Ser repartidor en pandemia: Solo ante el peligro, la precariedad… y pagar impuestos
Tanto las aplicaciones digitales de comida como los restaurantes, lograron subsistir y crecer durante el confinamiento por Covid-19 gracias a los repartidores. A cambio, los emplean bajo condiciones precarias.
Alfredo Tapia recorre la Ciudad de México en su bicicleta cuando una notificación suena en su teléfono móvil: Le han solicitado llevar un pedido. Emprende el viaje al restaurante y posteriormente pedalea hasta el domicilio. Tres calles antes de llegar a su destino, es asaltado. Los criminales lo golpean, le quitan su medio de transporte, pertenencias e incluso la comida que debía entregar. Cuando por fin consigue reportarse con la aplicación, esta le dice que no hay problema, pero debe pagar el servicio que no entregó y su calificación disminuirá considerablemente.
Con la llegada de la pandemia por Covid-19 y el confinamiento, los servicios de las diferentes aplicaciones de comida se dispararon de manera descomunal y los restaurantes lograron subsistir gracias a los repartidores. En contraste, los empleados de estas plataformas laboran en condiciones precarias; no solo exponen sus medios o pertenencias para entregar pedidos, sino también su vida.
Durante los primeros meses de contingencia, las apps digitales de comida como Uber Eats, Rappi y DiDi Food mostraron un incremento importante en el número de repartidores contratados. Tan solo esta última aumentó en 250% las solicitudes de inscripción, según datos de la misma firma de origen chino.
Hasta el tercer trimestre de 2021, se contabilizaban 350,000 repartidores en la República Mexicana: 200,000 que forman parte de Uber Eats (entre socios conductores y distribuidores), 50,000 de DiDi Food y 50,000 de Rappi, de acuerdo con información de las mismas empresas.
Pese a que las compañías han señalado el despliegue de diversas iniciativas para apoyarlos —como los proyectos piloto de Afore o la inscripción al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS)—, los repartidores denuncian las condiciones en las que tienen que trabajar, las pocas soluciones que se les ofrecen y la indiferencia ante situaciones de riesgo a las que se enfrentan.
Físicamente formales, laboralmente en la precariedad
El caso de los repartidores de plataformas digitales es un modelo de negocio caracterizado por la intermediación tecnológica, en el que se procura excluir la responsabilidad del empleador. Sin embargo, los trabajadores deben ‘formalizar’ sus actividades, por ejemplo, inscribirse en la Secretaría de Hacienda y Crédito Público o cumplir con otros estándares que la compañía les exige.
Sergio, repartidor en Uber Eats, hizo un recorrido de más de 4 kilómetros para entregar un pedido de 167 pesos. Cuando hace la entrega, el cliente le pregunta: ¿Es cierto que la app no les entrega completas las propinas? Sergio se lo confirma: también pagan impuestos por recibir propinas. Al oír esto, el cliente opta por darle la gratificación en efectivo en vez de hacerlo a través de la app.
Los repartidores son empleados formales desde el punto de vista fiscal, pero precarios desde la perspectiva laboral. Saúl Gómez, repartidor y vocero del colectivo ‘Ni un repartidor menos’, habla de la indiferencia con la que las apps de delivery food tratan a sus empleados, donde toman al cliente como parte esencial del negocio, pero no se interesan en los medios para llegar a él.
A nosotros se nos exige entregarles parte de nuestras ganancias por usar su aplicación, un promedio de 150 pesos semanales. También debemos rendir cuentas ante Hacienda, ya que somos ‘trabajadores formales’. Sin embargo, nuestros medios de transporte, mantenimiento, gasolina y equipo para guardar la comida, corren por nuestra cuenta. En caso de algún accidente o asalto, no hay quien atienda nuestras dolencias”, señala.
El repartidor de comida debe entregar por pedido entre el 2 y 3% de su ganancia al SAT. Además, tiene que pagar una cuota semanal para poder usar la app en calidad de empleado. Si bien, es cierto que puede trabajar las horas y los días que quiera, debe tomar en cuenta los descuentos por estos pagos, lo que lo obligan a tomar más pedidos de los que quisiera.
Un estudio realizado por el Colegio de México —en donde se entrevistaron a más de 1,000 repartidores— arroja que ocho de cada 10 encuestados tienen a la ‘repartición de comida’ como su único empleo. En tanto, más del 40% de ellos ingresó a estas labores durante los primeros meses de pandemia debido a la falta de trabajo y la crisis económica que el SARS-CoV-2 trajo a México.
La mayoría de las personas que nos empleamos como repartidores, llegamos en pandemia. Muchos de nosotros fuimos despedidos de nuestras antiguas empresas porque ya era insostenible pagarnos ante una era de incertidumbre. Registrarte ante estas plataformas es muy sencillo y pareciera un trabajo que podría hacer cualquiera. No obstante, los obstáculos a los que nos enfrentamos día con día son tanto físicos como económicos”, acota Alfredo Tapia.
Los repartidores señalan que han sido pieza clave en tiempos de confinamiento para levantar a los negocios y a las plataformas. En contraste, ante tres olas de contagios, más de 3.78 millones casos activos y casi 286,500 decesos por coronavirus —la cuarta cifra más alta del mundo— las compañías no hicieron el mínimo esfuerzo por cuidar de sus trabajadores.
Durante la primera ola de pandemia, Uber nos ofreció un ‘kit de cubrebocas’ a cambio de firmar un documento que decía ‘al aceptar estos términos y condiciones reconoces que no hay relación laboral entre tú (repartidor) y nosotros. A más de un año de la llegada del SARS-CoV-2, dicha mascarilla aún no ha llegado”, señala el vocero de ‘Ni un repartidor menos’.
