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Opinión

Analogías de poder: el caso del #MeToo en las empresas

24-04-2019, 2:48:58 PM Por:
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El género es una representación cultural, que construye la idea de lo femenino y lo masculino, asignando roles y atributos a hombres y mujeres

Por Carolina Pacheco y Daniela C. Esquivel*

Después de una infinidad de tratos y pláticas, usted consigue una alianza corporativa que puede marcar una diferencia, un antes y un después beneficioso para la empresa a la que ha dedicado su vida. Pero ocurre algo: lo defraudan. Las instituciones de defensa consideran que usted buscó el acuerdo, por ello lo culpan, juzgan y niegan el servicio.

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A pesar de contar con los recursos legales para denunciar formalmente, sabe que convive en una relación asimétrica y la acusación puede revertirse en su contra. No obstante, conoce un colectivo de empresas que se han organizado para hacer público el fraude en redes sociales; el riesgo, que el corporativo le identifique y acabe con usted.

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¿Considera que quien lo defraudó merece una sanción? ¿Cree que las instituciones son imparciales en la impartición de justicia en relaciones asimétricas? ¿El Estado debería permanecer omiso frente a la defraudación de un conjunto de empresas que reclaman sus derechos? ¿Es viable la organización de diferentes empresas para denunciar públicamente esta situación o deberían guardar silencio? ¿Cree que es legal que mantenga sus datos confidenciales para proteger su identidad?

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Por qué es fácil identificar en este caso una relación de poder, una injusticia, la necesidad de no guardar silencio, de exigir a las autoridades respuestas, no obstante, cuando hablamos de violencia contra las mujeres se duda de su palabra, de su comportamiento, de sus acciones individuales y colectivas.

¿Tiene dudas de las violencias contra las mujeres? Échele un vistazo a la página MeToo Rising de Google. Desde 15 de octubre de 2017, cuando Alyssa Milano sugirió el #MeToo en Twitter, no ha dejado de aumentar la cifra de millones de mujeres en el mundo que comparten sus experiencias de violencia en redes sociales.

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El escrutinio público ha calificado este activismo como ilegal y ha alarmado a la sociedad sobre supuestas “denuncias falsas”. Sin condiciones para acceder a la justicia, las denuncias legales constituyen solo el 10% de los casos y las que sancionan a los agresores son aun menores (0.04%).

El Estado ha sido omiso, las instituciones parciales y la credibilidad de las mujeres se ha puesto en duda, incluso cuando las denuncias falsas alcanzan un máximo del 2% del total (The enliven project).

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Si podemos ver el fraude empresarial pero cuestionamos la violencia contra las mujeres, tenemos un sesgo de género. En el primer caso, el empresario es una víctima, en el segundo, ellas son las culpables.

Es un error creer que los agresores no pueden acceder a la justicia, cuando históricamente tienen a su favor el espacio público, la ley, la parcialidad de las instituciones, la omisión estatal, la descalificación de las mujeres, los recursos para defenderse.

Se equivocan quienes creen que este debate es solo jurídico y no político. El #MeToo y otros son una llamada de atención al Estado, a las instituciones, a la iniciativa privada, a la sociedad sobre las violencias contra las mujeres y tendrán que tomar medidas, porque el silencio ha sido roto y un asunto público jamás volverá a ser privado.

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Daniela Esquivel es licenciada en Ciencias de la Comunicación, actualmente cursa la maestría en Comunicación en el Posgrado de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. *

Carolina Pacheco Luna es maestra en Comunicación y estudiante de doctorado en el Posgrado en Ciencias Políticas y Sociales, UNAM, con orientación en comunicación y género. *

Nota del editor: Este texto pertenece a nuestra sección de Opinión y refleja la visión del autor, no necesariamente el punto de vista de Alto Nivel

autor Estudiantes del Posgrado en Ciencias Políticas y Sociales con orientación en comunicación y género, por la UNAM.
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