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Economía

¿Por qué las devaluaciones en Argentina ya no son noticia?

19-12-2023, 9:11:13 AM Por:
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No se trata de minimizar la crisis argentina pero en otras épocas, toda América Latina se hubiera cimbrado, tal como sucedió con el "tequilazo" de 1994.

En diciembre de 1994, Latinoamérica se cimbró con la devaluación del peso mexicano. Dicho evento impactó de lleno a la región y llevó a una profunda crisis a su segunda mayor economía. Fueron tan profundas las consecuencias de aquella devaluación, la última que ha ocurrido hasta ahora en nuestro país, que por un tiempo incluso el dólar fue sacudido y las posturas para esta divisa eran vendedoras. El “Tequilazo”, uno de los sobrenombres con los que se conoció al evento, dejó claro que Latinoamérica estaba bajo la influencia de algunas economías representativas.

Sin embargo, muchas cosas han sucedido desde entonces y, si bien la globalización es hoy una realidad (aunque esté en reversa en ciertas regiones del planeta), también hay algunas señales que muestran que los mercados reaccionan hoy de manera distinta, al tiempo que otras economías que antes eran relevantes hoy ya no lo son tanto, o bien la influencia está más acotada.

Los titanes latinoamericanos del siglo pasado

Al final del siglo pasado, especialmente en el último cuarto, Latinoamérica contaba claramente con cuatro economías representativas, por orden de tamaño y relevancia eran: Brasil, México, Argentina y Chile.

Lo que sucediera con estos países determinaba en gran medida la trayectoria de la región; la gran depresión de Latinoamérica de los años ochenta estuvo determinada en gran medida por la crisis de la economía brasileña junto con una marcada inestabilidad política en esos años; asimismo por la volatilidad financiera y económica de Argentina, impactando de manera especial a la parte sur de la zona.

Pero más al norte las cosas no iban mucho mejor: México, enfrentaba una profunda crisis y con ello era inevitable que todos los demás países se hundieran en el mismo fenómeno.

Entre 1980 y 1990, la inflación en México promedió 47 por ciento mensual y para el año 1988 alcanzó niveles de triple dígito: 180 por ciento. La hiperinflación se apoderó de la economía; mientras, las constantes devaluaciones mermaban la credibilidad sobre la economía, eso sentó las bases para el gran colapso de 1994, cuando el régimen cambiario vigente no pudo soportar más.

La crisis de ese año fue la más profunda en el país y en la región, pero con el paso de los años permitió corregir muchos de los grandes problemas estructurales que habían hundido en crisis a México y, en parte, a la región completa.

Sin embargo, al final del siglo la zona se mantuvo bajo la influencia de crisis en países como Argentina, con fenómenos como “el corralito” que, si bien no llegó a influir de la manera en la que influyó la crisis del peso mexicano, sí dejó claro que Latinoamérica no podía deslindarse de la influencia de sus cuatro titanes.

Pero la influencia de economías más grandes en la región donde se ubican es histórica. Por ejemplo, en Europa lo que suceda con Alemania es determinante; asimismo la influencia de China y Japón en Asia es un hecho rotundo; Rusia tiene gran relevancia con los países cercanos y más allá. Desde luego, no podemos olvidar la influencia global de la economía de Estados Unidos. Sin embargo, en ocasiones la influencia de algunas naciones puede disminuir, o de plano ser nula.

Gran devaluación de Argentina, sin efectos en Latinoamérica

El pasado martes 12 de diciembre el presidente entrante de Argentina, Javier Milei, determinó una devaluación del peso argentino, de 400 pesos a 800 por dólar, junto con otras medidas económicas que llevarán al país a una profunda recesión, algo que el mismo mandatario advirtió desde antes de que ganara las elecciones en su país, y que ratificó cuando fue electo.

La devaluación en Argentina fue muy profunda, un macro ajuste digno de aquellas décadas en las que la región estaba hundida en crisis constantes que provocaron graves efectos generacionales.

Un ajuste con la profundidad registrada este mes por el peso argentino y la serie de medidas anunciadas, hubieran impactado en otras épocas a los mercados financieros de la región, pero no fue así.

