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Corrupción, criptomonedas y tigres hambrientos: Así operan los hijos de “El Chapo” Guzmán

17-04-2023, 6:10:00 AM Por:
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Los llamados “Chapitos” están acusados en una Corte de Nueva York de ser los traficantes que han “inundado” de fentanilo las calles del país vecino.

Una mujer con extensos contactos en la industria farmacéutica, radicada en Guatemala, compra toneladas de precursores químicos a empresas de China, a cambio le pagan con criptomonedas, mientras esa materia prima -que sirve para fabricar fentanilo- llega a México a laboratorios clandestinos ubicados en las montañas de Sinaloa y Durango, cuando la droga está lista se envía a Estados Unidos, causando la muerte -entre 2021 y 2022- de más de 107,000 ciudadanos de esa nación.

Solo el año pasado, las autoridades de la Unión Americana decomisaron 57 millones de pastillas de fentanilo, y 5,889 kilos de polvo de ese narcótico, que equivalen a 410 millones de dosis: Suficientes “para matar a toda la población estadounidense”.

Los dueños de esa droga serían Iván Archivaldo y Jesús Alfredo Guzmán Salazar, junto con su medio hermano Ovidio Guzmán López, conocidos como los “Chapitos”, líderes de una fracción del cartel de Sinaloa, quienes han obtenido cientos de millones de dólares en ganancias que han blanqueado a través de criptomonedas y transacciones con empresas fachada, utilizando de paso una extensa red de violencia y corrupción que opera en los dos lados de la frontera.

No se trata de una serie de alguna plataforma de streaming, aunque lo parece, en realidad es la extensa acusación del Departamento de Justicia de Estados Unidos, radicada en la Corte del Distrito Sur de Nueva York, en contra de los hijos de Joaquín “El Chapo” Guzmán, quienes son señalados de “inundar” las calles norteamericanas de fentanilo desde 2014.

El documento de 65 páginas, cuya copia posee ALTO NIVEL, describe que los vástagos del “El Chapo” Guzmán dependen de empresas chinas para fabricar tanto las pastillas como el polvo de fentanilo que exportan de manera ilícita a Estados Unidos por tierra, mar, aire, e incluso mediante túneles subterráneos.

“En otras palabras, los productos químicos que permiten al Cartel producir e inundar los Estados Unidos con el letal fentanilo provienen principalmente de China”, apunta la acusación. Con esos insumos se prepara la droga que, cuando llega a la Unión Americana, es distribuida por una red que también controla la misma organización delictiva que encabezan los Chapitos junto con 21 cómplices.

Todos serían presuntos responsables de 6 cargos criminales en el país vecino, según la causa penal que el Departamento de Justicia estadounidense dio a conocer el viernes de la semana pasada.

En específico se les acusa de delincuencia organizada (empresa criminal continua); conspiración para importar fentanilo; conspiración de tráfico de fentanilo; posesión de ametralladoras y dispositivos destructivos; conspiración para poseer ese armamento; y conspiración de lavado de dinero.

La ruta China-Alemania-México

Una de las principales socias de los hijos de “El Chapo” Guzmán presuntamente es Ana Gabriela Rubio Zea, alias Gaby, una mujer guatemalteca -de 32 años- que fue detenida con fines de extradición el pasado 17 de marzo en su país. Esta, junto con una mujer y dos hombres de ciudadanía china, serían los principales proveedores de los Chapitos de los precursores químicos para producir fentanilo. 

La materia prima, según la acusación oficial que firma el fiscal Damian Williams, habría sido presuntamente proporcionada por la empresa “Wuhan Shuokang Biological Technology Ltd” o “SK Biotech”, consorcio basado en la ciudad de Wuhan, capital de la provincia de Hubei, al este de China, una metrópoli de 11 millones de habitantes que hoy es famosa porque ahí se registraron, hace poco más de tres años, los primeros casos de Covid-19 en el mundo.

