¿Es usted un workahólico?
Pensar siempre en el trabajo, iniciar y terminar el día en la oficina, puede parecer normal, pero en exceso, puede volverse un problema de salud.
La palabra workaholic se hizo popular hace varios años, exactamente en 1971 cuando el psicólogo Wayne Oates la dio a conocer en su libro “Confesiones de un workaholic”.
Se trata de una persona cuyo principio y fin en la vida tiene un sólo nombre: trabajo. Estos adictos a la oficina no toman vacaciones, se dedican excesivamente a asuntos laborales y muchas veces su vida, se reduce a papeles y reuniones. La palabra, como bien lo indica, vincula rasgos viciosos o adictivos de la personalidad -como en el alcoholismo (alcoholism)- al trabajo (work). “Es una adicción disfrazada”, dice Bryan Robinson, autor del libro “Encadenado al escritorio: Una guía para trabajólicos” (Chained to the Desk: A Guidebook for Workaholics, Their Partners and Children, and the Clinicians Who Treat Them). “Es muy común que las personas confundan los síntomas del ‘trabajo excesivo’ con ‘trabajo duro’”. Su explicación radica en varias causas, pero la más aceptada por psicólogos y sociólogos es que estos individuos se sienten realizados como personas en el trabajo más que en otras actividades. Cuando no lo logran o sufren ciertos reveses el resultado es más que evidente: mucha frustración.
Sin embargo, calificar como un workaholico no es del todo malo. Existen características positivas idealmente aplicables al resto de los colegas. Éstas son:
- Mayor iniciativa.
- Alta motivación para entregarse al trabajo.
- Satisfacción con el estilo de vida elegido.
- Facilidad para sobrepasar expectativas.
- Aumento de competitividad en el ámbito laboral.
- Mejores habilidades para la supervisión.
- Encuentran más fácilmente soluciones.
- Mayor poder de decisión.
Por otro lado, también hay patrones negativos que no son saludables para el workaholic, ni su entorno más cercano. Estos son:
- Compromiso excesivo y compulsivo con la actividad profesional.
- Pensar en el trabajo cuando no se está en él.
- Ansiedad e inseguridad ante responsabilidades laborales.
- Sus “entretenimientos” tienen que ver con su profesión.
- Esperar que todos trabajen como él.
- No disponer de un sistema de prioridades estables.
- Sentido de culpa cuando no trabaja.
- Sus familiares lo acusan de mostrar más interés por el trabajo que por ellos.
- Experimentar placer cuando relata lo mucho y lo duro que trabaja.
- No tomar vacaciones.
Ante esta serie de particularidades lo más sano es buscar el equilibrio entre trabajo-familia y trabajo-ocio.
Si usted conoce un workaholico, o piensa que puede ser uno de ellos, considere que en un principio destacará en el ambiente laboral. No obstante, con el paso del tiempo se volverá un elemento poco grato para el resto de sus compañeros, generando recelo, envidia o simplemente desagrado.
Además, esta conducta irá en directo desmedro de su salud y funciones fisiológicas, vida social, familiar y personal… sencillamente contra su tiempo libre.