El día después de la gran devaluación del peso argentino, la moneda de Brasil tuvo una depreciación de 0.12 por ciento; por su parte el peso chileno se apreció 0.10 por ciento, el peso colombiano ganó 0.35 por ciento, mientras que el peso mexicano se depreció 0.08 por ciento.

Para efectos prácticos, la gran devaluación del peso argentino fue ignorada por los mercados locales.

En materia de bonos no hubo ningún efecto, la deuda en Latinoamérica se mantuvo sin variaciones y así ha sucedido a lo largo de los días con las monedas y los bonos de la región.

Pero la pregunta es ¿por qué la brutal devaluación de Argentina no impactó en Latinoamérica como en otras épocas?

La respuesta radica precisamente en la historia de las devaluaciones del país y de la región, así como la gestión estructural económica en esta zona durante las tres últimas décadas.

Concretamente, la “inmunidad” de Latinoamérica a eventos que antes provocaban grandes traumas económicos puede explicarse por tres causas.

1. Los regímenes cambiarios

En décadas pasadas, especialmente los 80 y 90 del siglo 21, Latinoamérica fue un “experimento cambiario regional y mundial”, existieron en esta zona tantos regímenes cambiarios como se les pudiera ocurrir a los economistas y gobiernos de entonces, a la sazón todos fallidos.

Estos experimentos llevaban al fracaso constante no solamente a las economías más importantes, sino a todas en general porque se provocaba un efecto de contagio imposible de contener.

Hoy, como sabemos, la mayoría de los países de la región tienen un régimen cambiario de libre flotación. Paradójicamente, dicho régimen es una especie de “vacuna” contra ajustes tan bruscos en países que todavía tienen esquemas cambiarios distintos, como Argentina, y lo es porque la libre flotación se ajusta preponderantemente al contexto de cada economía, los mercados se fijan más en los llamados “fundamentales económicos” de cada país. El siguiente punto es igualmente ilustrativo.

2. La estructura inflacionaria

Argentina tendrá este año una devaluación superior al 100 por ciento, dicho por el propio Milei. La inflación en este país será una de las más altas del mundo; de hecho, solamente superada por la que se registrará en Venezuela (otro triste y lamentable fracaso económico de nuestros tiempos en Latinoamérica), y por la reportada en alguna nación africana.

La inflación antes señalada en Argentina obedece casi exclusivamente a causas internas, es reflejo del desorden estructural en la economía del país, ese que se supone arreglará la nueva administración.

Con todos sus problemas, Latinoamérica ha avanzado mucho en esta materia, la inflación dejó de ser un problema estructural en la mayoría de los países y no tendrían por qué reaccionar al desorden argentino.

3. Latinoamérica se “divorció” de sí misma

Hablando de estructuras económicas, la región también ha avanzado con economías que se diferencian una de otra, ya no tanto como un todo, sino más individuales.

Por ejemplo, hoy México es evaluado más por su desempeño económico, por factores como el nearshoring y sus beneficios, más que por un suceso de algo que le queda muy lejos, como la devaluación del peso argentino.

Incluso Brasil, pese a su cercanía con Argentina es evaluado por su contexto económico, factores como su relación con la región de Asia, los acuerdos con Europa y su estructura económica. Chile de igual forma, Colombia, Perú e incluso países con problemas más profundos como Ecuador.

Latinoamérica se “divorció” de sí misma porque cada país ha avanzado en las últimas décadas en algunos temas, otros más se encuentran estancados en ciertos asuntos o, de plano, han retrocedido. El caso es que hoy los inversionistas no ven a la economía de la región como algo único, sino que la consideran como una economía diversa, eso fue positivo para que en Latinoamérica prácticamente pasara “desapercibida” la enésima macrodevaluación del peso argentino.

Es cierto que los avances en Latinoamérica todavía tienen mucho camino por andar, pero en 30 años es evidente la diferencia.

Hace tres décadas el “tequilazo” cimbró a la región, hoy el drama argentino se limitó a ser consignado en los medios como noticia de ese país, prácticamente nadie consideró hacer un trabajo sobre las repercusiones en la región porque, en los hechos, no los hay.

Y no se trata de minimizar la crisis argentina ni desdeñar su relevancia, es simplemente que, por fortuna, los tiempos son otros.

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