Buscador
Ver revista digital
Líderes

La historia del mexicano que solucionó el problema que no pudo Newton

26-12-2019, 6:20:02 AM Por:
© Cortesía

Rafael González es un ingeniero mexicano de 29 años que ha logrado resolver, junto con Alejandro Chaparro, un problema matemático que Newton no respondió

Este texto fue publicado originalmente el 3 de julio de 2019

Rafael González Acuña quería jugar futbol profesional cuando era niño, pero más tarde descubrió que su talento se encontraba en el universo de los números. El ingeniero mexicano de 29 años eligió la física como su pasión y logró descifrar el problema matemático que Issac Newton no puedo resolver hace más de 3 siglos.

“Hay un estigma sobre los mexicanos y los números, pero yo creo que realmente somos tan inteligentes como cualquier otra persona de otro país”, dice en entrevista vía telefónica desde Boston el ingeniero mexicano que resolvió la llamada aberración esférica en lentes ópticos.

El matemático griego Diocles (240 a. C.-180 a.C.) fue el primero en fundamentar el problema hace más de 2,000 años. Isaac Newton y Gottfried Leibniz intentaron hallar una respuesta para el problema conocido también como Wasserman-Wolf, en honor a los científicos que plantearon formalmente el problema en 1949.

“Yo no me esperaba que la noticia tuviera el impacto que tuvo y no porque no fuera importante el problema, sino porque no creí que la entrevista que me hicieron se fuera a publicar en una página principal del Tec de Monterrey”, dice al referirse al portal de Conecta.

A pesar de su logro, González Acuña asegura que no es mejor que Isaac Newton por haber resuelto el problema que dejó pendiente el físico inglés, ya que hoy él cuenta con otras herramientas que en el pasado no se tenían, como el internet o el acceso a numerosos libros.

“La sabiduría viene de Dios. Él decide y uno se lo agradece”, asegura el joven regiomontano, quien realizó el descubrimiento gracias a su amigo y colega Alejandro Chaparro.

Los dos amigos se han convertido en héroes de las matemáticas en un país que adolece de estos conocimientos.

Cada año egresan 110,000 ingenieros cuando el país requiere más de 800,000, y se prevé que en los próximos cinco años la cifra de egresados vaya a la baja, de acuerdo con datos de la Coordinación General de Universidades Tecnológicas y Politécnicas.

Mientras que 6 de cada 10 jóvenes mexicanos no dominan conocimientos básicos de matemáticas, como problemas con fracciones, decimales o ecuaciones, de acuerdo con la prueba Planea 2017, que elabora el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE).

Rafael González narra su historia desde Boston, en donde realiza un curso, y conversa sobre la importancia de la ciencia en un país que puede medirse con las otras grandes mentes del mundo.

Lee: El mexicano que resolvió el problema que no pudo Isaac Newton

El descubrimiento

En 2013, González concluyó sus estudios de licenciatura en el Tec de Monterrey y realizó un viaje a Nueva Zelanda de forma posterior. A su regreso decidió estudiar una maestría en Mecatrónica por el Centro de Investigaciones Ópticas de Guanajuato y fue ahí en donde conoció a un gran amigo: Alejandro Chaparro.

El joven egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) fue la persona que compartió la obsesión con el egresado de la Ingeniería Física Industrial del Tec de Monterrey por el problema matemático.

La primera noticia que tuvo Rafael sobre la llamada aberración esférica en lentes ópticos provenía de un libro traducido del árabe al inglés, ejemplar que hablaba de la propiedad que tiene el espejo parabólico, la cual es una de las bases para el desarrollo de las tecnologías aplicadas en antenas parabólicas.

Sin embargo, la historia para hallar una respuesta al problema se remonta hasta los intentos de Isaac Newton, uno de los padres del cálculo.

Durante casi 3 años, Chaparro y González buscaron una solución al problema matemático, que ocupó la mente de ambos todo el tiempo. Una obsesión por la precisión y un amor por las respuestas que solo dan los números.

A distancia, los dos mexicanos trabajaban juntos en la solución del problema matemático que solo tenía aproximaciones numéricas, pero no una respuesta exacta.

En noviembre de 2017, Rafael decidió poner toda su dedicación al resolver el problema.

“Lo único que queríamos era resolverlo. Alejandro desde el Estado de México y yo en Monterrey discutíamos mucho para encontrar la solución. Inclusive nos llegamos a enojar uno con el otro”, dice el ingeniero originario de Monterrey.

Lee: El alemán que rechazó dinero de Facebook y reinventó las matemáticas

Rafael González
Conecta Rafael González, egresado del Tec de Monterrey

Una noche de junio de 2018, Alejandro y Rafael tuvieron una larga e intensa discusión. “Nos mentamos la madre”, recuerda González, quien después de las diferencias con su compañero de estudios se fue a dormir y se levantó a desayunar por la mañana.

Mientras untaba un pan con Nutella, la respuesta al problema de tantos siglos llegó de improviso y la única expresión que alcanzó a pronunciar su boca fue: “¡Madres! Esta es la solución” y corrió a su cuarto para programar y disfrutar la felicidad por la respuesta.  

Acto seguido, el estudiante de doctorado se comunicó con Alejandro Chaparro para contarle la solución y revisarla en conjunto. Así fue como iniciaron el trabajo para publicar su hallazgo y someterlo a la revisión de las revistas científicas auditadas.

En octubre de 2018, el artículo fue publicado en la revista especializada Applied Optics y la revisión fue más que favorable, ya que recibió la distinción del editor, lo cual no es un hecho común.

