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Los 5 desafíos de los Consejos de Administración de empresas en Latinoamérica

28-07-2022, 6:00:00 AM Por:
© Depostiphotos

La profunda crisis sanitaria cambió significativamente la forma en la que operan las empresas. Esperar lo inesperado es el nuevo mantra.

Por Guadalupe Castañeda*

Son diversos los desafíos presentes en las economías de Latinoamérica en los últimos años, un cuadro amplificado por los efectos de la pandemia de COVID-19. La encuesta Prioridades del Directorio para 2022 en Latinoamérica −a cargo del EY Center for Board Matters y aplicada por primera vez en 2019−, fue realizada a integrantes de los Consejos de Administración en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México y Perú.

Los resultados obtenidos orientan esta publicación a cinco temas que guían los debates en las reuniones de los Consejos, sobre todo en una región con desafíos tan particulares como esta. Sus inquietudes no están restringidas a las fronteras de los países, ni son exclusivas de ellos. Los desafíos del Gobierno Corporativo son sistémicos y globales. No obstante, deben desarrollar una nueva mentalidad, y contar con nuevas provocaciones y tecnologías que den sentido al negocio, especialmente en cinco ejes:

1. Ambiente regulatorio y políticas públicas

Este es el primer aspecto de interés para los Consejos. Sabemos que la normativa es una variable indisociable de los negocios en cualquier lugar del mundo. Sin embargo, el ambiente de inseguridad jurídica peculiar de los países latinoamericanos, que tanto preocupa a los Consejeros, afecta de forma aún más sensible la planeación empresarial, las decisiones de inversiones y los diversos riesgos inherentes a la actividad corporativa.

De esta forma, las compañías son desafiadas constantemente a buscar estrategias cada vez más efectivas en la gestión de su ambiente regulatorio. Por más que no haya una “fórmula única” aplicable a todas las organizaciones, el monitoreo activo de los actos normativos relacionados con el respectivo sector de actuación es una buena práctica inicial indispensable. En ese sentido, las compañías pueden contar con consultorías especializadas en diversos países de Latinoamérica y herramientas tecnológicas para ayudarlas en el ejercicio de esta relevante función.

2.     Transformación digital y uso adecuado de nuevas tecnologías

Se trata del capítulo más reciente de esta dinámica de reconfiguración acelerada de los negocios y del próximo punto de inflexión en la historia. El aspecto destacado es la omnipresencia de soluciones sofisticadas difundiéndose en todos los sectores de la economía, y redefiniendo los parámetros competitivos y las fronteras de los sectores.

El gran desafío de entendimiento de esta dinámica transformadora y, por consiguiente, de la formulación de las respuestas corporativas, reside en la capacidad de ver las consecuencias más allá de la simple aplicación de la tecnología. La transformación digital habilita la creación de espacios de negocio enteramente nuevos, con parámetros competitivos y lógicas internas completamente innovadoras y, por lo tanto, diferentes de las dominadas por las empresas establecidas.

Las empresas deben ver la transformación digital como una oportunidad de negocio en un mundo digital. Esto se acentuó con la difusión y la adopción de nuevas tecnologías en la crisis reciente de COVID-19, ya que diversos sectores tuvieron que replantear sus estrategias competitivas por o hacia modelos centrados en herramientas digitales.

3.     Cultura y propósito de la compañía

En más de dos años de pandemia, la dinámica de trabajo cambió radicalmente. La activación del mercado de trabajo ha atizado la búsqueda de profesionales calificados. En este escenario, una gran cantidad de personas cambió de empleo e ingresó a nuevas empresas en el formato remoto. Incorporarse a nuevos equipos, establecer confianza y generar resultados en un contexto en el que las personas no se vieron personalmente pasó a ser un desafío común.

La cultura puede ser difícil de entender y discutir, aún más de gestionar, porque es intangible. Mucho de la cultura está arraigado en comportamientos, mentalidades y estándares sociales implícitos, agregándosele un factor extra de dificultad cuando solamente, o la mayor parte del tiempo, interactuamos de modo virtual. En este contexto es necesario que el Consejo exija como estrategia de crecimiento y sostenibilidad del negocio el fortalecimiento y la diseminación de la cultura, de los valores y del propósito organizacional.

Más importante que divulgar frases de incentivo en la empresa, es hacer que el ambiente de trabajo sea un espacio propicio al desarrollo y crecimiento personal y profesional del individuo. La responsabilidad de diseminar la cultura de la organización en primera instancia es del equipo directivo y de los socios y accionistas. Los integrantes de Consejos deben exigir que exista una estrategia para lograr esta diseminación de cultura organizacional.

