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Privatizar, rescatar o desmantelar, ¿qué hacemos con Pemex?

18-03-2024, 7:01:19 PM Por:
© Reuters

También en las campañas ya se contrastan las dos visiones que han llevado al fracaso histórico de la petrolera mexicana.

En los primeros quince días de las campañas protagonizadas por tres personajes que están en búsqueda de la presidencia del país, el tema de Petróleos Mexicanos (Pemex) se puso sobre la mesa por parte de las dos candidatas punteras, Claudia Sheinbaum y Xochitl Gálvez.

Cada una desde su particular punto de vista, anticipó una especie de hoja de ruta sobre lo que haría cada una de ellas con la atribulada petrolera mexicana, en caso de ganar.

Hoy 18 de marzo, en un aniversario más de la expropiación petrolera, hace ya 86 años, los mexicanos somos testigos de cómo están en disputa dos modelos que en los hechos ambos han fracasado y colaborado para llevar a Pemex a la situación en la que se encuentra actualmente.

Privatizar, rescatar o desmantelar, ¿qué hacemos con Pemex?, la pregunta no es poca cosa, esos son los escenarios que hoy en el debate político se ponen sobre la mesa para intentar llevar a Pemex a la zona de la rentabilidad para el país, pero todo lo anteriormente señalado se ha intentado y todo ha fracasado.

Responder la pregunta en un artículo sería muy presuntuoso, pero es obligación consignar los hechos y las circunstancias que han llevado a Pemex al fracaso; se acerca el primer centenario de la expropiación petrolera y cuando menos hoy, no hay nada que celebrar.

Ni la privatización ni el rescate, Pemex seguirá como la petrolera más endeudada del mundo

La reforma energética de 2014 buscó que tanto Pemex como la CFE se convirtieran en empresas rentables para el gobierno, empezaron por el nombre y les dieron el carácter de “Empresas productivas del estado”.

La reforma energética generó un nuevo modelo de mercados en el sector, caracterizado por la apertura, la competencia y la integración global, según se decía.

Los inversionistas privados nacionales y extranjeros podrían participar en proyectos de exploración, extracción y transformación industrial, así como en servicios de transporte, almacenamiento y comercialización.

Las rondas de inversión en exploración  comprometieron un total de 65 mil 939 millones de dólares, de los cuáles el año pasado se invirtieron 3,074 millones, la cifra más alta desde 2015.

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En total desde que este mecanismo de inversión entre Pemex e inversionistas privados entró en vigencia, se han invertido 15 mil 563 millones de dólares, un relativo éxito si se considera que el horizonte de inversión se extiende al año 2033 y que el monto total invertido debería ser mayor pero las rondas de inversión en exploración se detuvieron en este sexenio por cuestiones ideológicas.

El gobierno actual acusó que la reforma energética de 2014 en realidad era un esquema de privatización. 

Sus acusaciones las sustentó en varios datos pero uno en especial fue irrebatible, acusó que recibió del gobierno anterior a Pemex con una deuda enorme, de 110,000 millones de dólares. 

Era cierto, de hecho, Pemex terminó el sexenio pasado como la petrolera más endeudada del planeta, el gobierno actual dijo que la reforma energética de su antecesor había sido un rotundo fracaso.

Para aliviar o intentar aliviar ese fracaso y regresar a Pemex a la senda de la rentabilidad y sobre todo, para lograr lo que denominaron la “soberanía energética” este gobierno revirtió la reforma energética de 2014 con acciones como la que ya señalamos de cancelar las rondas exploratorias, hasta pretender impulsar la producción petrolera con la adquisición de una refinería (Deer Park), y la construcción de otra (Dos Bocas), además del irrestricto e ilimitado apoyo financiero a Pemex, al grado de convertir la deuda de la petrolera en deuda soberana, es decir deuda del país.

Durante el sexenio el apoyo financiero a Pemex no tiene precedente, las cifras de la propia petrolera al cierre de 2023, donde se consignan también los balances de la administración,  no dejan lugar a dudas.

En aportaciones de capital, es decir, dinero que el erario transfirió a Pemex, se le han inyectado 870 mil millones de pesos.

Además, se le han canalizado diversas cantidades en apoyos fiscales. 

Por ejemplo, se le asignaron 500 mil millones de pesos de reducción en la DUC, que es el derecho que Pemex nos debe pagar a los mexicanos por extraer el petróleo de la nación, es decir de todos los mexicanos. 

Además, en créditos fiscales, que no es otra cosa mas que condonación de impuestos, se le han dado a Pemex 230 mil millones de pesos.

Todo lo anterior suma nada más y nada menos que 1.65 billones de pesos en apoyos financieros diversos para Pemex.

Considerando el tipo de cambio promedio entre 2019 y 2023 de 18.5 pesos esto equivale a 89,000 millones de dólares.

Pero hay una mala noticia todo fue inútil porque Pemex terminará el sexenio tal como lo inició, como la petrolera más endeudada del planeta, debe menos pero todavía debe mucho, alrededor de 105 mil millones de dólares.

O quizás sí ha servido de algo el mundo de dinero que el gobierno federal ha transferido a Pemex en este sexenio convirtiendo a la compañía en una especie de “barril sin fondo”; el monto transferido, que es equivalente al PIB de Venezuela (93,000 millones de dólares), ha servido para que no cerrara sus puertas, ya que de otra manera no se explica cómo puede seguir funcionando.

Dos modelos, dos fracasos

En estos días, cuando se cumplen 86 años se la expropiación petrolera, no puede observarse con mayor nitidez el fracaso de dos modelos de administración que han llevado a Pemex prácticamente a la bancarrota y la han dejado en una situación lastimosa.

Por eso la gran pregunta sigue en el aire: ¿Qué hacemos con Pemex?; y tiene más vigencia todavía porque las propuestas de quienes aspiran a gobernar este país no dicen mucho o lo que dicen sigue enfocado en los modelos fracasados.

Por un lado dicen que modernizar a Pemex y poner a funcionarios eficientes y honestos llevará  a Pemex al éxito y la sacará de sus problemas; y por otra parte mantener el apoyo para Pemex y evitar la corrupción y la privatización, es decir seguir con la misma receta de los seis últimos años, dicen que es la clave para que Pemex se salve, nada nuevo en el horizonte.

¿Qué hacemos con Pemex?, la pregunta sigue en el aire y urgen respuestas definitivas, no el empecinamiento en modelos que ya probaron que no funcionan y que le han costado a los mexicanos billones de pesos.

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