Acoso, accidentes y asaltos, entre los riesgos de ser repartidor
Este modelo de negocio pide interacturar —al menos por unos instantes— entre el repartidor y el cliente. Si se toma en cuenta que el trabajador representa al restaurante y al mismo tiempo a la aplicación, las quejas e inconformidades van sobre él. Lastimosamente, esto no es lo más grave, sino el acoso al que día a día se enfrentan.
Pareciera que no, pero también hay chicas en este gremio. Pueden soportar las condiciones precarias del trabajo, pero lo que las hace renunciar es el acoso y las situaciones de violencia que han recaído sobre ellas. Recientemente hubo una situación en donde una compañera fue a entregar un pedido y el cliente la recibió desnudo, tocándose e invitándola a pasar. Cuando solicitó ayuda al policía de vigilancia, este se burló e intentó que lo tocara. Intentó reportar con la aplicación, pero dos horas después, ella fue la bloqueada”, recuerda Gómez.
El acoso no solo se da por parte de clientes, sino también de los mismos restaurantes. Alfredo Tapia refiere que de haber niveles, los repartidores serían el eslabón más débil, ya que ante estos altercados no hay quien los defienda. La prioridad de las plataformas son los clientes y los negocios de comida, sus socios. “Lo que suceda camino a la repartición no es problema de las apps. Accidentes, asaltos, acoso, abuso o sucesos peores, todo corre por nuestra cuenta”.
Datos del Colegio de México arrojan que al menos el 40% de los repartidores de la capital del país han sufrido algún accidente durante su horario laboral; cerca del 25% cuenta dos altercados, el 15% tiene tres y poco más del 13% ha tenido más de cuatro. Una minoría es la que mantiene limpio su historial de accidentes, debido a las altas probabilidades por laborar hasta 10 horas o más.
De enero de 2021 a la fecha, han fallecido 55 repartidores en la Ciudad de México; 52 de ellos en accidentes vehiculares y tres en asaltos con armas de fuego, según datos del vocero de ‘Ni un repartidor menos’. Agrega que mientras el empleado tenga un pedido, está protegido por un seguro de gastos médicos reembolsables, el cual solo cubre las mínimas dolencias, no incidentes de gravedad o problemas legales que puedan llegar a ocurrir.
En caso de fallecimiento, las aplicaciones apoyan a las familias con gastos funerarios y de traslado, siempre y cuando el siniestro se haya suscitado durante la entrega de un pedido. De lo contrario, si el trabajador está a la espera de que se le solicite un servicio y sufre de algún altercado, las compañías se deslindan de responsabilidades”, comenta.
La inseguridad que permea en la capital del país tampoco hace distinciones entre este sector. Según comenta Gómez, ha habido casos de secuestro entre los repartidores, pero pareciera que no hay con quien denunciar, ya que la aplicación no tiene un apartado para escuchar a sus empleados. “Una vez, un compañero estuvo secuestrado durante una semana; la app no hizo el mínimo esfuerzo por dar con su paradero”.
Iniciativas de apps para apoyar a repartidores, sin tomar en cuenta su opinión
Hace poco más de un mes, el IMSS se asoció con las plataformas digitales de servicios de distribución de alimentos con el objetivo de difundir y promover la participación de repartidores en la prueba piloto para la incorporación voluntaria al Régimen Obligatorio del Seguro Social de personas trabajadoras independientes.
De acuerdo con Norma Gabriela López Castañeda, Directora de Incorporación y Recaudación del IMSS, con una aportación diaria de 41 pesos diarios los empleados de las plataformas y sus familias podrían gozar de todos los servicios de la seguridad social, incluyendo ahorro para el retiro.
En contraste, Saúl Gómez señala que esta iniciativa es una “burla”, ya que este programa tiene años de existencia y cualquier trabajador no asalariado se puede adherir a él. El tema real, comenta, es que acceder a los servicios del IMSS les saldrá más caro que a cualquier otro tipo de empleado.
En promedio, a un repartidor se le pagan 18 pesos por viaje. Para gozar de este privilegio se deben hacer tres entregas sin contar las retenciones del SAT, declaraciones, el mantenimiento de los vehículos, equipo y el pago por trabajar en las plataformas. Por supuesto que tenemos que trabajar más de ocho horas y recorrer distancias más largas para cubrir nuestras cuotas”, asevera.
Por su parte, Alfredo Tapia menciona que como repartidor, solo busca el reconocimiento de las plataformas, que estas garanticen sus derechos y se apeguen a sus obligaciones. “Nos hemos manifestado para tener un respaldo, un cobijo, una movilidad segura en nuestro campo laboral. Pedimos atención en situaciones violentas, de abuso, de acoso, de peligro”.
Los repartidores, quienes en su mayoría son adultos menores de 40 años, relatan que se emplearon en este sector debido a la flexibilidad de horario y facilidad en las operaciones. Sin embargo, cada día es más complicado generar ganancias debido a los descuentos, penalizaciones, implementaciones de nuevos servicios e indiferencias por parte de las empresas.
Queremos que nos vean como lo que realmente somos: Trabajadores. Que entiendan que nos registramos a las plataformas porque tenemos una necesidad, pero no tenemos por qué laborar en condiciones precarias y con alto riesgo de, incluso, no volver a casa. Merecemos un trato digno, responsabilidad social”, finaliza el repartidor.
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