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Economía

Las diferencias (y los costos) entre una empresa pública y una empresa productiva del Estado

15-02-2024, 11:51:01 AM Por:
© Especial

En los hechos, la reforma energética de 2013 se revirtió con el trato que reciben Pemex y CFE, pero con un alto costo para las finanzas públicas.

La Comisión Federal de Electricidad (CFE) volverá a ser una “Empresa Pública” y no más una “Empresa Productiva del Estado”, en caso de que se apruebe la iniciativa de reforma constitucional enviada hace unos días por el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, al Congreso del país.

El cambio es mucho más profundo que una denominación, en juego están miles de millones de pesos y dólares, e incluso la supervivencia de empresas como la CFE y también Pemex.

Pero también, la denominación por sí misma representa un impacto para las atribuladas finanzas públicas de este país. Aunque en los hechos, la iniciativa de reforma (en caso de ser aprobada) solamente formalizará lo que se ha dado a lo largo del sexenio, el trato de empresas públicas que han recibido la CFE y Pemex le ha costado miles de millones de dólares a los ciudadanos.

Tanto Pemex como la CFE estaban denominadas como Empresas Productivas del Estado de acuerdo con la reforma energética de 2013, así las recibió la presente administración y, si no alcanza el tiempo, quizás así las dejará, pero en la práctica ambas compañías serán igual que antes, empresas públicas o empresas paraestatales, con las posibles ventajas que pudiera tener lo anterior, y los enormes costos que hemos constatado tiene dicho trato.

Empresas públicas, ¿utilidad social o nacionalismo caduco?

Las empresas públicas, no solamente en México sino en todo el mundo, tienen aparente utilidad social, y al decir aparente nos referimos a que no necesariamente esa utilidad beneficia a la sociedad, o quizás la beneficia menos de lo que la perjudica.

La reforma energética de 2013 buscaba que las dos grandes empresas monopólicas del estado mexicano, tanto Pemex en la industria petrolera como CFE en la industria eléctrica, compitieran en sus respectivos mercados para que llegaran al objetivo de ser rentables o lo menos costosas posibles para el estado mexicano que, por años, las mantuvo bajo su administración, demostrando que es un mal administrador. Pemex y CFE debían ser competitivas y rentables en un mundo en el que es la única forma de sobrevivir.

Luego de décadas de malas administraciones y malos resultados, el objetivo de llevarlas a la eficiencia y rentabilidad no se iba a lograr de la noche a la mañana, no en un sexenio y quizás tampoco en dos. Por eso, en el arribo de la presente administración y bajo criterios de nacionalismo, las empresas empezaron a ser tratadas como compañías públicas. En los hechos se revirtió la reforma energética de 2013.

Condonación de impuestos, pérdidas y deuda soberana, pero siguen en quiebra

Tan solo en la presente semana, el gobierno mexicano anunció que le condonará a Pemex los impuestos de los meses de octubre, noviembre, diciembre y enero, que según algunos cálculos llegarían a ser de hasta 86,640 millones de pesos, algo así como 4,950 millones de dólares al tipo de cambio promedio de inicio de año de 17.50 pesos por dólar.

Esta condonación de impuestos es la más reciente de una serie de medidas implementadas a lo largo del sexenio para mantener a flote a la petrolera que, de no ser por su estatus de empresa pública, habría quebrado desde hace mucho, simplemente no es viable.

En el sexenio, el gobierno de México ha inyectado a Pemex alrededor de 809 mil 800 millones de pesos por concepto de aportaciones patrimoniales, estímulos fiscales y otros apoyos. Esto al cierre del primer semestre del año pasado y sin considerar las condonaciones recientes de impuestos. Pemex es un auténtico barril sin fondo. Este año de plano el gobierno tomó la deuda de la empresa como propia; es decir, como deuda soberana, pero ni así se recupera la compañía. De hecho, terminará el sexenio como la petrolera más endeudada del planeta, tal como lo inició.

La CFE no se queda atrás, si bien no ha recibido tanto apoyo financiero como Pemex, su historia de empresa con nula rentabilidad es evidente desde hace décadas.

Con su papel de empresa productiva del estado se supone que cambiaría, pero no fue así porque no se le dio el tiempo necesario y este sexenio empezó a ser tratada otra vez como empresa pública monopólica.

La frialdad de los números lo dice todo. En el sexenio, la CFE únicamente ha reportado un año con utilidades, en 2019, cuando ganó 3 mil 214 millones de pesos, según sus cifras.

A partir de entonces la historia cambió. En 2020 tuvo pérdidas por 46 mil 127 millones de pesos; en 2021 perdió 14 mil 780 millones de pesos; en 2022, tuvo números rojos por 50 mil 671 millones de pesos, y en 2023 la tendencia era la misma, estamos a la espera de las cifras definitivas, pero es casi seguro que la empresa pública seguirá en números rojos.

Cinco diferencias entre empresa pública y empresa productiva del Estado

1. La empresa pública recibe apoyo financiero total del estado; la empresa productiva del estado recibe apoyo financiero limitado

2. El objetivo de la empresa pública nacionalismo social; la empresa productiva del estado tiene objetivos de rentabilidad financiera.

3. La empresa pública es monopólica; la empresa productiva del estado no es monopólica y compite en su mercado.

4. La empresa pública es un “gigante” en número de empleados y activos, sin importar duplicidad de funciones y activos improductivos; la empresa productiva del estado trata de reducir su tamaño en busca de rentabilidad.

5. La empresa pública es, por lo general, poco eficiente; la empresa productiva del estado trata de ser más eficiente para no ser una carga para el estado y el país.

En aras de la llamada “soberanía energética”, las empresas productivas del estado, Pemex y CFE, han dejado de serlo. Al menos en lo que a cifras se refiere, un balance preliminar del sexenio indica que el cambio no fue favorable para el país, pero el nacionalismo tuvo más peso.

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