4.     Planeación estratégica a largo plazo y asignación de capital

La reanudación del crecimiento económico a partir del inicio de la vacunación en masa contra el COVID-19 vino aliada a una profunda necesidad de cambio de los modelos de negocio de las compañías, que tuvieron que crear nuevos diferenciales competitivos en un mundo en el que lo físico y lo digital convergían de forma acelerada y los clientes adoptaban nuevos hábitos de consumo con igual velocidad.

La experiencia de EY en evaluar y diseñar esas jornadas de transformación de los negocios con clientes muestra que las empresas exitosas comienzan las discusiones con la palabra “estrategia”. Las elecciones fundamentales que la componen se tornan aún más cruciales en un ambiente que requiere mayor coordinación entre las partes y con una gama más amplia de alternativas y modelos en constante evolución. Dos puntos son particularmente importantes en estas discusiones de estrategia y nuevos modelos de negocio: la experiencia del cliente y el costo eficiente de las soluciones.

5.     Resultados, desempeño y metas económico-financieras

Cuando se pone la lupa sobre las compañías latinoamericanas, se observan buenos resultados en términos de ingresos. Buena parte de las empresas cerrarán el año con resultados positivos, regresando a niveles anteriores a la pandemia. Esto no significa que el camino haya sido o que será fácil. Estas tuvieron que reinventarse ante las diferentes necesidades que fueron surgiendo desde el inicio de la pandemia. Muchas vieron cambiar la combinación de sus ingresos y costos, debido principalmente a las nuevas preferencias de los consumidores (por ejemplo, aumento de las ventas por canales electrónicos).

Al hablar de rentabilidad, la reactivación a nivel prepandemia no es tan evidente como la observada en la línea de ingresos de las compañías. El aumento de costos y gastos viene ejerciendo presión sobre los márgenes financieros. Una de las explicaciones está en los cuellos de botella de la oferta industrial y en los consecuentes aumentos de los costos de los insumos, generados por la demanda más activa y por la inflación generalizada.

También parte de las compañías aumentaron sus gastos al reestructurarse para adecuarse a los cambios en el mercado y exigencias sanitarias de prevención y protección. El desafío está en trasladar el aumento de costos al precio final, dada la reducción del poder de compra del consumidor.

Se le suma a este cuadro el alza de las tasas de interés para contener la inflación cada vez más prevalente y el alto nivel de volatilidad en los mercados. El grado de impacto va a depender principalmente de la estructura de capital de las empresas y de los tipos de productos comercializados.

Existe un factor macroeconómico más que merece ser destacado: el andamiaje fiscal de los países. Después del aumento del gasto público para combatir los efectos de la pandemia, los países de la región tienen como principal desafío estabilizar la deuda pública, teniendo como objetivo anclar las expectativas. Menor recaudación por parte de los gobiernos, elevados costos de financiación y presiones políticas pueden formar una tormenta perfecta sobre las expectativas. Estas incertidumbres sacuden la confianza empresarial, resonando en las inversiones y en la valuación futura de los activos.

Aun cuando ya se observa un aumento en el nivel de vacunación y recuperación de las economías de todo el mundo, los Consejos deben concentrarse en el valor, la cultura y el talento a largo plazo, para impulsar la transformación organizacional en un mundo después del COVID-19.

No cabe duda de que la profunda crisis sanitaria cambió significativamente la forma en la que operan las empresas. Esperar lo inesperado es el nuevo mantra; sin embargo, algunos cambios parecen ineludibles: un mayor número de empleados trabajará remotamente con más frecuencia; las cadenas de suministros serán reorganizadas para maximizar la agilidad y flexibilidad; la tecnología tendrá mayor relevancia en los modelos de negocio; y los criterios ambientales, sociales y de gobernanza (ASG) tendrán estándares que se deberán cumplir globalmente.

De esta forma, en 2022 será más crítico que nunca que los Consejos coadyuven a que las empresas se concentren en generar valor a largo plazo y promover una cultura de cambio continuo. Al hacerlo, desarrollando también una fuerza de trabajo preparada para el futuro, las organizaciones estarán mejor posicionadas para el éxito y para contribuir a un cambio sistémico duradero.

*Guadalupe Castañeda es socia de Mercados y directora de la Red de Consejeros México de EY

Nota del editor: Este texto pertenece a nuestra sección de Opinión y refleja únicamente la visión del autor, no necesariamente el punto de vista de Alto Nivel.

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