Gasto público, factor de riesgo creciente para las siguientes generaciones
La reorientación de las prioridades no hizo sino crecer este indicador, sin que quede claro de qué manera se financiará los próximos años.
El gobierno federal en funciones reorientó el gasto bajo su premisa es favorecer a las clases sociales más desprotegidas, así como para crear infraestructura y obras que desde su punto de vista generarán más desarrollo y bienestar social en el futuro.
Al margen de evaluar con los años cuáles fueron los verdaderos resultados de la estrategia, cabría revisar en qué se está gastando, además de sobre todo conocer las fuentes de los ingresos ya que no solamente se observa una clara reorientación del gasto, a lo que tiene derecho el gobierno actual ya que para eso fue elegido entre otras cosas, para administrar los recursos de todos los mexicanos, sino que se gasta cada vez más.
Inversión en infraestructura, el doble
El gobierno federal en voz del presidente Andrés Manuel López Obrador ha señalado que el gasto en inversión pública se duplicó durante el sexenio, al pasar de 500,000 millones de pesos en 2018, es decir al cierre de la administración pasada, a 1 billón de pesos en este año.
Desde luego ahí se contempla la construcción de obras como el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, la refinería de Dos Bocas, el Tren Maya y otras más menos publicitadas.
Este gasto en infraestructura sin duda es un detonante de la expansión económica, al menos así sucede en un inicio, sobre todo cuando la economía está deprimida.
Si de verdad el gasto de la inversión pública se incrementó en esa magnitud, habría que esperar los beneficios para el desarrollo que tendrán esas obras en el futuro ya que como sabemos no es un reflejo inmediato.
Gasto social, expansión incontenible
En el contexto actual, el gasto social en el país tiene una expansión incontenible durante el sexenio..
Solo en el primer semestre de este año el gasto social rebasó los 800,000 millones de pesos.
En el sexenio el gasto social es una de las bases , o quizás su base principal y va desde apoyo a las clases populares hasta pensiones y una amplia variedad en el gasto.
El gasto social pareciera incontenible tan sólo se espera que en 2024 el gasto en pensiones se incrementa al menos 20 por ciento por ser un año electoral.
Pero el gasto en pensiones también es creciente, convirtiéndose en una auténtica “bomba de tiempo” convertido además en un gasto inevitable.
El gasto en México, especialmente marcado en la presente administración por su reorientación hacia programas sociales y generación de infraestructura en el sureste del país, deberá revisarse porque nuestro país mantiene un déficit público (gasta más de lo que recibe), que si bien se mantiene bajo control, es un factor de presión para las finanzas públicas.
Para disminuir dichas presiones y en su momento generar más ingresos para financiar el gasto, nuestro país solamente tiene dos opciones;
1) Subir impuestos: Algo que se antoja verdaderamente imposible y menos en el marco de un año electoral, como el de 2024.
2) Generar un mayor crecimiento, de hecho generar crecimiento muy superior al potencial de las décadas recientes cuando la economía no ha podido crecer más allá de 2.5 por ciento en el mejor de los casos.
Dado que los dos factores de impulso inmediato para los ingresos lucen imposibles en el plazo inmediato, lo que queda es esperar que no se genere una crisis en las finanzas públicas mientras encontrarnos la forma de aumentar los ingresos para financiar el gasto, especialmente el gasto social.
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