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Bosques latinoamericanos, una solución para el cambio climático y una oportunidad social para la región

01-12-2021, 6:00:00 AM Por:
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Los bosques latinoamericanos son uno de los pulmones del planeta, aunque empiezan a enfermar por la deforestación. Restaurarlos es una gran oportunidad para lograr una civilización neutral en carbono.

Por Igor Galo*

“Todo el CO2 de este viaje será compensado por Cabify mediante la protección de árboles en la Amazonia”. Este es el mensaje que los usuarios de la start up española, presente también en Iberoamérica, reciben después de hacer una reserva en su servicio de coches con conductor. La firma también informa en su desglose de precios que aplica una tasa de servicio, seguridad y sostenibilidad del 4% destinada, en parte, a acciones medioambientales.

De esta forma, la compañía de taxis garantiza que sus servicios “no generan” un aumento del CO2 presente en la atmósfera. Pero como, hasta que toda su flota mundial de coches sea eléctrica, su modelo de negocio se basa en quemar gasolina y diésel, tiene que buscar algún método para que el CO2 producido por su actividad sea absorbido. Y lo hace protegiendo una extensión de bosque en la Amazonia, ya que los árboles son depuradores naturales del dióxido de carbono, que lo convierten en oxígeno mediante la fotosíntesis.

Su competencia Uber tiene una iniciativa similar, denominada Uber Planet, que está en marcha en mercados como Perú, México, Ecuador, Colombia o Costa Rica. A través de esta iniciativa los pasajeros pagan unos céntimos más por kilómetro recorrido que son invertidos en proyectos como la protección de bosques en Puebla (México) o la construcción de una central hidroeléctrica en Cajamarca (Perú) que produce electricidad sin generar gases de efecto invernadero, lo que evita qumar carbón o diésel para producir esa misma electricidad.

Con estas acciones, las empresas pueden presentarse antes sus clientes y la sociedad como sostenibles, o “neutrales en carbono” mediante la obtención de certificados de descarbonización. No son los únicos ejemplos. Miles las empresas en todo el planeta que se han unido a iniciativas como esta para impulsar proyectos que ayuden a crear sumideros de CO2 en Latinoamérica. Es el caso, entre otros muchos, de la española Repsol, con un proyecto de protección de la selva Madre de Dios,  BBVA, que logra certificados de compensación de carbono mediante la proyección de bosques en Tabasco, Nayarit y Chiapas (México) o Nike, en Brasil.

Las big tech también cuentan con Latinoamérica como destino para sus acciones de neutralización de carbono. Dos ejemplo son Amazon  o Apple, que está restaurando manglares en Colombia, un ecosistema que depura más CO2 que ningún otro. 

La firma del iPhone lo hace a través de Conservation international, una empresa sin ánimo de lucro que ofrece soluciones para que las empresas neutralicen sus emisiones mediante proyectos en Bolivia o en Perú.  Es solo una de las muchas organizaciones, o empresas del cuarto sector, que desarrollan proyectos de este tipo.

El funcionamiento es el siguiente: Una empresa emite CO2, u otros gases de efecto invernaderos (o GEIs, como el metano o el óxido nitroso), en el desarrollo de su actividad. Para compensar estas emisiones, destinan dinero al desarrollo de este tipo de proyectos que, por lo general, desarrollan empresas especializadas que primero miden la huella de CO2, luego proponen métodos de reducir las emisiones, que sin duda es la mejor opción y, finalmente, proponen proyectos de mitigación de los GEIs,  como por ejemplo la reforestación de áreas o cuidados de bosques.

En el proceso se crean nuevas empresas, puestos de trabajo y riqueza local en las regiones donde se trabaja. Un nuevo segmento en el que Latinoamérica tiene mucho que aportar al planeta y que es, además, una excelente oportunidad para desarrollar un nuevo tipo de economía en la región.

No es extraño, por lo tanto, que estén empezando a surgir muchas empresas y start-ups de este sector en el subcontinente como CarbonSink en Argentina, Planeta Carbono Neutral en México o Carboneutral en Chile . También en España como Climatetrade   o Ceroco2 , que ofrecen servicios para compensar el CO2 mediante proyectos en Latinoamérica.