“Lo que encontramos Chaparro y yo es que la solución es analítica y es exacta”, dice Rafael González.

Los microscopios, telescopios o cámaras se sustentan en un sistema basado en aproximaciones numéricas, mientras que el trabajo de los mexicanos es exacto.

El trabajo permitirá ahorros de tiempo en la programación de modelos, permitirá entender la física detrás de las lentes y se logrará la precisión de las lentes a través del cambio de los materiales o formas de las lentes.

“Tenemos otros trabajos que van a causar polémica, pero ahorita están en revisión. Julio Gutiérrez Vega y yo los estamos preparando”, asegura.

Julio Gutiérrez Vega es su actual asesor en el doctorado desde septiembre de 2017, quien le ha dado clases de cuántica y física computacional.

“Me gusta mucho la ciencia”

Rafael Guillermo González Acuña nació el 19 de diciembre de 1990 en Monterrey, Nuevo León. Cuando era niño anhelaba con ser futbolista profesional. Nunca ha tenido un equipo preferido, porque su pasión fue por el balompié era mayor al de un color en específico.

Admira a jugadores como el paraguayo José Saturnio Cardozo o Humberto Chupete Suazo. “Practicaba mucho el futbol, pero no se me daba”, dice con una sonrisa al otro lado de la línea telefónica.

Hijo de un ingeniero químico y una madre contadora, Rafael González aprendió de sus padres la pasión por la lectura. “Mis papás están felices y me emociona que los esfuerzos que han hecho por mí y mis hermanos den frutos. Estamos encantados de la vida”.

Eligió estudiar el área de Físico-Matemáticas porque tenía que decidir por un camino en la preparatoria. Al tomar sus primeras clases se enamoró de los números.

Hoy, el joven mexicano cuenta con una maestría en Mecatrónica por el Centro de Investigaciones Ópticas de Guanajuato.

En este momento, González Acuña estudia un doctorado en el Tec de Monterrey y una Licenciatura en Matemáticas.

“Me gusta mucho la ciencia”, dice el mexicano.

El haber conocido a Alejandro Chaparro ha cambiado su vida personal y profesional, además de permitirle demostrar que el talento en México no comprende barreras, sino pasiones y búsqueda de soluciones.

“Más allá de escuelas públicas o privadas, la realidad es que todos somos mexicanos”, dice Rafael al hablar de su trabajo en conjunto con Alejandro y de su amistad.

Rafael reconoce que las diferencias entre escuelas públicas y privadas no importan al momento de resolver un problema, ni la división por áreas de estudio de las ciencias o las nacionalidades. Lo importante es trabajar con intereses afines.

González está convencido que el internet puede permitir a todos los jóvenes tener un universo de información, el cual ha reducido distancias entre las universidades del mundo y el conocimiento. “Las barreras las pone uno. Si tienes pasión y disciplina, puedes llegar muy lejos”, dice.

Sin embargo, Rafael cree que hace falta más inversión en las empresas de base tecnológica. “Sé que los países desarrollados invierten más en ciencia, pero la mayor parte de la inversión en ciencia es parte de las mismas empresas privadas y en México el que la patrocina es el Conacyt”.

—¿Qué le recomendarías al presidente de México para impulsar la ciencia?

—Yo le diría al señor presidente que apoye a la ciencia, pero de una manera inteligente. Y que se ponga buzo, aunque yo no tengo una respuesta realmente, porque debe haber mecanismos para verificar a las empresas con base tecnológica, para que se les pueda apoyar y que no sean empresas fantasma.

Hay que apoyar al talento mexicano y hacer política para que las multinacionales mexicanas abracen a todas esas personas que salen del Conacyt hacia el mundo, pero regresan sin trabajo. Es lo que yo le diría.

El programa de estudios del doctorado le permite a Rafael organizar su tiempo. No importa si se duerme a las 4 de la mañana resolviendo un problema o si se despierta a las 11 de la mañana.

Las primeras horas de su día se destinan para resolver los problemas matemáticos más complejos y por las tardes redacta artículos y capítulos de sus trabajos, además de contestar correos electrónicos y salir al gimnasio. Las noches están reservadas para leer sobre óptica al ritmo del rock progresivo.

Hoy, González Acuña ha viajado por Ecuador y prepara su maleta para visitar Alemania y difundir sus trabajos de investigación. Cuenta con planes para continuar sus estudios de la mano de una beca que le ha sido otorgada.

Rafael asegura que ya existe un nuevo artículo igual de importante que el mencionado hasta el momento en los medios de comunicación, ya que, junto con Julio Gutiérrez Vega, ha desarrollado una generalización de la solución encontrada dentro de la óptica.

Rafael González se enamoró de la física porque pudo observar factores de la naturaleza que antes no veía. Esta fue la otra óptica que lo llevó a solucionar el mismo problema que ocupó la mente de Isaac Newton. “Las preguntas de la física son inclusive más filosóficas de lo que esperarías. Uno se empieza a preguntar quién hizo este orden y para muchos no hay respuestas; para mí el orden lo hizo Dios y eso se me hace muy bello, porque la naturaleza es muy estética, y la física y las matemáticas también lo son”.

Lee: El mexicano que fue albañil e intendente y ahora triunfa en Intel

autor Periodista: aprendiz del periodismo de datos y escudero de Don Quijote. "Deja que el mundo te cambie y podrás cambiar al mundo."
Comentarios