¿Cómo identificar si tu jefe está creando un ambiente tóxico de trabajo?
En caso de que hayas laborado con un jefe tóxico, seguramente los comportamientos que mencionaremos te serán conocidos.
Cada vez es más importante lograr la armonía en el lugar de trabajo, el liderazgo juega un rol fundamental para poder mantener la motivación de los empleados, para que ellos puedan sacar su máxima productividad. Sin embargo, es común encontrar supervisores o gerentes que influyen de manera negativa en la relación con sus colegas, generando un ambiente tenso y carente de bienestar.
Para reconocer si estás viviendo en una cultura laboral tóxica, es preciso considerar las situaciones que se presentarán, ya sea para identificar si estás siendo víctima de estos, o bien, teniendo estos comportamientos negativos al momento de estar supervisando el trabajo de otros, de acuerdo con información recogida de Fast Company.
1. Llevarte todo el crédito y culpar a los demás
Lo hacen notar al inicio de su carrera para llamar la atención sobre si mismos y dejan a un lado las cosas positivas que han logrado otras personas. No obstante, cuando te toca supervisar un equipo, es bueno darle el crédito que se merece a los empleados, en eso radica un buen líder. Además, es bueno agradecer a todos los que desempeñaron una función para que el proyecto resultara exitoso.
Por su parte, cuando la situación va mal, es ideal que los lideres carguen con la culpa, incluso si un miembro del equipo cometió algún error, porque el papel de un líder es asegurarse de que todos estuvieran preparados, verificar el estado del proyecto y enfrentar los pasos en falso. Por lo que los líderes también deben protegerse de culpar a quienes supervisan por las cosas que van mal en el grupo.
Hay dos tipos de jefes que no siguen estos consejos, primero están aquellos sin experiencia que a menudo se muestra reacios a compartir el crédito por los éxitos obtenidos. En segundo lugar, son aquellos jefes narcisistas que casi nunca comparten el crédito o que culpan.
Estos son los tipos de jefes que dejan insatisfechos a los equipos de trabajo y desmotivados, por lo que es más difícil que puedan ser productivos. Cuando alguien trabaja duro en un proyecto solo para ver que alguien más recibe todo el crédito, tiene pocos incentivos para esforzarse mucho para completar el próximo proyecto. Y cuando se les culpa por el fracaso de un esfuerzo grupal, se debilita aún más su deseo de trabajar duro, según información de Fast Company.
2. Crean incertidumbre
Saber que sucederá a continuación ayuda a dar tranquilidad, los entornos que generan más ansiedad son los inciertos. Cuando no sepas que esperar a continuación, ahí debes estar al pendiente si algo malo podría suceder.
Los buenos líderes generan un panorama más predecible para su equipo. Además, saben comunicar las expectativas de forma clara o las superan. Evitan cambios caprichosos en la misión. Comunican los cambios de personal lo más rápido posible. Brindan tanta información como pueden en tiempos inestables, como durante la crisis de salud por Covid-19. Incluso aceptan cuando ellos mismos no conocen exactamente lo que vendrá después.
No obstante, este medio sostiene que es fácil que los jefes no proporcionen este tipo de entorno estable. Muchos supervisores sienten que el conocimiento es poder, por lo que la información se proporciona solo cuando es necesario. Mueven los postes de la portería por capricho o se sienten atraídos por algún proyecto nuevo y cambian el enfoque de las personas sin consultarlos. Ocultan información sobre personas que podrían ser despedidas, lo que hace que las personas se preocupen por la estabilidad de sus trabajos.
Esta clase de incertidumbre puede generar ansiedad en un grupo de trabajo, misma que es una calamidad potencial que la gente quiere evitar. Un equipo ansioso a menudo lidiará con esa ansiedad evitando el trabajo por completo o enfocándose en pequeñas tareas sin mucha relevancia.
3. Siembran desconfianza
Los seres humanos somos sociales por naturaleza, pero para poder cooperar, tiene que existir confianza entre nosotros. Logramos el éxito gracias a la notable capacidad de cooperar, pero debes creer que otras personas recompensarán ese esfuerzo para garantizar el los proyectos conjuntos puedan tener éxito.
La cooperación está ligada con la confianza. Si comparte información crítica con un colega para obtener ayuda con un proyecto, ese colega podría tomar la información y avanzar en su propia carrera, dejándolo atrás. Si hace un esfuerzo que no es recíproco, habrá perdido mucho tiempo, que podría haberse dedicado a otros objetivos, según explica el sitio.
En los lugares donde las personas no cooperan, las cosas se desmoronan rápido. Los colegas no comparten información, por lo que los proyectos se estancan porque las personas no saben todo lo que necesitan saber para tener éxito. Los compañeros de trabajo no se ayudan entre sí, por lo que los proyectos toman más tiempo porque no tienen a las personas con la experiencia adecuada trabajando en cada etapa. Y si los colegas comienzan a atribuirse el mérito del trabajo en el que otras personas ayudaron, también se genera mucha tensión interpersonal.
Los malos jefes pueden crear un ambiente tóxico cuando fomentan una competencia que no es sana entre sus empleados, en lugar de incitar a que todos trabajen juntos y de forma colaborativa para llevar a cabo los proyectos de forma exitosa. Además, fomentan un ambiente de desconfianza cuando tienen miembros favoritos en su equipo de trabajo, lo cual hará que compitan por la atención. Igual, un mal jefe puede socavar el sentido de equipo al recompensar a las personas que se cuidan a sí mismas en lugar de colaborar.
4. Exagerar en los castigos, en lugar de premiar
Es más fácil que una interacción negativa se quede en tu memoria y afecte tu estado de ánimo que un simple elogio. Si bien, la ira y los castigos tienen un efecto negativo a largo plazo en el lugar de trabajo, a menudo son efectivos en el instante. Puedes conseguir que alguien haga lo que quieras de inmediato amenazándolo. Puede ocasionar demasiada energía gritando a alguien por un error.
Por lo tanto, es sencillo ver cómo un jefe puede sentirse recompensado al usar castigos y la amenaza de castigos para mantener a la gente motivada.
Lo malo es que las acciones disciplinarias, los gritos o simplemente las críticas duras, en última instancia, reducen la alegría de las personas de venir a trabajar. Comienza a buscar motivos para evadir a su jefe y evitar comprometerse con el trabajo.
Por otro lado, los buenos jefes recompensan el trabajo de sus empleados, elogiando los proyectos que hayan salido bien, haciendo ver las mejoras en su rendimiento y crean nuevas oportunidades para las personas que muestran iniciativa.
Así que cuando alguien se equivoque, agradezca por llamar su atención sobre los errores. Concentre las críticas en las acciones más que en los motivos de la persona. Haga un entorno donde los errores sean oportunidades de aprender, en lugar de razones de castigo.
Sin embargo, lo anterior no quiere decir que nunca vayan a existir consecuencias negativas. Los castigos deben ser para cuando haya negligencias y no errores.
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