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Opinión

Caravana Migrante: la alarma de los migrantes en EU y México

23-10-2018, 8:00:08 AM Por:
© Reuters

Para México, y en particular para el gobierno electo, esta “crisis” es el momento más importante del sexenio

Las caravanas migrantes no son sino una forma elegante de llamar a lo que ya durante el último lustro ha sido una respuesta de los migrantes, sobre todo originarios de Centroamérica, para cruzar México de forma un poco más segura en su camino a los Estados Unidos.

Hoy, el tema de la #CaravanaHondureña capta la atención de los medios alrededor del mundo, no por la tragedia humana que esto significa, sino por las amenazas de Donald Trump, ocupante de la Casa Blanca.

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El presidente estadounidense advirtió al gobierno mexicano que enviaría tropas a la frontera.

Las lecturas que de este fenómeno se pueden hacer son muchas y varían dependiendo del angulo ideológico, la nacionalidad y la historia personal desde el que se efectúen.

La primera lectura, bastante simplista, por cierto, es que se trata de una invasión, de un asalto a las fronteras de Estados Unidos por criminales y terroristas. Esto le presenta a Donald Trump la ocasión de continuar profiriendo las balandronadas que aumentan su popularidad entre sus distinguidos seguidores.

Después de todo es más fácil, menos costoso y peligroso el ocuparse del tema de la frontera que tratar de imponer su poco respetada imagen ante los verdaderos antagonistas de los Estados Unidos, léase Corea del Norte, Arabia Saudita, Rusia o China.

Lee: Trump castiga a Centroamérica y llama a emergencia nacional

Y es que hay que recordar que el dictador de Corea del Norte el de Arabia Saudita, o el líder de China le han puesto en su lugar en múltiples ocasiones a un costo muy alto para las redes de “soft diplomacy”, que los Estados Unidos de Norteamérica habían tendido desde finales de la segunda guerra mundial.

Es por lo anterior que el “timing” de esta caravana resulta ser providencial para el ocupante de la sala Oval ya que le otorga la posibilidad de distraer al mundo, y más importante aún a sus votantes, de los verdaderos problemas de Estados Unidos, como el asesinato del periodista del Washington Post en Ankara, del nulo avance en la desnuclearización de Corea del Norte, del nulo resultado en tratar de detener la expansión de China en los mares del sur, o de las perdidas que su guerra comercial con China le han reportado.

La caravana le da pues la oportunidad de parecer duro y “presidencial” ante sus ilustres votantes en vísperas de las elecciones intermedias de noviembre que, de ganar, le abrirían muy probablemente la puerta a un segundo mandato.

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Miles de migrantes trataron de cruzar la frontera sur de México, resguardada por policías federales.

En este sentido, los twitazos de Trump diciendo que “es más importante el tema de seguridad fronteriza que el comercio” o la amenaza de “llamar al ejercito a proteger su frontera” deben leerse más bien como declaraciones dirigidas al consumo interno con implicaciones al exterior.

La segunda lectura, la más sensata y humana, nos dice que las caravanas y la migración son mucho más que un fenómeno temporal. Estas constituyen una crisis humanitaria que evidencia el colapso de sociedades y de gobiernos en la intervenida, vapuleada y luego abandonada, por los Estados Unidos y la Unión Soviética, Centro América.

Así pues, la caravana de los hondureños y ahora salvadoreños no es un asalto a los Estados Unidos, es un éxodo de seres humanos, mujeres, niños y hombres que ven en esas movilizaciones en masa, la única oportunidad de escapar del ciclo de violencia y pobreza en que están sumidos para tener una ligera y remota posibilidad de vivir una vida sino digna si pacífica.

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Cantando el himno de Honduras y levantando a sus hijos en brazos, los migrantes solicitaban el paso a las autoridades migratorias mexicanas.

Ante lo anterior, debemos entender que la política de contención migratoria no funciona. No ha funcionado antes, y no funcionará ahora.

México se enfrenta hoy a una marea humana que no puede ser detenida con violencia o poniendo el dedo, o el twit, en los agujeros fronterizos. El intentar contenerla, sin corregir las causas que la han puesto en movimiento conduciría, como ya lo hace hoy en día, a cientos de miles de muertes de seres humanos en las zonas fronterizas y de internación alrededor del mundo.

Aun mas, el tratar de frenarlas militarizando las fronteras incrementa la probabilidad de que tarde o temprano ocurran nuevos “Ayotzinapa”, “68”, “Aguas Blancas regional”, etc.

Para México, y en particular para el gobierno electo, esta “crisis” es el momento más importante del sexenio, aun cuando este no haya comenzado todavía.

Una decisión mal tomada podría generar graves repercusiones y manchar el resto del mandato. Una decisión bien tomada le daría autoridad moral a nivel internacional y podría poner un alto al bully del vecindario.

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Para México, y en particular para el gobierno electo, esta “crisis” es el momento más importante del sexenio.

Este rompecabezas no está nada fácil, pero por fortuna, México cuenta con las herramientas necesarias para salir adelante si se aplican con imaginación y coraje.

México debe antes que nada honrar la tradición como país de asilo que le distinguió durante buena parte del siglo pasado.

Es necesario administrar el ingreso asegurándose que todos los que lleguen tengan una identidad mediante el otorgamiento de visas, documentos que les identifiquen como solicitantes de refugio y permisos de trabajo.

Lo anterior les evitará caer en las manos del crimen organizado y trabajar para mantener sus necesidades al tiempo que generan un efecto positivo en las economías locales. Para las autoridades, el tenerles identificados permitirá saber cuantos son y en consecuencia efectuar los planes y previsiones presupuestales, materiales, logísticos y legales necesarios.

Otra consecuencia de lo anterior sería que las “estaciones migratorias” no serían ya necesarias y que los únicos detenidos serian los que incurran en crímenes.

Se debe también evitar la creación de más burocracia y apoyar financieramente a las organizaciones que ya hoy en día dan apoyo a los migrantes. Organizaciones como El desayunador Salesiano en Tijuana o el albergue Hermanos en el Camino en Ixtepec, Oaxaca son tan sólo un par de ejemplos de los cientos sino miles de asociaciones que deberían ser apoyados por el gobierno como una forma de reaccionar en el corto plazo.

Al mismo tiempo, México debe retomar el liderazgo que los Estados Unidos abandonaron y convertirse en el campeón de los migrantes en el continente y a nivel internacional para ganar autoridad moral en la región y el continente y así poder relanzar la Alianza para la cooperación en el triángulo del norte con la cooperación de los gobiernos involucrados y el de los Estados Unidos o de otros países.

Con tal de ganar la elección intermedia, Donald Trump ha demostrado nulo interés en respetar los acuerdos internacionales, muchos de ellos promovidos por su país, que otorgan a todas las personas el derecho a la movilidad y a solicitar refugio.

México por su parte, puede y debe aplicar todo el talento de que dispone para cambiar los paradigmas y demostrar que la Migración no es un problema sino todo lo contrario, una ocasión de crecimiento y oportunidad de desarrollo.

Lo importante, al final del día es que el nuevo gobierno actúe con plena consciencia de la importancia histórica de sus decisiones y honrando las tradiciones humanistas que han distinguido a México.

autor Carlos Rojas-Salazar es un “migrante de tiempo completo” y un profesional de la migración en Norte América desde 1999.
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