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Desglosando el déficit comercial de 2022

14-06-2022, 8:05:59 AM Por:
© EFE

La diferencia entre el superávit de 2021 y el déficit de 2022 tiene diversas explicaciones. Una de ellas es la heterogeneidad en la recuperación de la economía mexicana y la estadounidense.

Por Alejandro J. Saldaña Brito, economista en jefe de Grupo Financiero Bx+

En 14 de los últimos 15 meses, la balanza comercial de México ha registrado un déficit. Es decir, que el valor de lo que vendemos al resto del mundo es inferior al de lo que le compramos. Esto puede deberse a una gran cantidad de factores y no necesariamente tiene que leerse como algo negativo, contrario a lo que usualmente se cree.

El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) reportó que la balanza comercial en abril tuvo un saldo deficitario por 4.3 mil millones de dólares (mmdd), el mayor en dos años. Así, en el acumulado del año, el déficit comercial ascendió a 9.3 mmdd, lo que contrasta con el superávit de 0.5 mmdd observado durante los primeros cuatro meses de 2021.

La diferencia entre el superávit de 2021 y el déficit de 2022 tiene diversas explicaciones. Una de ellas, quizá a la que más atención deberíamos de prestar, es la heterogeneidad en el ritmo al cual se recuperaron la economía mexicana y la estadounidense, el principal socio comercial.

Tras la crisis de 2020, los estímulos fiscales y monetarios y una amplia campaña de vacunación, estimularon la reapertura económica, la recuperación en el empleo y el gasto de los estadounidenses. De hecho, el rebote del gasto fue de tal magnitud, que el valor real de las ventas minoristas a abril de 2021 era 15.6% mayor que su valor en febrero de 2020. Ello se reflejó en una mayor actividad industrial en los Estados Unidos (EE.UU), para satisfacer al consumo, pero también elevó a las exportaciones mexicanas, tanto de bienes de uso final como intermedio. Al mismo tiempo, en México, donde prácticamente no se dieron estímulos y el proceso de vacunación fue menos veloz, la recuperación económica fue más modesta, lo que naturalmente se reflejó en el gasto. De hecho, las ventas minoristas recuperaron su nivel pre-pandemia hasta febrero pasado.

En consecuencia, ese superávit comercial podría interpretarse que, como consecuencia de una relativa lenta recuperación económica en el país, le comprábamos menos de lo que le vendíamos al resto del mundo.

Ahora, la economía mexicana, aunque todavía muestra cierto rezago, ha seguido recuperándose, permitiendo que las importaciones sigan creciendo. Esto definitivamente es algo positivo. Por su parte, las exportaciones también han avanzado ante una sólida demanda en los EE. UU., pero han visto algunos tropiezos, asociados a las obstrucciones en las cadenas mundiales de suministro, especialmente en la producción de vehículos, que son el principal producto de exportación.

Esto último, por sí mismo, no es suficiente para explicar el déficit comercial de los meses recientes. Hay que añadir otro ingrediente a nuestro análisis: los precios del petróleo y otras materias primas.

Recordemos que México es importador neto de productos petroleros desde 2015. Ya con eso en mente, es evidente que, al recuperarse la movilidad de las personas, el transporte de mercancías y la producción industrial, crezca nuestra demanda por gasolinas, diesel, gas y otros energéticos, de origen doméstico e importado. Además, los precios internacionales del petróleo se han presionado por arriba de los 100 dpb, por la recuperación económica mundial (mayor demanda) y por la guerra en Ucrania y el embargo aplicado por unas naciones al crudo ruso (menor oferta). También el conflicto geopolítico generó incrementos notables en los precios de granos, como el trigo, del cual México también es un importador neto. Es así que el valor de las importaciones apuntó en abril pasado un récord histórico: 52.1 mmdd.

En conclusión, el déficit comercial puede deberse a una amplia variedad de factores, algunos de ellos no necesariamente negativos, como lo es la recuperación en la demanda interna. Ahora, si el déficit se extiende, ya sea por incrementos adicionales en los precios del petróleo y/o por más obstrucciones en la producción automotriz, sería razonable esperar que se concreten presiones en el tipo de cambio, pues estaríamos demandando más dólares para pagar lo que le compramos al resto del mundo de los que obtenemos a través de las exportaciones.

Nota del editor: Este texto pertenece a nuestra sección de Opinión y refleja únicamente la visión del autor, no necesariamente el punto de vista de Alto Nivel.

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