Además de Iván Archivaldo Guzmán Salazar, Jesús Alfredo Guzmán Salazar, y Ovidio Guzmán López, Estados Unidos acusa de narcotráfico -en la misma causa- a otras 21 personas, entre ellas están Ana Gabriela Rubio Zea, Yonghao Wu, Yaquin Wu y Huatao Yao, este último presunto “propietario de Wuhan Shuokang Biological Technology Ltd”, firma que sería presuntamente responsable de vender “clandestinamente químicos precursores de fentanilo a los traficantes de drogas en México”.

Para pagar esos suministros, que llegarían a suelo mexicano a través de Alemania, disimulados con cargamentos de fármacos legales, los Chapitos utilizan criptomonedas o transferencias bancarias transfronterizas.

Según el gobierno estadounidense, hecho el pedido, las provisiones para fabricar fentanilo llegan en aproximadamente 7 días, “cuidadosamente disfrazadas”, enseguida se llevarían a los laboratorios del cartel de Sinaloa donde se preparan polvo y pastillas de la droga. Ambas presentaciones suelen mezclarse con “otras sustancias controladas, como la heroína y la cocaína, para maximizar tanto la potencia del producto como el volumen de las ventas”.

Enseguida viene la fase de exportación que se realiza con una amplia red de traficantes tanto mexicanos como estadounidenses.

El ciclo delictivo concluye con los lavadores de dinero que trabajan con el cartel de los hijos de “El Chapo”, quienes repatrían los ingresos de las ventas de la droga en Estados Unidos “en efectivo, en bienes, y a través de criptomonedas imposibles de rastrear, permitiendo a los Chapitos y sus conspiradores cosechar las ganancias masivas de inundar” a ese país con fentanilo.

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Corrupción y detalles escabrosos

Para proteger y promover su operación de tráfico de fentanilo, acusa Estados Unidos, los Chapitos y sus cómplices “dependen de ejecutores armados, conocidos como sicarios”, así como de la corrupción, extorsiones, y el pago de sobornos.

Se trata de un aparato de seguridad ilegal que protege a los delincuentes tanto en México como en la Unión Americana, cuyos integrantes “usan regularmente armas de grado militar” para perpetrar homicidios, secuestros y torturas.

El pliego acusatorio describe en detalle que los hijos de “El Chapo” Guzmán, además de privar de la vida a oficiales mexicanos y a narcotraficantes rivales, torturan a sus víctimas “a través de la electrocución”, e incluso han llegado a alimentar con personas vivas a los tigres presuntamente propiedad de Iván Archivaldo Guzmán Salazar.

Esta violencia implacable ha dejado “un derramamiento de sangre desenfrenado” tanto en México como en suelo estadounidense, permitiendo que el cartel de Sinaloa controle el territorio de varios estados de nuestro país, no solo por el tráfico de drogas, sino también por el efecto amedrentador que se ejerce al exigir “el pago de impuestos” (derecho de piso).

La Fiscalía de Estados Unidos documenta que las extorsiones de los Chapitos ya afectan a los civiles mexicanos que realizan actividades económicas legales. La venta de productos como cerveza, papel higiénico o aparatos electrónicos, solo puede hacerse con el pago y permiso del cartel de Sinaloa.

“En más de la mitad de todos los estados de México”, esta organización delictiva posee un sofisticado aparato de seguridad, que consta de cientos de individuos pertrechados con armas de grueso calibre, que apoyan las actividades de los Chapitos.

Sus acciones delictivas, concluye la acusación, “no se limitan a México”, pues esta fracción del cartel de Sinaloa ya es una red criminal “que abarca casi todas las ciudades importantes, desde Nueva York hasta Buenos Aires”, además de que cuenta con presencia en más de 45 países en todo el mundo.

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autor Periodista y abogada, especialista en análisis jurídico y de derechos humanos. Ha sido reportera, conductora de radio y editora.
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