¿Hubo complot de la CIA para asesinar a John F. Kennedy?

La desclasificación de más de 77,000 páginas de registros del asesinato del presidente de EEUU, en 1963, han reavivado las teorías de una conspiración.
Son 2,343 archivos que contienen 77,100 páginas de registros que habían permanecido reservados a lo largo de poco más de 61 años: Se trata de los documentos que agentes y oficiales de inteligencia elaboraron con motivo del asesinato del presidente estadounidense John F. Kennedy, y que la semana pasada se desclasificaron, avivando las viejas teorías de una conspiración.
Varios cientos de estas páginas hoy digitalizadas se habían conocido solo parcialmente, ya que en sus párrafos se conservaban los típicos espacios tachados en negro, vedando detalles que el gobierno de la Unión Americana, y sus agencias de seguridad, preferían mantener en la opacidad.
Hoy -que ya se encuentran sin restricción alguna- destaca un memorándum secreto elaborado en 1961 por el asistente especial de Kennedy, Arthur Schlesinger Jr., en el que este le sugería al mandatario desmantelar a la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés), debido al poder que ostentaba esa institución.
Las páginas de este memorándum muestran que, como presidente, John. F. Kennedy mantenía cierta desconfianza con la CIA, pues desde entonces esa agencia no rendía muchas cuentas sobre las operaciones encubiertas que realizaba alrededor del mundo, utilizando para ello a varios miles de agentes que simulaban ser diplomáticos en las principales Embajadas de Estados Unidos.
¿Una operación de la CIA?
En la legación estadounidense en París, Francia, por ejemplo, 123 diplomáticos en realidad eran empleados de la CIA; mientras que en Chile 11 de los 13 “oficiales políticos” de la Embajada norteamericana en Santiago también eran agentes de la “Compañía”, como se le conoce coloquialmente en español a la agencia.
“Alrededor de 1,500 de ellos están bajo cobertura del Departamento de Estado (los otros 2,200 están presumiblemente bajo cobertura militar u otros funcionarios no estatales)”, dice el documento de Schlesinger en referencia a la “fachada” pública que sostenían los agentes.
En este caso, la teoría del complot considera que la CIA temía su desaparición durante la administración de Kennedy, por lo que la seguridad del presidente no habría sido una prioridad para la agencia.
Algunos autores han sugerido, sin que existan pruebas específicas, que Lee Harvey Oswald, hasta ahora el asesino solitario de John F. Kennedy, habría sido utilizado por la CIA como lo que él mismo afirmó cuando fue detenido la tarde del viernes 22 de noviembre de 1963: “Solo soy un chivo expiatorio (I’m just a patsy)”, dijo vehemente en medio de un enjambre de policías y reporteros.
Esa presunción, que ubica a la CIA como parte de una presunta conspiración contra el jefe del Estado de la Unión Americana, se refuerza con un memorándum fechado en 1967 en el que se reporta que un exoficial de inteligencia del Ejército de Estados Unidos le habría dicho a un amigo que un “pequeño grupo dentro de la CIA” estuvo involucrado en el crimen.
El militar, de nombre Gary Underhill, apunta el documento, habría huido de Washington, D.C. un día después del asesinato del presidente, debido a que temía por su vida.
Cinco meses después del magnicidio, el 5 de mayo de 1964, Underhill fue hallado muerto en su departamento de la capital estadounidense. En su autopsia se afirmó que se trataba de un suicidio.
La KGB, ¿involucrada?
John Fitzgerald Kennedy fue asesinado a tiros el 22 de noviembre de 1963, cuando se encontraba en un auto descapotable que transitaba por la calle Elm, en la Plaza Dealey en Dallas, Texas.
Oficialmente, un año después del homicidio, la Comisión Warren, formada para investigar los hechos por orden del sucesor de JFK, el presidente Lyndon B. Johnson, concluyó que el único autor del asesinato había sido el exmarine de 24 años Lee Harvey Oswald.
Casado con una mujer entonces de nacionalidad soviética, a la que conoció cuando vivió en Minsk, en lo que hoy es Bielorrusia, Oswald pereció dos días después que Kennedy por “una hemorragia, secundaria a una herida de bala en el pecho”, dice su autopsia.
El autor de ese disparo fue el empresario de centros nocturnos Jack Ruby, quien a su vez murió de cáncer en la cárcel en 1967.
Lee Harvey Oswald vivió en la ya extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) entre 1959 y 1961, donde incluso renunció a su nacionalidad estadounidense, lo que obviamente la CIA conocía, pues también hay un cable de esa agencia que lo ubica en Finlandia cuatro años antes del magnicidio.

Entre los nuevos archivos desclasificados hay uno que versa sobre un oficial del Comité para la Seguridad del Estado soviético, conocido como la KGB, en el que este revela que Oswald no tenía relación con esta agencia de espionaje.
“Nunca fue un agente controlado por la KGB”, le dijo “Slava” Nikonov a un académico estadounidense identificado como E.B. Smith. Este último, aclara el documento, afirmó haber charlado con Nikonov en Moscú sobre Oswald.
El reporte, que fue elaborado en noviembre de 1991, asegura que Nikonov, como funcionario de la KGB, habría revisado cinco amplios archivos sobre el asesino de JFK, concluyendo que Lee Harvey Oswald no era un agente al servicio de la Unión Soviética, aunque la KGB sí lo vigiló estrechamente durante su estadía en Minsk.
Esta información, hasta ahora desconocida, no logra descartar la posibilidad de que Oswald trabajara o colaborara con la KGB, pues en 2023 ALTO NIVEL tuvo acceso a otros cables desclasificados, y a documentos que se encuentran en el Archivo General de la Nación de nuestro país, en los que se muestra que el exmarine se reunió con funcionarios de la Embajada soviética en México.
¿Advertencias ignoradas?
Como se sabe, 57 días antes del asesinato de John F. Kennedy, Lee Harvey Oswald estuvo en México. Tenía la intención de conseguir una visa de tránsito para viajar a Cuba, y de ahí trasladarse a la actual ciudad ucraniana de Odesa, que entonces era parte de la Unión Soviética.
Las llamadas que hizo a la legación de la URSS, en las que el mismo Oswald hace referencia de un encuentro sostenido en suelo mexicano con el cónsul soviético, son elementos mucho más robustos que el reporte que revela las conclusiones del exagente de la KGB “Slava” Nikonov.
Asimismo, otra ficha desclasificada la semana pasada da cuenta de una carta escrita en 1978 por un hombre de nombre Sergyj Czornonoh. El autor de la misiva dice que en julio de 1963 fue detenido en Londres e interrogado sobre Oswald.
Czornonoh presuntamente sabía de las intenciones homicidas del estadounidense, y alertó de ello a las autoridades inglesas.
De igual forma, entre los archivos que ordenó desclasificar el presidente Donald Trump hay informes que prueban que la CIA conocía con precisión buena parte de los movimientos de Oswald, mucho antes del homicidio de JFK, lo que durante años negó esa agencia.
Distintos “fantasmas” como se les denomina popularmente en Estados Unidos a quienes laboran para la Agencia Central de Inteligencia, reportaron desde 1959 qué hacía, cómo pensaba, y qué problemas personales tenía el hombre que la tarde de un viernes soleado pasó a la historia como quien asesinó -en solitario- al carismático presidente demócrata John F. Kennedy.
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