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Así fue la gestión de Alejandro Encinas como comisionado del caso Ayotzinapa

20-10-2023, 5:54:02 PM Por:
© Europa Press.

Debilitado y criticado parte de los padres de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, Encinas ha aterrizado en el confort de ser asesor de la candidata presidencial Claudia Sheinbaum.

Enfrentado con altos mandos del Ejército, desacreditado por su jefe, el presidente Andrés Manuel López Obrador, y con la acusación de informar una versión similar a la llamada “verdad histórica”, Alejandro Encinas renunció a sus cargos como subsecretario de Gobernación, y presidente de la Comisión para la Verdad del caso Ayotzinapa, sin cumplir el compromiso de encontrar a los 43 normalistas desaparecidos en Iguala, Guerrero, en 2014.

Su labor principal era conocer -primero- el paradero de los jóvenes, o al menos lograr reunir los elementos de prueba que explicaran de manera fehaciente y veraz cuál fue su destino final.

En segundo lugar, todas las pruebas que obtuviera su oficina también debían servir para que la Unidad Especial de Investigación del caso, adscrita a la Fiscalía General de la República (FGR), pudiera acusar a los autores materiales del crimen, y a los servidores públicos partícipes del mismo por acción u omisión.

Una vez conseguido lo anterior, que en términos de derechos humanos se resume como la verdad y la justicia, la Comisión que presidía debía implementar las medidas necesarias para que las familias de los estudiantes obtuvieran una reparación integral.

Si bien, entre 2019 y 2021 hubo algunos avances, pues hay que considerar que en el segundo año de ese periodo se registró la pandemia de Covid-19, en términos generales el saldo es negativo, toda vez que el caso -lejos de estar resuelto- se enredó aún más a partir de que el Ejército se negó a colaborar con el subsecretario.

Hipótesis repetidas 

En los 1,694 días que duró su malograda gestión al frente de la Comisión para la Verdad y Acceso a la Justicia del caso Ayotzinapa (Covaj), Alejandro Encinas Rodríguez dio varias vueltas a un voluminoso expediente, lanzó hipótesis que en un inicio fueron prometedoras y casi atrevidas, incorporó nuevas pruebas que luego resultaron falsas, y al final llegó al mismo sitio desde donde había partido.

Al abdicar de sus responsabilidades, y de los compromisos que había hecho con los padres de los normalistas desaparecidos, deja tras de sí casi las mismas conclusiones expresadas en 2015 por el entonces procurador Jesús Murillo Karam, autor de la “verdad histórica” esgrimida por la anterior administración federal.

Según reveló Encinas en el último informe del caso que dio a conocer el mes pasado, el grupo delictivo Guerreros Unidos tuvo una confusión “respecto a la presunta infiltración de (sus rivales) “Los Rojos” entre los estudiantes de Ayotzinapa”, versión que es prácticamente igual a lo dicho por Murillo Karam cuando este era titular de la otrora Procuraduría General de la República.

La segunda hipótesis del hoy exsubsecretario de Gobernación es que se quiso dar un escarmiento a los normalistas, “en un contexto de amenazas de parte del alcalde José Luis Abarca y Guerreros Unidos, tras las protestas y destrozos al palacio municipal de Iguala”. Esta aseveración es idéntica a la primera explicación que dio el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, horas después de la desaparición de los jóvenes.

El tercer punto conclusivo del informe que en septiembre rindió Alejandro Encinas explica las desapariciones de los normalistas ubicándolas en el contexto del trasiego de estupefacientes, “y la eventual presencia de droga, armas o dinero en alguno de los autobuses” que habían secuestrado los estudiantes.

Este último planteamiento no es original, ni producto de algún avance del ya expresidente de la Comisión para la Verdad del caso Ayotzinapa, en realidad es una de las revelaciones que hizo desde 2015 el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

Debilidad y descrédito

Los cuatro años y siete meses en los que Alejandro Encinas trató de esclarecer el caso Ayotzinapa se resumen en esas tres hipótesis, que no son novedosas. Por eso su renuncia, anunciada el jueves por el presidente López Obrador, muestra que fracasó en su encomienda.

No obstante, también hay que destacar que buena parte de ese descalabro se explica porque perdió el pulso que había mantenido, sobre todo en el último año, con la jerarquía castrense, ya que la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) sigue ocultando documentación de inteligencia que -al menos hipotéticamente- pudiera resolver el caso.

Por eso Encinas Rodríguez se despidió esta semana con un adendum a su último informe: En este documento, epílogo de los sinsabores a los que seguramente se enfrentó, expone que hay 868 folios, correspondientes a documentos emitidos por el Centro Regional de Fusión de Inteligencia en Iguala, Guerrero, que el Ejército no quiso entregar a la Comisión de la Verdad.

De ese robusto material, solo se cuenta con 18 folios que sí proporcionó la milicia. La información ahí contenida da cuenta de intervenciones telefónicas y de mensajería en las que los protagonistas detallan algunos de los lugares a donde fueron trasladados los normalistas.

Los reportes igualmente son la prueba de que el Ejército le seguía los pasos a diversos delincuentes, antes, durante y después de los trágicos hechos en los que fueron desaparecidos los 43 estudiantes.

Cabe aclarar que esta labor de escucha formalmente no debería denominarse inteligencia, pues en realidad se trata de espionaje, y de la intervención irregular de comunicaciones, llevada a cabo por organismos de la Sedena sin la autorización de ningún juez.

Los detalles que contienen los 18 folios, expuestos en el último documento elaborado por Alejandro Encinas, también son indicios de la responsabilidad de elementos militares que conocieron puntualmente, y en tiempo real, que los normalistas estaban siendo atacados y privados de su libertad, lo que a la postre derivó en su desaparición.

Todo esto permite deducir que el resto de los documentos que la Sedena no entregó, bajo el argumento de que no existen, ofrecerían una ruta más precisa para responder a las incógnitas que siguen manteniendo en vilo, desde hace casi 10 años, a los padres de los normalistas.

Adicionalmente, Alejandro Encinas fue desacreditado por el presidente Andrés Manuel López Obrador desde el pasado 12 de octubre, cuando el mandatario aseguró que él “personalmente” estaba dirigiendo la indagatoria del caso Ayotzinapa, sin tener facultades para ello, por cierto.

“Yo personalmente, en el caso de Ayotzinapa, como además no tengo duda de que hay injerencia de estos grupos conservadores, yo personalmente estoy conduciendo ya la investigación, yo la estoy dirigiendo”, confesó el titular del Ejecutivo federal.

También por eso Alejandro Encinas ha dejado su cargo. Debilitado, mostrando que fue ineficiente, e incluso bajo una lluvia de críticas de parte de los progenitores de los 43 estudiantes desparecidos, ha aterrizado de inmediato en el confort que representa ser asesor de la candidata presidencial de Morena Claudia Sheinbaum.

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autor Periodista y abogada, especialista en análisis jurídico y de derechos humanos. Ha sido reportera, conductora de radio y editora.
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