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Ya nos infectamos de populismo, pero no somos inmunes

02-05-2023, 6:00:00 AM Por:

El problema no está en el líder populista, sino en sus seguidores; ellos son los infectados, los que lo encumbran y mantienen en el poder.

Ya llevamos cuatro años de habernos contagiado de populismo. Nos vino de fuera e hizo resonancia, no éramos inmunes.

Se ha dado en países desarrollados como Estados Unidos, Reino Unido o Francia. En países menos desarrollados como Italia, Chile, Polonia, Turquía o Hungría, y en países con poco desarrollo político como Rusia, China, Venezuela, Perú, Colombia, Argentina y México.

Le pega entonces a democracias liberales (las más avanzadas, las que respetan los derechos individuales), a las democracias electorales (con elecciones competidas, pero sin gran respeto a los derechos individuales) y a las dictaduras electorales de único partido.

Tampoco es nuevo, existe desde que hay democracia. Así lo advirtieron los griegos hace dos mil años y así lo seguimos padeciendo hoy en día. Es una enfermedad a las democracias porque las masas se equivocan y si no hay contrapesos institucionales, la democracia se acaba.

El populismo es muy sencillo: Un líder mesiánico y narcisista se vende como salvador de una patria ideal, pasada o futura, exagera problemas, construye soluciones fantasiosas y engaña a una gran parte de la población. Con ese engaño, con la polarización de “nosotros contra los otros”, toma el poder. Hecho eso, se dedica a generar un culto a sí mismo, a destruir las instituciones públicas o privadas que limitan su poder, y a atacar a cualquiera que lo contradiga. El populismo puede vestirse de cualquier ropaje de izquierda o de derecha, e incluso del ropaje de la “verdadera democracia”, la del “pueblo”.

Nada bueno viene del populismo. Cuando el poder se concentra, la inteligencia colectiva se convierte en la estupidez de uno solo. No importa si el líder es inteligente o tonto, siempre será más tonto que el grupo. El mejor sistema populista es más ineficaz que la peor de las  democracias. Cuando se acaba la competencia, surge la incompetencia. La democracia se compone con más democracia, el populismo no se compone con más populismo.

El problema, sin embargo, no es el líder populista. Políticos narcisos, mentirosos, destructivos y ambiciosos hay en todas partes, el problema está en sus seguidores, ellos son los infectados, ellos son los que lo encumbran y mantienen en el poder.

Si antes valoraban la pluralidad, ahora veneran la uniformidad. Si antes sospechaban del poder, ahora lo entregan sin condiciones. Si antes pensaban, ahora idealizan e ideologizan. Si antes buscaban una mejor vida para ellos, ahora buscan una peor vida para los demás. Si antes los motivaba el éxito, ahora los motiva la venganza y el odio.

No importa que dentro de esas masas populistas haya personas educadas e inteligentes. No importa que sean ricos, pobres o de clase media.  No importa que sean hombres o mujeres, jóvenes o viejos. El virus del populismo es muy parejo, no le hace el fuchi a nadie.

Los líderes pueden morir o cambiar, las masas infectadas no. Ellos siguen deseando un ser superior que los ilumine y los controle. Se sienten poderosos a pesar de haber entregado su voto y su cabeza. Se sienten creativos a pesar de fomentar la destrucción. Se sienten libres a pesar de ser controlados por una ideología hipnótica.

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¿Por qué se ha exacerbado el populismo en el mundo?

Porque vivimos una época de inestabilidad y no sabemos qué vendrá a sustituirla. La tecnología y la economía han revolucionado a las sociedades en los últimos 70 años.

La demografía se ha trastocado, la mayoría de países ya no logra reponer a su población “original” y eso crea olas de migración legal e ilegal. Gente “diferente”.  

La comunicación masiva de redes sociales permite y fomenta las posturas radicales, políticas, ecológicas, sexuales y sociales. 

Después de haber vivido en las últimas siete décadas la mejor era del mundo con crecimiento de población, abatimiento de pobreza, paz y bienestar, y democracia para la mayoría del mundo, los que ahora tienen, quieren más y los que ya no tienen tanto, quieren lo que tenían o creían tener.

Porque muchos siguen confundiendo creación de riqueza y abatimiento de pobreza con igualdad; es decir, igualdad de proceso con igualdad de resultados.

Hace tiempo, hace 4 años, dije que esta infección populista podría ser la gran lesión o la gran lección para México. Aún no sé la respuesta. Me alienta la independencia y gallardía del Poder Judicial y la defensa de instituciones que algunos políticos, pero en especial los ciudadanos, hemos emprendido.

No obstante y a diferencia de otros, yo sé que el infectado no es el líder populista, sino la masa. El líder cambiará, la masa hipnotizada, no lo sé.

Nota del editor: Este texto pertenece a nuestra sección de Opinión y refleja únicamente la visión del autor, no necesariamente el punto de vista de Alto Nivel.

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autor Director y fundador de Semáforo Delictivo.
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