¿Cómo combatir la ceguera de taller que nos provoca errores básicos en el trabajo?
Cuando el trabajo se convierte en una rutina, ocurren dos cosas: los resultados son los mismos y surge la ceguera de taller.
Después de casi dos años desde que se popularizó el trabajo con el brote de Covid-19, muchas empresas regresaron al trabajo presencial o bajo un formato híbrido. Los días de asistir a la oficina serán diferentes a los de trabajar desde casa, mucho dependerá de la productividad en trabajos operativos y aquellos más estratégicos. Cuando la operación se convierte en un trabajo constante y que los empleados dominan por completo, ocurren dos cosas: no hay cambios y se puede lograr un mismo resultado o surge la llamada ‘ceguera de taller.’
Para algunos especialistas, la ceguera de taller puede ser el peor enemigo de un trabajador, pero no es más que sólo un vicio derivado de una rutina tan frecuente. Es la consecuencia de falta de concentración derivado de muchos elementos como el estrés o distracción, y que si ocurre será importante arreglarlo y no juzgar a quienes lo cometen. Nadie está libre de caer en ello.
Trabajar bajo rutina no tiene nada de malo. Diseñar un plan de trabajo o tener un sistema para que el resultado sea el mismo (si es el esperado), no represanta un riesgo operativo. De hecho, hay muchas áreas de logística en donde se busca que la cadena de suministro sea lo más exacta posible y eso depende mucho de automatizar procesos.
Es como andar en bicicleta. Durante la etapa de aprendizaje, hay mucha concentración de pedalear para no caerte, mantener una postura recta para no perder el equilibrio y frenar antes de tener un accidente. Para quienes tienen mucho tiempo andando en bicicleta, lo hacen incluso para relajarse, desconectarse o pensar en algo más que no les genere estrés. No obstante, cuando hay una confianza excesiva, pierden la concentración que tuvieron cuando aprendieron a usarla y, de repente, ocurre un accidente.
Es el mismo caso con una tarea operativa en un trabajo que no exige aprendizaje continuo o carece de una estrategia diferente y que la tecnología aún no permite automatizar el proceso. Este no requiere cambios y busca empleados que básicamente hagan lo mismo. Por ejemplo, aquellas personas que apenas comienzan su carrera, trabajan muchas horas en generar reportes, siendo una tarea sin mucha exigencia. Esto puede derivar en errores básicos o de origen y que incluso, son muy difíciles de detectar.
El síndrome de ceguera de taller es precisamente esa falta de atención por las acciones dominadas derivada del pensamiento infalible de saber cómo llegar a un resultado.
Para evitarlo o que alguien de tu equipo de trabajo le ocurra y derive en problemas más graves, apóyate con estas cinco acciones para combatirlo:
- Establece el objetivo de tus tareas. Entiende por qué es importante, te hará entender el proceso y la importancia del mismo.
- La atención al detalle siempre hace la diferencia. Busca administrar el tiempo de entrega para que al final, tengas un momento de revisarlo con mucha precisión.
- Investiga cómo lo hacen otras personas, quizá haya algo diferente o que pudieras mejorar y eso te hará saber que siempre hay diferentes opciones de llegar a un resultado y te convertirá en un experto que a la postre, te puede apoyar en otras tareas.
- Organiza mejor tu agenda y pon las tareas de acuerdo con los horarios de mayor concentración. Aprende a priorizar con base en tu forma de trabajo. Conoce tu mente y diseña tu propio sistema de trabajo.
- No le temas a equivocarte. Lo más importante para una empresa es tener trabajadores que son resolutivos y que aprenden de los errores.
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Roberto Castro Huerta Comunicólogo por el ITESM y Maestro en Recursos Humanos por la ULA. Storyteller de historias que inspiren, capital humano, desarrollo organizacional y liderazgo. Publirelacionista, maratonista y especialista en generador de contenidos.