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Líderes

El triste privilegio que le tocará terminar a Mario Vargas Llosa

29-11-2016, 2:48:54 PM Por:

El premio Nobel peruano asegura que sus 80 años son "la cosa más triste del mundo", y habla sobre "el triste privilegio" de culminar el boom literario en el que se quedó solo, tras la muerte de García Márquez, Carlos Fuentes y Alejo Carpentier.

El premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa cumplió 80 años de edad en marzo pasado (Arequipa, Perú, 1936) y por lo que ha dicho en estos días durante su visita a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, los lleva con más dificultad emocional que física.

“Cumplir 80 años es bastante trágico para cualquier persona, lo que he visto es que en los muy cariñosos homenajes que me hacen por mis 80 años, cada vez que mencionan que tengo 80 años la gente aplaude, y yo no sé por qué aplauden, es la cosa más triste del mundo, deberían darme el pésame”, dijo el escritor peruano, nacionalizado español, durante una conferencia de prensa que ofreció en el marco de la FIL a la que asiste entre otras actividades, para presentar su más reciente obra ‘Cinco esquinas’.

Durante la apertura del Programa Literario de América Latina, en la que ha sido el ponente principal, Vargas Llosa dedicó su discurso a hablar del “boom” latinoamericano, movimiento literario de los años 60 y 70, del que formó parte junto con un exclusivo círculos de escritores entre otros, Alejo Carpentier, Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes y Julio Cortázar, hoy todos muertos.

“El boom ya no existe, yo soy en cierta forma el último sobreviviente de lo que se llamó el boom, a mí me toca el triste privilegio de tener que apagar la luz y cerrar la puerta”, dijo con nostalgia.

La FIL de Guadalajara también ha querido rendir al autor de ‘La fiesta del Chivo’, una serie de homenajes a propósito de su cumpleaños número 80.

Escritores, críticos, directivos de la feria, lectores y editores han destacado la “genialidad” del escritor peruano, lo han llamado su chamán, su tótem. Celebraron que a sus 80 años siga tan activo y lúcido, reconocimiento que a juzgar por la reacción de aludido es más una tragedia que un halago.

Las alusiones en este sentido han sido varias y en varios sentidos.

El escritor colombiano, Héctor Abad, dijo durante unos de los actos que acompañó a Vargas Llosa, que “a cierta edad, a las personas, a los hombres, se les receta el letargo, la apatía, el silencio casi, que se arrinconen en su casa, se pongan una mantica de lana a cuadros sobre las piernas y empiecen a calentar los huesos para la tumba”.

Abad, en descargo de Vargas Llosa que escuchaba con rostro serio, se ha apresurado a decir que, “afortunadamente esa receta en este hombre que es rebelde desde chiquito, ese letargo, esa apatía que se les receta a las personas no se cumple”.

Durante la inauguración de la feria, en la que el premio Nobel estuvo presente, el presidente de la FIL, Raúl Padilla López, le dijo que es “el escritor vivo más importante de la lengua castellana”.

El reconocimiento ha dejado sentir en el salón inaugural varias ausencias. En varias ediciones de la FIL fue común reunir en ese mismo espacio a escritores como José Saramago, Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes, José Emilio Pacheco, Juan José Arreola, Carlos Monsivaís y el propio Vargas Llosa, de todo este grupo, éste último es el único sobreviviente.

“Fue el benjamín del boom y hoy es el gran patriarca de nuevas generaciones de escritores y amigos que lo leen”, dijo Juan José Armas Marcelo, escritor y periodista español que fungió como moderador en la mesa homenaje, ‘La verdad de las mentiras. Las lecturas indispensables de Mario Vargas Llosa’, en la que también estuvieron, Enrique Krauze, Nélida Piñón, Alonso Cueto, José Miguel Oviedo, Sergio Ramírez y Héctor Abad.

El otoño del Patriarca enamorado

Jorge Mario Pedro Vargas Llosa, quien nació el domingo 28 de marzo de 1936, camina por los pasillos de la FIL sin aparente dificultad, cuerpo erguido y firme.

