Minoría confusa: De turista por el mundo
Si usted se siente como minoría confusa por los resultados electorales, pues bienvenido al club, yo nunca he sido mayoría en nada, ni para nada.
Si usted se siente como minoría confusa por los resultados electorales, pues bienvenido al club, yo nunca he sido mayoría en nada, ni para nada.
¿Religión? En mi casa no había religión, había libros. De niño, me gustaba hojear enciclopedias. Aprendí conceptos básicos de yoga por mi cuenta. Muy pequeño, algunas cosas que recordaba y expresaba con libertad, eran vistas con asombro por los demás. Así que empecé a guardar silencio.
¿Latinoamérica? Mientras se ensalzaban a los autores latinoamericanos yo me gastaba mi dinero de adolescente en literatura inglesa.
¿Familia extendida? Primos y tíos raros en Navidad.
¿Mariachis? No sabía que existían, salvo como irrupción al sueño por alguna serenata alcoholizada. Mi papá ponía discos de música barroca o clásica, le gustaban en especial los conciertos de violín. Si no era eso, era música del mundo. ¿Ópera? Nunca.
¿Fútbol? No. La primera vez que me llevaron a un estadio lo primero que vi fue una pelea en las gradas y tuve un enorme interés por irme de inmediato. Mi verdadero contacto fue el asistir a los juegos de mi hijo. Hasta ahí.
¿Machismo? ¿Feminismo? Batallé mucho para entender el feminismo porque mi mamá era profesionista (psicoterapeuta) y su voz o la de mis hermanas pesaban por igual. Siempre estudié en colegios mixtos sin distinción sobre derechos entre hombres y mujeres.
¿Nacionalismo? Nunca entendí los nacionalismos exacerbados. Mis abuelos maternos eran migrantes. Mi mamá se sentía muy mexicana, pero su actitud no era típica de una madre mexicana. Me daba mucha libertad con mucha responsabilidad y el diálogo con ella siempre era racional e informado. Mi papá por su parte, había sido educado en Colegio Alemán. Extranjero que pisaba la ciudad era invitado a la casa. Mis amigos, en gran parte, eran de nacionalidades y religiones diversas (incluyendo la católica).
¿Chisme? Soy extremadamente torpe para el famoso “social-grooming”. Tengo anti-memoria para los nombres y anti-paciencia para la adulación. No le entiendo al “despioje social”, aunque he aprendido a ser menos ácido e irónico.
¿Identidad? Pues de alguna manera siempre me sentí como turista en mi comunidad, en mi país y más allá, en este planeta: Interesado en aprender y tratar de gozar el viaje, pero con pasaporte de otro universo.
¿Partido político? Nunca he pertenecido a ningún club social, mucho menos a un partido político. Como consultor, he trabajado con casi todos, pero me dan alergia los hiper-nacionalismos y aún más, los mini-provincialismos partidistas.
¿Admiración por alguien? Puedo reconocer la genialidad musical, deportiva, intelectual o psicológica, no creo en la idolatría. Observo con curiosidad cómo mis amigos o conocidos son fans de rockeros, artistas, escritores, deportistas o la nueva, ¡de políticos!… sin comentarios.
¿Comunidad intelectual? Me gusta el pensamiento científico y los datos, creo que es lo que más leo o veo, también me gusta lo alternativo y lo marginal, como la intuición o la conexión. Así es que no encajo por ningún lado.
¿Borrachera? Lo más torpe que han visto, me quedo dormido a la segunda copa.
¿Soy parte de la raza humana? Pues estoy en la misma jaula, pero entiendo los riesgos y actúo con cautela, sobre todo ante la perversidad, la estupidez o la euforia. Propia y ajena.
He sido minoría toda mi vida, aun dentro de mi familia, ante mis amigos o conocidos, ante mi comunidad, mi país y en el planeta. Un día, sin embargo, por allá de mis 19 años, en el patio central de una universidad en Boston, a pleno sol, me sentí inmensamente en paz porque sentí que pertenecía a algo mucho más grande; no a la universidad, sino al Universo. Sí, de esas veces que uno se conecta.
Era un descubrimiento misterioso el poder ser sin tener que pertenecer. El derecho a estar sin portar banderas, comprar disfraces o aprender papeles.
Así es que, si usted se siente minoría en su comunidad por los resultados electorales, no se preocupe, nada es de blanco y negro; nada es permanente; lo verdaderamente importante, sí lo es; su verdadero país o planeta es usted mismo.
Aprenda a ser y gozar su minoría de uno, estoy seguro que al igual que yo, podrá descubrir que no está solo, ni es tan minoría como lo supone. No imponga sus ideas, tampoco acepte el atraganto ideológico de los demás.
Seguro que muchos de ustedes se sienten minoría desde siempre o de reciente y ya no saben dónde están parados. No se acongojen. Piensen que son turistas en este mundo: Aprendan, disfruten y traten de lidiar con los inconvenientes del viaje… la casa siempre está cerca.
Nota del editor: Este texto pertenece a nuestra sección de Opinión y refleja únicamente la visión del autor, no necesariamente el punto de vista de Alto Nivel.
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