Lo que Costa Rica está haciendo bien y México debe aprender
Costa Rica es una de las naciones con mayor biodiversidad en el mundo, igual que México, pero la ha aprovechado de tal forma que busca asegurar su futuro.
Cuando pensamos en naciones con economías estables, comúnmente nuestras referencias vienen de países europeos, incluso asiáticos. Sin embargo, dentro de América Latina existen referencias de naciones similares a México que bien podrían servir de modelo en el aprovechamiento de sus recursos naturales como motor que impulse su economía. Es el caso de Costa Rica.
El país tico es un país geográficamente beneficiado que ha sabido sacar provecho de ser una de las 25 naciones con mayor biodiversidad en el planeta. De tal forma que el turismo es uno de los principales motores de su economía. Una acción muy bien enfocada si tomamos en cuenta que su territorio alberga el 4.7 por ciento de la biodiversidad del planeta.
Recientemente Costa Rica anunció una estrategia enfocada a promover el turismo de bienestar, un mercado que se calcula es de 563 mil millones de dólares a nivel mundial.
No sólo eso, recientemente esta nación ubicada en el centro del Istmo Centroamericano cumplió un año sin utilizar la generación térmica de electricidad, misma que fue sustituida por diferentes fuentes renovables accesibles en dicha nación. El 17 de junio de 2016 fue el último día que este país generó energía eléctrica en plantas térmicas, pero cuya producción fue sólo 0.27 por ciento de lo que se genera a nivel nacional.
¿Qué le falta a México para imitar las acciones de este país en cuanto a aprovechamiento de sus recursos naturales?
Costa Rica ha apostado por aprovechar al máximo recursos disponibles como el agua, el viento, la radiación solar, que le han permitido tener una diversificación de fuentes renovables que le permiten alcanzar cerca de la totalidad de la generación de energía eléctrica que requiere el país, de acuerdo con datos del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE).
En tanto, la Asociación Nacional de Energía Solar (ANES) asegura que México se encuentra entre los cinco países con mayor potencial para explotar la energía solar debido a la fuerte radiación en territorio nacional. Sin embargo, datos de la Secretaría de Energía dan cuenta que, durante el primer semestre de 2016, nuestro país generó sólo 19.68 por ciento de su energía eléctrica a través de fuentes limpias.
Datos de la misma dependencia, revelan que el país cuenta con capacidad instalada para generar 28.39 por ciento de electricidad a partir de fuentes limpias, por lo que para el año 2018 se espera que la cuarta parte de la energía eléctrica producida provenga de fuentes renovables, mientras que para 2024 se espera que sea el 35 por ciento.
¿Llegaremos a esa cifra?
El Instituto de Energía Renovable de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) calcula que con el 1 por ciento de la radiación solar que recibe el estado de Sonora sería posible generar la electricidad que necesita el país.
La Asociación Mexicana de Energía Eólica calcula que para 2018 la inversión en proyectos de energía eólica en nuestro país alcance 12 mil millones de dólares, con una capacidad de 6 mil megavatios distribuidos en 14 estados del país.
En esta dirección, durante el primer semestre de este año se iniciaron las primeras obras para la construcción de la que se proyecta como la planta de energía solar más grande de América Latina, con una inversión de 650 millones de dólares por parte de Enel Green Power México, misma que prevé iniciar las operaciones en el segundo semestre de 2018.
Sin embargo, existen una serie de aspectos que falta cuidar en la construcción de plantas generadoras de energías limpias, y estas tienen que ver con los permisos para el uso de terrenos, contaminación por ruido, incluso afectaciones al sistema hidrológico subterráneo, mismos que tendrán que planearse para minimizar impactos a en los lugares donde se construyan dichos parques.
No sólo se trata de captar la inversión en la materia, sino también de desarrollar políticas de incentivos, así como diseñar un marco jurídico que resulte atractivo para los empresarios dispuestos a desarrollar proyectos apegados al potencial de generación y utilización de energías limpias que tiene México.