Gran potencial para revertir el circulo vicioso de gases invernadero, cambio climático, pobreza y migraciones

Las oportunidades que América Latina tiene en este campo son enormes. La región emite el 5% de las emisiones de CO2 del planeta según del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), pero alberga más del 20% de los bosques, y la mayor cantidad de bosques primigenios de la Tierra, los que más dióxido de carbono pueden absorber.

En cierta medida, la región está depurando el CO2 del resto del mundo. El planeta elimina entre 9,5 y 11 Gt de CO2 al año gracias a los bosques y océanos, según estimaciones científicas, mientras que las emisiones globales anuales de CO2 alcanzaron 38 Gt en 2019 según la Unión Europea.

Es decir, el planeta solo puede absorber una cuarta parte del CO2 que produce cada año la humanidad en estos momentos.  Y lo peor es que la deforestación y los incendios están reduciendo la capacidad del planeta de absorber este gas y aumentado las temperaturas en un círculo vicioso que acelera el cambio climático. Según la FAO, desde 1990 el planeta ha perdido 178 millones de hectáreas de bosque, la mayor parte de ellas en Sudamérica, y con una pérdida porcentualmente muy significativa también en Centroamérica.

Los bosques latinoamericanos son uno de los pulmones del planeta, aunque empiecen a estar parcialmente enfermos por la deforestación. Restaurarlos es una gran oportunidad que tiene la humanidad para lograr una civilización neutral en carbono. Y también una oportunidad económica y social que el continente no puede dejar pasar, y que la sociedad internacional tiene que apoyar. Algo que ya está empezando a ocurrir como hemos visto con los ejemplos citados al comienzo de este artículo.

Es muy posible que, como alegan los críticos, los certificados de absorción de carbón obtenidos mediante la protección de bosques, con los que muchas empresas se presentan como neutrales en carbono, están a medio camino entre el marketing, el famoso greenwashing, y los deseos genuinos de lograr un planeta sustentable. Y que, en cualquier caso, el primer paso debe ser la reducción de las emisiones de CO2 que su compensación.

También es posible que haya prácticas irregulares en este “mercado verde” donde aún hace falta mucha regulación para certificar que los proyectos son realmente beneficiosos, es decir, que ayudan a reducir el CO2 en la atmosfera. Y por supuesto, es cierto que esta no es la solución única ni definitiva para la reducción del CO2 en atmosfera hasta niveles que sean aceptables para el planeta y la humanidad.

Reducir las emisiones brutas de CO2 sustituyendo combustibles fósiles por otros que no emitan CO2 y sean sostenibles es un imperativo. Apostar por la energía solar, la eólica o el hidrógeno verde es urgente, así como repensar los procesos industriales y agrícola.

Pero no cabe duda de que preservar los bosques existentes, y regenerar los perdidos, son parte de la solución al cambio climático y aumento de las temperaturas por el aumento de gases invernadero como el CO2, como ya se estableció en los artículo 4 y 5 del Acuerdo de París durante la celebración de la COP21.

Y Latinoamérica tiene mucho que ofrecer al mundo en este campo. A pesar de que los bosques han pasado de ocupar el 53% de su territorio a solo el 47% en los últimos treinta años según el Banco Mundial, la región sigue siendo una de las mayores reservas forestales del mundo.

Si se consigue implementar de forma rigurosa y científica estos proyectos, además de colaborar en la mitigación del problema del CO2 y el cambio climático, podrían tener un alto impacto potencial en la preservación de la biodiversidad de la región o en la preservación de pueblos indígenas de la región, entre otros aspectos positivos. Sin olvidar la generación de fuentes de crecimiento económico sostenible en países y regiones desfavorecidas, que ayudarían a mitigar otro fenómeno cada vez más ligado al cambio climático, la creciente migración de poblaciones.

Una oportunidad interesante para América Latina, y para la humanidad, de revertir el circulo vicioso de gases invernadero, cambio climático, pobreza y migraciones.

*Igor Galo es director Asociado de Comunicación para América Latina en IE University

Nota del editor: Este texto pertenece a nuestra sección de Opinión y refleja únicamente la visión del autor, no necesariamente el punto de vista de Alto Nivel.

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