Su lucidez es a prueba de años, ha disertado sobre el “boom” latinoamericano por casi una hora sin contratiempos y salvo por un par de olvidos, recuerda con precisión fechas, nombres, lugares, y otras anécdotas.

Sus matrimonios, primero con Julia Urquidi, su tía y diez años mayor que él y luego con su prima hermana, Patricia Llosa, han quedado atrás. A sus 80 años de edad se ha vuelto a enamorar. Su nueva pareja, Isabel Preysler, es su inseparable compañía y ha viajado con él hasta Guadalajara para acompañarlo a la FIL.

La edad –o el amor- parecen haberlo serenado, aunque todavía es implacable con la prensa que intenta abordarlo en algún pasillo o acto público.

Durante la FIL solo ofreció una conferencia de prensa y una entrevista exclusiva al diario español El País, donde colabora, ningún otro contacto con los reporteros que lo siguen incansablemente.

Ha mostrado, sin embargo, signos de calidez con sus lectores que se han acercado para pedirle una firma en sus libros, ha repartido sonrisas, más de las que se acostumbran a asomar en su rostro y ha charlado de manera amena y casi familiar durante la inauguración con Manea y el gobernador de Jalisco, de 43 años.

“No cesa de admirarme su combatividad, su energía, su capacidad para reinventarse, palabra muy importante en Mario, de dónde proviene, muchas veces he creído ver en el rostro de Mario, una expresión de tristeza o lástima ante el macabro, grotesco espectáculo del mundo, pero de pronto con naturalidad aparece una sonrisa”, dijo el intelectual mexicano, Enrique Krauze, durante el homenaje al premio Nobel.

“Hay un estoico en el fondo de Mario, pero un estoico que responde con imaginación, ironía e inteligencia y con humor, el trabajador espartano se divierte, brinda con un buen vino y encuentra el amor, por eso en momentos de desfallecimiento o duda, me basta hablar con él por teléfono para recobrar la alegría”, dijo Krauze.

Hay en Vargas Llosa también un dejo de reconciliación, de paz a estas alturas de su vida.

Un gesto ha llamado la atención durante una de sus charlas en la FIL, al recordar y destacar la figura de Gabriel García Márquez, con quien tuvo una pelea a golpes que terminó con una hermandad de muchos años.

En 1976, durante el estreno de la película ‘La Odisea de los Andes' en el Teatro de Bellas Artes de la Ciudad de México, García Márquez lo recibió con los brazos abiertos y una sonrisa, el peruano respondió con un puñetazo al rostro del premio Nobel colombiano.

Aunque hoy no se conoce qué provocó el enojo de Vargas Llosa y su reacción violenta, el hecho significó el rompimiento entre dos de los más grandes escritores de América Latina.

“Nunca he visto yo en toda mi larga existencia que un libro (‘Cien años de Soledad’) provoque en todas las lenguas, en todas partes, un entusiasmo parecido, fue un momento de esplendor de apogeo de la literatura latinoamericana”, dijo Vargas Llosa sobre la obra del escritor colombiano.

“De alguna manera América Latina obtuvo un reconocimiento universal a partir de ese libro que nos desagraviaba en cierta forma de todas las versiones caricaturales, muchas veces degradantes, con la que América Latina aparecía cuando los periódicos, las revistas las críticas de otros países llegaban a interesarse por nosotros”, enfatizó.

80 años de vida, más de 60 años como escritor, ensayista, articulista y político y decenas de obras publicadas es un legado que hoy parecen no alcanzarles para preparar una partida en paz.

Durante la FIL ha dicho en varias ocasiones que le preocupa la sobrevivencia de los libros, “han llegado las cosas a un punto tal que ya no es seguro que en el futuro, la literatura y el libro representen lo que hasta ahora han representado en el curso de la civilización”.

Al final de cuentas, son sus libros y obras las que permanecerán para ser testigos de su existencia.

autor Reportera por pasión, yogui por convicción, cocinera por afición y viajera por naturaleza.
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