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Opinión

5 pasos para mejorar el regreso al trabajo en la oficina

© Envato Elemets

Cuando el regreso a las actividades presenciales es prácticamente un hecho, tendríamos que estar preparados para recibir a una plantilla laboral desgastada.

Por: Mtra. Angélica de la Vega*

Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos,

Pablo Neruda

Los versos del famoso poeta chileno describen magistralmente el escenario que enfrentamos en las empresas a punto de iniciar el 2022; las relaciones entre organizaciones y su gente han cambiado para siempre.

Definitivamente nos adaptamos al nuevo escenario, desarrollamos estrategias resilientes y jugamos con la tecnología para acortar distancias físicas, pero —sin duda, no ha sido un ejercicio sencillo. También nos dimos cuenta de lo poco preparados que estábamos (a nivel personal y organizacional) para enfrentar una crisis tan compleja, descubrimos la profundidad de las brechas digitales, generacionales y financieras que separaron familias, amistades, socios y personas.

Al final, advertimos la fragilidad del ser humano en carne propia y, muchas veces, deseamos volver a ser los de antes.

De la casa a la oficina: los retos que nos esperan

Mucho se ha descubierto acerca de los fenómenos y padecimientos que desencadenó la terrible COVID-19. No solo asusta escuchar de las novedosas y resistentes cepas, también de las crisis de ansiedad, depresión, violencia familiar y el síndrome de la cabaña. Todo ello un reflejo de la extraordinaria situación que nos ha tocado vivir.

¿Hasta dónde afecta esto a las empresas? Me atrevo a pensar que está resultando de lo más trascendente. Así como muchas organizaciones implementaron rápidamente el modelo home office para seguir operando, otras no pudieron con la presión y terminaron por bajar la cortina. Lamentablemente en esos procesos, la gente —nuestro talento, el recurso más valioso y delicado de la organización— también sufrió un desgaste personal y profesional. Considerando la gravedad de la pandemia y sus efectos en la economía familiar, es probable que la mayoría de nuestros colaboradores se haya esmerado en conservar su trabajo e impulsar los objetivos corporativos.

Sin embargo, ese sobre esfuerzo ha tenido un costo que probablemente todavía no podamos capitalizar.

Desde la óptica empresarial, cuando el regreso a las actividades presenciales es prácticamente un hecho, tendríamos que estar preparados para recibir a una plantilla laboral desgastada. Muy probablemente preocupada por la estabilidad y continuidad del negocio, pero también por las medidas sanitarias dentro de la organización, el regreso a una rutina completamente diferente y la sensación de incertidumbre después de tantos cambios.

Entornos constructivos, transparentes e incluyentes

Albert Einstein afirmó: “You cannot solve a problem from the same consciousness that created it. You must learn to see the world anew.” Desde esta premisa, una posible estrategia para optimizar el regreso de nuestros colaboradores a los centros de trabajo es la construcción de entornos diferentes. En ese sentido, algunas sugerencias son:

  • Abrazar el cambio en la organización. Esto quiere decir, evitar la añoranza por el pasado y trabajar en las condiciones que necesitamos para funcionar bien en el presente.
  • Diseñar soluciones incluyendo la visión de los colaboradores. No asumamos lo que nuestra gente necesita, ni tampoco intentemos resolverlo solamente desde la visión empresarial; es fundamental incluirlos en la construcción del nuevo ambiente de trabajo como parte de la nueva cultura laboral y organizacional.
  • Pensemos en la posibilidad de nuevas crisis. Sin ser pesimistas, conviene elaborar un plan de prevención de crisis que aplique los aprendizajes de la que está pasando.
  • Comunicar con certeza, oportunidad y transparencia. Nuestra gente requiere saber los cambios que se gestan en la organización y cómo le afectarán. Capacitar a los líderes para afinar sus habilidades de comunicación será una tarea relevante.
  • Abrir la posibilidad de incluir pensamientos distintos, multigeneracionales y transdisciplinarios, no solo para desarrollar nuevos productos y servicios, sino también para renovar a la organización hacia un entorno constructivo, permanente y productivo.

Neruda tenía razón, no somos los mismos. Por fortuna, aún conservamos la vida, el talento y la energía para construir un mejor presente desde la fortaleza que nos da nuestra nueva identidad.

*Angélica de la Vega es profesora de  la Facultad de Empresariales, Universidad Panamericana, campus México.

Nota del editor: Este texto pertenece a nuestra sección de Opinión y refleja únicamente la visión del autor, no necesariamente el punto de vista de Alto Nivel.

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