Viento Florido, la banda de mujeres oaxaqueñas que se abre camino con la música
Desde su fundación en 2009, la banda de mujeres del Viento Florido ha derribado prejuicios dentro y fuera de su comunidad y se ha posicionado como una referencia para niñas y mujeres en la creación y dirección de música.
Fotografías: Leonel Gallardo.
“¿Qué hacemos en una banda?”, canta una orquesta de hasta 40 mujeres. Esa canción, de su propia autoría, es como un himno que las representa en cada presentación, ya sea en un teatro de la Ciudad de México, en el extranjero o en una fiesta del pueblo.
“Creando nuevos caminos repletos de música y letras”, se responde la banda en la misma canción.
Es la orquesta de Mujeres del Viento Florido, formada en Santa María Tlahuitoltepec, un municipio ubicado en la Sierra Mixe de Oaxaca, tierra con una larga tradición musical y de orquestas filarmónicas.
Pero lo que no era tradicional hace unos años en el pueblo, es que existiera una banda integrada completamente por mujeres.
Lo que no es ‘normal’ es que de repente una mujer agarre un instrumento y se vaya a tocar a la fiesta de su pueblo o que vaya a clases de música. Eso es por cómo nos formaron a las mujeres”,
cuenta en entrevista Leticia Gallardo, directora y fundadora de Viento Florido.
Desde su fundación en 2009, la banda ha derribado prejuicios dentro y fuera de su comunidad y se ha posicionado como una referencia para niñas y mujeres en la creación y dirección de música, un segmento en el que la población femenil sigue muy subrepresentada en nuestro país.
La maestra Leticia Gallardo se formó en la década de los setenta del siglo pasado en el Centro de Capacitación Musical y Desarrollo de la Cultura Mixe, del cual su padre fue uno de los fundadores. Fue así como aprendió música sin cortapisas de género, hasta que en la adolescencia y la edad adulta se dio cuenta que no existían las mismas condiciones ni oportunidades para las mujeres.
Fue hasta los años ochenta que empezaron a incluir a mujeres en las bandas, pero en partes que, se pensaba, estaban reservadas para ellas, como el clarinete o los metales. Fue hasta 2006 cuando las mujeres empezaron a tomar la tuba, el trombón y la trompeta y se formó la banda municipal Santa Cecilia (patrona de los músicos), hasta que en 2009 se disuelve. Pero en noviembre de ese mismo año, mujeres de distintas formaciones y de las comunidades vecinas que hablan la lengua “ayuujk” (que significa “palabra florida”) crean Viento Florido como una organización independiente.
Cuando Viento Florido empezó a tocar en las fiestas de las comunidades, el primer obstáculo fue la incredulidad de la gente.
Nos decían ‘estas no van a durar, no van a poder, no van a aguantar todos los días de las fiestas que se tiene que tocar, o las desveladas, o la forma de cómo transportarse, o la alimentación’”,
recuerda la maestra Leticia.
No solo debían superar el rol de género asignado como mujer, de cumplir únicamente funciones del hogar, sino demostrar que podían hacer mucho más que eso.
“La mujer puede cocinar, la mujer puede lavar, ¿pero no puede crear música?, ¿no puede dirigir? Esa parte es algo que sí cuesta a la sociedad aceptar”, señala Leticia Gallardo.
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) encontró que, en 2014, 126 mil mexicanos eran músicos, pero de cada cien, solamente siete eran mujeres, y diez años antes, solamente seis de cada cien personas del sexo femenino se dedicaban a la música.
Además, solo un 2% de todos los músicos hablaba una lengua indígena, según el Inegi.
Pero 14 años después, Viento Florido se ha abierto un camino en la música regional y la han llevado más allá de su comunidad, a varios estados de la república e inclusive al extranjero, como Chile, Nueva York, Francia o Países Bajos. También han colaborado con colectivos y artistas nacionales y foráneos. Inclusive, el 9 de diciembre tocarán en el Palacio de Bellas Artes con la artista chileno-mexicana Mon Laferte.
Por muchos años a las mujeres de las comunidades indígenas les era imposible de soñar con estos espacios. Entonces todo esto que se está logrando es por la suma de los esfuerzos de cada compañera, de lo que cada una ha podido arriesgar, de cada una que ha podido apostarle aquí, que quiere una realidad diferente”,
explica la maestra.
Pero quizá el logro más importante de Viento Florido es inspirar a más mujeres a entrar en la música. “Esta generación viene de muchas niñas que alguna vez vieron a la banda y dijeron: ‘Yo quiero estar en esta banda, yo quiero tocar con ellas, yo me quiero presentar como ellas se presentan’. También llegan padres de familia y me dicen: ‘Yo quiero que mi hija esté en esta banda, porque quiero que tenga una visión diferente con lo que va a hacer de su vida’”, asegura Leticia.
La banda tiene actualmente dos álbumes: Mujeres y Viento florido: homenaje a compositores tradicionales oaxaqueños, y ya tienen grabado un tercero con composiciones de 14 mujeres, y que le darán promoción en 2024.
Leticia Gallardo afirma que la banda ha servido como desarrollo para las mujeres en su comunidad, como un complemento personal para crear arte, aunque no se dediquen a la música profesionalmente, y también para formar a más mujeres en la música, como directoras y compositoras.
Su deseo es que no se hable solamente de Viento Florido, sino que más mujeres se organicen y surjan más agrupaciones que den espacio a su talento.
Las mujeres que estamos en Viento Florido, pues disfrutamos y cuando hacemos música, pues nos sentimos bien, nos olvidamos de todo y nos metemos a la música.”
Eso es lo que hacen las mujeres en una banda.
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