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Opinión

Rescatar la credibilidad de las encuestadoras

08-05-2024, 6:00:00 AM Por:

La diferencia entre el resultado de las encuestas y la realidad del voto puede afectar seriamente al gremio en su conjunto.

Por Edgar Rodríguez Olguin*

La ronda de elecciones en Turquía, en marzo pasado, volvió a traernos el fantasma de la falibilidad de las encuestas. Ya había sucedido con Milei en Argentina. El caso es que las encuestas electorales siguen siendo el centro de una polémica que termina afectando la reputación de las casas encuestadoras en general, pero que puede ser fatal para las que terminen más alejadas del resultado final de una elección.

A toro pasado, el tropiezo del presidente Recep Tayyip Erdoğan sonaría obvio. La inflación a 70% que se ha negado sistemáticamente a combatir de frente, y la tendencia islamista de su gobierno terminaron afectando una reputación que parecía a prueba de todo. Pero no lo era. Las encuestas marcaban por ejemplo un empate técnico en Estambul y una ligera ventaja de la oposición en Ankara. El resultado fue muy diferente.

Pero el tema es la diferencia entre los resultados en las encuestas y la realidad del voto. Este problema puede terminar afectando seriamente al gremio en su conjunto, y a aquellos particulares que, aún con buena intención, queden con graves desviaciones.

Vamos por partes:

Problema uno

Es un hecho que las encuestas son utilizadas como parte de la propaganda electoral, y hasta el momento en México no hay control que haya valido para evitar la falsificación de resultados en algunos casos, con fines que van desde inhibir el voto hasta convencer a los indecisos. En elecciones pasadas, el INE ha llegado incluso a sancionar a empresas encuestadoras, pero con el daño ya hecho.

Problema dos

Todas las encuestas tienen un grado de desviación, pero incluso siguiendo las reglas de estadística más rigurosas hay variaciones importantes que dependen de la muestra. En el caudal de encuestas durante una campaña electoral sí puede distinguirse claramente a aquellas que tienen un menor grado de desviación, generalmente las empresas más serias, que incluso siguen con cierta fidelidad el cambio en la opinión pública a lo largo de la campaña. Pero ni aún éstas están preparadas para el siguiente problema.

Problema tres

No cabe duda de que hay un porcentaje importante de personas que simplemente miente en las encuestas. Motivos políticos y de poder existen con toda claridad, lo mismo que desconfianza hacia quienes aplican la encuesta, no hay duda.

En un análisis muy detallado de lo que sucedió en las últimas elecciones en el siglo XXI en México, el experto Ricardo de la Peña, presidente ejecutivo de ISA, recopiló a conciencia las desviaciones que han tenido las encuestas nacionales a partir de las elecciones de 2000. Su investigación se publicó en la Revista Mexicana de Opinión Pública, y puede consultarse aquí.

Un hallazgo importante de este estudio es que ni las mejores encuestas de salida estuvieron cerca del porcentaje final obtenido por el candidato ganador a la presidencia en la elección de 2018. La diferencia de hasta 10 puntos porcentuales sólo es explicable por el hecho de que un número importante de personas optó por ocultar su intención de voto aún en ese momento.

Además de la obvia cuestión de poder, la mentira en las encuestas se extiende hasta el terreno de la Psicología. No hace mucho, la agencia de noticias británica BBC publicó este artículo sobre la costumbre de mentir en las encuestas de sexo, alcohol o alimentación. Simplemente existe una diferencia radical entre el porcentaje de gente en Gran Bretaña que condena la bebida, y la compra de estos productos en el país. No tiene sentido. La gente tiende a declarar lo que piensa que se ve mejor, ¡aunque la encuesta sea anónima!

El problema cuatro es emergente

Hasta el momento, las encuestas con perfil más tecnológico o que utilizan métodos innovadores, como los encuestadores automáticos, no han podido acercarse a la precisión de las encuestas tradicionales, casa por casa. Son bastante menos precisas, de acuerdo con el análisis histórico. Creo seriamente que el avance de la inteligencia artificial, entre otras cosas herramientas, va a lograr muy pronto eliminar esta brecha. Pero hay que trabajar.

En contra de lo que se juzgó de primera mano en 2018, el estudio de Ricardo de la Peña también encontró que las encuestadoras se desviaron más de la realidad en las elecciones presidenciales pasadas que en las cuatro anteriores. Es cierto, la mayoría distinguió claramente al ganador de la presidencia, pero los porcentajes en promedio estuvieron más lejos de la realidad que en otras ocasiones. En medio de todo ello, algunas empresas del ramo se han mantenido consistentes y con menores desviaciones, desde hace más de 20 años. Sin embargo, otras muchas han contribuido a bajar el promedio.

Es un buen ejercicio que la propia industria estudie y critique sus resultados. Sin embargo, es preciso ir más allá para prevenir el daño reputacional por el manoseo en las encuestas. Mejores estándares y difusión de buenas prácticas, más supervisión y autorregulación podrían ayudar a controlar el riesgo. Igualmente, la innovación tecnológica debe buscar cómo mejorar su precisión y abrir sus datos y metodología, para ponerse a la altura de las circunstancias. Finalmente, de ser necesario, la industria debe participar en el diseño de una regulación más justa, que evite el mal manejo de las encuestas por parte de los partidos políticos.

*Edgar Rodríguez es presidente de la Asociación Mexicana de Comunicadores (AMCO) y director de Diálogo Corporativo.

Nota del editor: Este texto pertenece a nuestra sección de Opinión y refleja únicamente la visión del autor, no necesariamente el punto de vista de Alto Nivel.

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