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Opinión

¿De qué sirve un país lleno de licenciados?

20-03-2018, 9:57:06 AM Por:

En México se está cerrando la brecha salarial. Contar con un título universitario no es garantía de un mejor salario y la inversión en educación universitaria no solucionará el problema de la productividad estancada que enfrenta nuestro país.

En México hay una obsesión con la educación, particularmente la universitaria. Se le considera como una llave para la prosperidad personal, y por ende familiar. Los padres tienen la educación de los hijos como una obsesión, y se entiende. La educación se considera como una herencia que se va entregando en vida, en muchas ocasiones más valiosa que un patrimonio de activos que pueda dejarse a la siguiente generación. La educación es el proverbial enseñar a pescar en lugar de regalar el pescado.

¿Por un país de licenciados?

Esa obsesión con la educación superior se refleja en la fascinación de tantas personas por los títulos. Hace un par de generaciones todavía concedía cierto lustre el título de “Bachiller”, aunque nada como el ser “Licenciado”. Por supuesto, en décadas recientes eso ya no es suficiente. Seguía lo de “Maestría”, aunque en esos casos muchas veces se prestaba a una divertida confusión, entre los maestros con posgrado, aquellos de escuela y, por supuesto, los “maistros” de obra. En la actualidad es casi de rigor para alguien con ambiciones políticas el presentarse como “doctor”. Ello ha llevado, por supuesto, a cierta proliferación de falsos doctores.

Hasta la fecha, una promesa electoral clave es ofrecer la creación de más universidades. La noción de calidad académica brilla por su ausencia, pues lo que obviamente importa es la cantidad. La reciente elección en Estado de México fue un concurso de demagogia, y por supuesto abundaron los ofrecimientos de universidades por doquier. La mejor inversión para los recursos públicos está en la educación preescolar y primaria, pero eso no trae el brillo de la educación universitaria, en muchas ocasiones un impresionante desperdicio de recursos en instalaciones que en ocasiones no llegan siquiera a fábrica de títulos. Un ejemplo excepcional, aunque por desgracia dista de ser único, de ese tiradero de dinero es la Universidad Autónoma de la Ciudad de México.

Si se trata de convertir a México en un país lleno de licenciados, hay un fuerte avance. De todo tipo, públicas o privadas, de excelencia, mediocres o patito, las instituciones de educación superior han surgido como hongos tras la lluvia por todo el país. Todo indica que la proliferación seguirá, considerando las promesas de aquellos que quieren ganar un puesto de elección popular.

Lo que ha llevado a una depreciación del certificado universitario. Es ley de oferta y demanda: hay ya demasiados licenciados, y el título pierde valor. Hay muchas universidades patito, privadas y públicas, que son fábricas de bonitos pergaminos con foto, sellos y firmas. Mucho se habla de que en México los salarios se han estancado o incluso reducido en años recientes. Un factor importante en los salarios profesionales, sobre todo de los universitarios recién egresados, puede ser esa relativa abundancia.

Demasiados licenciados, pocos técnicos

Las estimaciones y análisis más recientes por parte de INEGI y el Banco de México indican que el mercado laboral se está “apretando”. Esto es, que hay cierta escasez de trabajadores en relación a las necesidades de la economía. Esto es evidente en muchas ciudades de México, en que es notoria la abundancia de letreros ofreciendo empleos. Pueden ser comercios pequeños o medianos, restaurantes o lugares similares, pero es evidente que hay cierta demanda insatisfecha de trabajadores.

Muchísimos de esos empleos no ofrecen salarios elevados, ciertamente. Pero la evidencia anecdótica indica que esos salarios no están cayendo, o incluso presentan incrementos moderados. Estos son los salarios, ingresos, pagos del servicio doméstico, plomeros, carpinteros, meseros… mientras que aquellos con una carrera universitaria se estancan o incluso caen.

Esto es, hay indicativos de que en México se está cerrando la brecha salarial. Ocurre que eso es típico de muchas naciones avanzadas, en que contar con un título universitario no es garantía de un mejor salario con respecto a personas con un nivel educativo inferior, o en que incluso una persona especializada en cierta rama (como podría ser un mecánico o un plomero), fácilmente puede ganar más dinero a cambio de su trabajo que un egresado con carrera universitaria.

Problema grave: poca productividad

De ser esto correcto, el problema es que la política pública, y sobre todo los políticos, siguen entusiasmados con la idea de tener un país lleno de graduados universitarios. El cambio que se está observado en el mercado laboral, de ser correcto (y la tendencia global lo es), demanda otra clase de educación posterior a la preparatoria, incluso la secundaria, para muchas personas. No es el caso en México: el camino que se construye y millones siguen ambicionando pasa por las aulas universitarias.

¿Por qué no están subiendo parejo los salarios? La respuesta es ampliamente conocida: la productividad general de la economía se encuentra estancada, lo que inhibe el crecimiento salarial (difícil cobrar más cuando se produce lo mismo). ¿Por qué entonces suben los salarios de aquellos menos capacitados? Por la escasez relativa mencionada.

El aumento relativo de los salarios de aquellos poco capacitados, de paso, hace todavía más estéril el debate sobre el salario mínimo, otro tema predilecto de ciertos políticos. Aumentarlo solo permite un lucimiento inútil, puesto que legalmente poquísimos lo ganan, y en la realidad prácticamente nadie. Simplemente, es complicado encontrar en México a una persona dispuesta a trabajar ocho horas cada día a cambio de 88.36 pesos. Lo que abunda, en cambio, son ofertas de trabajo con salarios mucho más elevados. Siguen siendo bajos en términos de poder de compra, pero están muy por arriba de un salario mínimo que, en realidad, está muy por debajo del mínimo del mercado.

Los problemas en torno a educación y salarios son múltiples, e indicativos de mayores problemas en el futuro: una productividad estancada, con gobernantes enfocados en aumentar salarios por decreto y en ofrecer fábricas de futuros licenciados que tendrán que competir (y muchos perderán) con personas cuyas habilidades serán más demandadas, como por ejemplo instalar o arreglar la plomería de una casa.

El autor es doctor en Economía (Essex), economista (ITAM) y comunicólogo (UNAM). Profesor, Escuela de Negocios del ITESO, Investigador Asociado CEEY. Trabajó en el FMI.

Nota del editor: Este texto pertenece a nuestra sección de Opinión y refleja la visión del autor, no necesariamente el punto de vista de Alto Nivel.

autor Doctor en Economía (Essex), economista (ITAM) y comunicólogo (UNAM). Profesor, Escuela de Negocios del ITESO, Investigador Asociado CEEY. Trabajó en el FMI.
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