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Opinión

Entonces fue electo y… ¿fueron felices para siempre?

02-07-2018, 3:24:29 AM Por:
© Reuters.

La palabra ‘drama’ significa ‘acción’ en griego, y es esta acción la que se ha ejecutado por todos los actores de la obra llamada Elecciones 2018.

“Y entonces fue electo y resultó un magnífico gobernante, el pueblo lo amó… y fueron felices para siempre…”

Si fuese un cuento infantil quizás así terminaría esta historia. Pero lo que vivimos no es una narrativa infantil, es más bien un auténtico drama que sobrepasa dimensiones shakespearianas.

La palabra ‘drama’ significa ‘acción’ en griego, y es esta acción la que se ha ejecutado por todos los actores de la obra llamada Elecciones 2018. Para quien gusta del buen teatro, lo que vivimos es el llamado estilo inmersivo, ese teatro donde el “cuarto muro” se rompe para que el público tenga participación física y verbalmente. Más que nunca en la historia, esta elección tuvo una gran interactividad en ideas expresadas y en acción proselitista por parte del público en todos niveles. Lo que no percibe el público muchas veces, es que esta interacción es planeada por el director de la obra, y en un drama lo más importante es la división. Esa división que se crea a partir de una estrategia llamada en persuasión Ley del Antagonismo. En la naturaleza el acto antagónico es algo normal y suele ser violento, en el ser humano se sofistica en partidos de futbol y elecciones, y a veces termina en vulgares guerras. El conflicto es drama, y el drama mueve al mundo.

“El antagonismo crece en todas partes donde se manifiesta la vida. En la lucha eterna entre el alma individual y el alma social”.

Yoritomo Tashi

¡Ganó el bueno! 😊 ¡Ganó el malo!

La división de opiniones, gustos y razones produce amplias sonrisas y celebración en unos, y caras largas en otros. La sincronicidad de la vida nos permite ver este efecto justo ahora en el mundial. Son “Lágrimas y Risas” como lo dice el pasquín.

Españoles tras derrota ante Rusia.

Rusos tras victoria ante España

Antes de “el evento”, el ánimo y la esperanza estaba a tope. La fe y su contra parte, el miedo, convivían de forma intermitente. Un hervor artificial, un juego que creamos para no matarnos como chimpances en Tanzania, al que llamamos “democracia”.

Los ciclos en la vida se cumplen inefablemente. La oposición de opiniones crea fricciones y al final, resoluciones. En el tiempo, el conflicto general no termina, solo se transforman en sucesiones infinitas de otras fricciones-resoluciones; al fin energía que no se crea ni se destruye, solo se transforma. La conflictología representa la resolución de los conflictos con una curva (Fig.1) cuyo origen deriva de un modelo analítico basado en una matriz de costo.

Fig. 1: Curva de Resolución de conflictos (Tuhin K. Das, Jadavpur University)

 

Lo que podemos rescatar de este modelo para nuestro entendimiento profano es que el conflicto que hemos vivido durante las elecciones (y el que continuará derivaciones), es bien representado este modelo llamado de Doble Interés (Forsyth, Donelson R., 2009):  Preocupación por uno mismo (asertividad) y Preocupación por los demás (empatía).

Este doble interés en uno y en los demás se expresa necesariamente en alguna de las siguientes formas:

  1. Evitación: Evadir y esperar que se solucione solito el conflicto.
  2. Ceder: Suprimir la asertividad y preocuparse por los demás.
  3. Competitivo: Pelear, preocupándose más por uno mismo que por los demás.
  4. Conciliación: Negociar en un nivel intermedio de lo Pro-Uno y Pro-Social.
  5. Cooperación: Al ver el conflicto como una oportunidad, los colaboradores voluntariamente invierten tiempo y recursos para encontrar una solución “ganar-ganar”. Una preocupación activa por uno mismo (asertividad) y preocupación por los demás (empatía).

Un Verdadero Cambio

El que estemos viviendo esta importante resolución debe dejarnos muy claro que después de este “partido de futbol”, regresamos a la realidad. La resaca será darnos cuenta de que los representantes que ganaron no garantizan nuestra felicidad, estemos a favor o en contra de ellos. Lo que sucedió sí que representa un cambio, y la necesidad del mismo, está bien entendida. Y si cambió el gobierno en personas, y en las ideologías expuestas por ellos, estamos esperando que también cambie su actuar. Esperanza viene de esperar, y eso sirve para soñar, pero quita responsabilidad.

Lo que mejor podemos hacer es dejar de esperar y cambiar nosotros: ¿Comes mal? Cambia. Le costarás a tu país mucho por la cara diabetes que pagaremos todos. ¿Haces tranzas? Cambia. Tiene un efecto mariposa que llega hasta la gente que tiene hambre, aunque creas que es algo pequeño. ¿Eres flojo en tu trabajo? Cambia. Millones exigen a un jugador que meta gol (incluyéndote), mete tu propio gol trabajando por que a ti también te aclaman. ¿Tiras basura en la calle? Cambia. Deja de hacerlo porque está comprobado que lo sucio se traduce en pobreza. ¿Insultas a los demás en redes sociales? Cambia. Abstente porque pensar así daña tu estructura mental permanentemente y tu productividad. ¿Eres inflexible en ideas? Cambia. Tu cuerpo lo resentirá con enfermedad.  ¿Tienes envidia? Cambia. Úsala para superarte no para obstaculizar al otro.

Como ya nos dimos cuenta, el verdadero cambio no está afuera, está adentro de nosotros y en nuestro círculo cercano. Y este momento debe ser tomado como un gran evento donde el esfuerzo debe redoblarse, sea por la felicidad de que ganó quien esperábamos o por la tristeza de que perdimos el “partido”. Unámonos con los amigos que perdimos en el “chat” por divergir. Apaguemos nuestra burla de mal ganador. Dejemos atrás el “verás que mal nos va” del mal perdedor.

Unámonos más en vez de dividirnos… más. En la realidad pura, tú no has ganado nada ni perdido nada, hasta que te hagas responsable de tu parte en esta obra de teatro inmersiva, hasta que hagas tu papel de bueno puedes esperar una retribución y aplauso.  Porque te puedo asegurar que, sin tu ayuda y entrega, el drama puede seguir como tragedia. En adelante, la sugerencia es coopera o de mínimo concilia. Y sobre todo CAMBIA, o de todo esto, ¿no aprendimos nada?

Nota del editor: Este texto pertenece a nuestra sección de Opinión y refleja la visión del autor, no necesariamente el punto de vista de Alto Nivel.

autor Conferencista, profesor y consultor en persuasión e imagen pública.
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