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El EZLN, a 30 años del levantamiento armado y la rebeldía

26-12-2023, 8:46:18 AM Por:
© Surya Palacios El comandante Tacho en rueda de prensa, junto con otros integrantes indígenas del EZLN y personal de la Cruz Roja Mexicana a cargo de su seguridad, en los diálogos celebrados en 1995 en el municipio de San Andrés Larrainzar, Chiapas.

El 1 de enero de 2024 se cumplen tres décadas del movimiento armado, y poco ha cambiado entre las comunidades zapatistas, en 1994 sufrían pobreza extrema, hoy además padecen el embate de la delincuencia organizada.

Modificó las relaciones de poder en algunas comunidades indígenas del estado de Chiapas, y mostró al mundo que la apertura comercial y modernización de México eran sumamente desiguales, situación que -por cierto- no ha cambiado mucho: Es el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), una sui generis guerrilla que ha logrado mantenerse en rebeldía durante 30 años.

Hace seis lustros se sublevaron hartos de la pobreza, la exclusión y el abandono gubernamental, hoy esos problemas no han desaparecido, y aunque formalmente ya no están en guerra en contra del Estado mexicano, y este ya no los persigue, siguen reclamando ser tomados en cuenta ante la violencia que actualmente ejercen grupos del crimen organizado.

“Las principales ciudades del suroriental estado mexicano de Chiapas están en un completo caos”, por eso “no es seguro” acudir a las zonas zapatistas en este trigésimo aniversario, pues en decenas de municipios “hay bloqueos, asaltos, secuestros, cobro de piso, reclutamiento forzado, (y) balaceras”, advirtió desde noviembre pasado el grupo guerrillero.

A diferencia de lo que ocurrió al amanecer del sábado 1 de enero de 1994, ahora el EZLN ya no es una fuerza armada, sino un movimiento social que ha experimentado distintas formas de organización comunitaria, las cuales destacan por la cohesión y solidaridad entre sus integrantes.

Esas estructuras civiles, aglutinadas en los llamados Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas y en las Juntas de Buen Gobierno, desaparecieron este año ante “la tormenta” que padece Chiapas, un estado empobrecido que se están disputando dos cárteles de la droga, mientras el Ejército y la Guardia Nacional se dedican a la detención de migrantes, se quejó hace un mes el EZLN.

Marxismo vs. indigenismo

Cuando México estrenaba la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, aquel primer día de enero de 1994, el EZLN irrumpió como una guerrilla marxista dispuesta a derrocar al gobierno del entonces hegemónico Partido Revolucionario Institucional (PRI).

Su líder, el subcomandante Marcos, hoy autodenominado con el grado de capitán, siempre negó ser el cabecilla de los zapatistas, decía ser solo el portavoz de la dirigencia guerrillera que recaía en el llamado Comité Clandestino Revolucionario Indígena (CCRI).

No obstante, en las acciones militares del inicio de aquel año, en los Diálogos de Paz, celebrados en febrero de 1994 en la catedral de San Cristóbal de las Casas, y en las reuniones de octubre de 1995 en San Andrés Larrainzar, Marcos era el único que tomaba todas las decisiones del EZLN.

De hecho, si este no acudía a alguno de los encuentros sostenidos con representantes del gobierno federal y legisladores, los líderes del CCRI, quienes presuntamente mandaban en la guerrilla, no podían concretar ningún acuerdo.

Marcos, cuyo nombre es Rafael Sebastián Guillén Vicente, hoy de 66 años, llegó a las montañas chiapanecas en 1984, junto con otros miembros de las Fuerzas de Liberación Nacional (FLN), un movimiento armado que nació en 1969 en Monterrey, Nuevo León.

Guillén Vicente, cuya identidad fue dada a conocer en 1995 por la entonces Procuraduría General de la República (FGR), es originario de Tampico, Tamaulipas. Estudió filosofía en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y antes de ser guerrillero era docente de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), en la capital del país.

Integrantes y líderes de las FLN, entre ellos Fernando Yáñez Muñoz, el comandante Germán, fundaron el EZLN en noviembre de 1983 con la idea de continuar la lucha armada de las guerrillas urbanas de los años setenta. Casi diez años después, en enero de 1993, se decidió el alzamiento en el que Marcos fungiría como el responsable militar.

Documentos de inteligencia del gobierno federal, así como el mismo Yáñez Muñoz, han revelado que los comandantes indígenas Tacho, David, Zebedeo y Ramona, y el mayor Moisés, entre otros, solo eran responsables políticos de sus respectivas comunidades, y no cuadros militares, como aseguraba Marcos.

De hecho, según el comandante Germán, Marcos alteró “la estructura que le habían señalado los estatutos” de las Fuerzas de Liberación Nacional. “Él los trastocó, dijo que era una organización indígena, ignoró la teoría marxista que aplica en nuestra lucha y que tuvo éxito”, comentó en 2021 Fernando Yáñez Muñoz.

Las FLN rompieron con el EZLN en 2013 porque la guerrilla dejó de reivindicar el marxismo prácticamente desde que cesaron los enfrentamientos armados, a partir del 12 de enero de 1994.

Cambios y continuidad

Desde entonces, a lo largo de las últimas tres décadas, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional cambió la dinámica social de una parte de las poblaciones indígenas de los Altos de Chiapas, lo que incluyó el reconocimiento de la igualdad entre hombres y mujeres; el fomento de la educación, la cultura y el deporte; y la toma de decisiones comunitarias horizontales.

Con el paso del tiempo, muchos de sus integrantes abandonaron el EZLN en silencio, optando por la vida civil lejos de las comunidades de la Selva Lacandona, pues la guerrilla como tal ya solo es un testimonio histórico que ocasionalmente se manifiesta a través de comunicados.

Un documento desclasificado parcialmente por el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN), cuya copia posee ALTO NIVEL, apunta que los desertores de la guerrilla mermaron el número de armas que inicialmente tenía el EZLN.

Apoyados con recursos económicos de diversas organizaciones civiles, sobre todo extranjeras, los zapatistas hoy son un grupo que poco tiene que ver con aquellos insurgentes que empuñaron las armas en el ocaso del gobierno del presidente Carlos Salinas de Gortari.

Si bien formalmente nunca entregaron el armamento que poseían, el que exhibieron hace tres décadas no era muy robusto, por eso privilegiaron la política y se convirtieron en un movimiento social cuya influencia no podemos ignorar, sobre todo cuando la pobreza sigue siendo una deuda pendiente que el país tiene con la población indígena, a lo que ahora se ha sumado la violencia del narcotráfico.

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autor Periodista y abogada, especialista en análisis jurídico y de derechos humanos. Ha sido reportera, conductora de radio y editora.
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