todos los países tienen rasgos de inestabilidad o, de plano, son demasiado pequeños como para significar un cambio revolucionario,

En el Caribe, las cosas no son muy distintas. Esta región está compuesta por países con escaso desarrollo y elevados niveles de pobreza, mientras que Cuba sigue acumulando años como huérfana de la antigua Unión Soviética, sin mucho futuro y con potencial de inestabilidad política.

Ya en América del Sur, estamos quizás en la parte de la región que mayor inestabilidad económico-político registra, como no se observaba desde hace varios años.

Ahora mismo Perú vive uno de los momentos más complejos de su historia y la sitiuación amenaza con desbordarse, empujando al país a una guerra civil en la que, de suceder, nadie ganará nada.

Bolivia, por su parte, trata de estabilizar su situación política, pero hay rebrotes de violencia; en Colombia, el presidente Gustavo Petro se ha unido a la larga lista de mandatarios que se dan cuenta de que una cosa es estar en campaña y proponer soluciones fáciles, y otra muy distinta es estar al frente de un país y tomar decisiones.

Chile es otro ejemplo, con un presidente “progresista” que no encuentra la manera de cumplir con las altas expectativas que generó en la campaña que lo llevó a la presidencia de ese país.

Quizás Paraguay y Uruguay junto con Ecuador y las Guyanas, registran la mayor fortaleza económica de la región, pero no es para celebrar, porque los riesgos siempre existen.

Hablar de Venezuela es otra cosa, definitivamente se trata del mayor fracaso del populismo y las políticas económicas “progresistas”, que llevaron a esa nación a la ruina, junto con los militares, claro.

Mención aparte merecen Brasil y Argentina, no solo porque son las naciones que supuestamente llegarán a una unión monetaria en determinado momento, sino porque también forman parte de este paisaje de convulsión que domina en Latinoamérica desde la frontera sur de México hasta la Patagonia.

No hay que ir demasiado lejos para saber de lo que hablamos; apenas a principios de este mes y año, una turba de manifestantes asaltó los edificios sede del gobierno federal de ese país, en apoyo al expresidente Jair Bolsonaro. El ataque golpista no funcionó, pero revivió viejos fantasmas en una nación con cicatrices de dictaduras militares de otras épocas.

Lo que sí, es que el riesgo político es latente en Brasil, el país está claramente dividido y en esas condiciones la economía enfrenta graves retos.

Argentina, por su parte, también tiene elevados niveles de inestabilidad política. De igual manera es una nación atormentada por los recuerdos del golpismo militar. Lo anterior, por no hablar de la inestbilidad económica, la inflación desbocada que el año pasado llegó a casi 100 por ciento, más el elevado endeudamiento externo que renegocia de vez en vez, solo para terminar igual que hace muchos años.

Negro panorama para el “Sur”

La supuesta moneda común que algún día tendrán Brasil y Argentina se llamará “Sur”. al menos esa es la propuesta inicial; pero su panorama es complejo aún sin haber nacido. La estabilidad política, económica y monetaria de largo plazo son requisitos indispensables para gestar una moneda común.

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