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De Opinión

Los pendientes de Peña Nieto: por Julio Millán

07-12-2015, 9:32:43 AM Por:
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Los primeros tres años generaron muchas expectativas, pero el gobierno no ha tomado el ritmo esperado ni logrado concretar lo propuesto.

Si bien no se puede hablar de que realmente estemos a la mitad de un camino, porque no se miden igual estos primeros tres años contra los restantes, sí es posible realizar un análisis sobre lo que se ha avanzado y lo que falta. Cuando se empieza un sexenio, se considera que se pone “toda la carne al asador” para que la economía vaya reaccionando con dinamismo. Esta primera etapa generó muchas expectativas, pero no ha logrado tomar el ritmo esperado ni concretar lo propuesto.

Esto se puede atribuir a causas externas, lo cual es una razón válida, ya que la economía mundial no se ha recuperado. Actualmente, el país es en alto grado dependiente de lo que sucede en el exterior por un proceso de apertura absoluta, y si a ello se le suman condiciones también muy desfavorables, como los impactos de la caída de los precios del petróleo y una reforma hacendaria que limitó la capacidad de inversión, se tiene un panorama donde se ha dado poco margen de maniobra a los empresarios mexicanos.

En materia política, la más importante conclusión de esta mitad de sexenio fue la demostración de que sí es posible, para la partidocracia, generar acuerdos y dinamizar la actividad legislativa. Ello quedó patente con el paquete de reformas estructurales que se aprobaron.

Pero la tarea está lejos de estar terminada y es de esperar que esa buena voluntad política sea revivida por el bien del país; mal haría la clase política en centrarse en 2018, olvidando el camino que todavía hay de por medio.

Por todo esto, se requieren medidas muy agresivas, aunque hay que reconocer que el arranque de los sexenios pasados no fue tampoco una panacea. La primera mitad de la actual administración ha registrado un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) mayor a la de las dos administraciones anteriores: 1.9% en 20012-2015, contra 0.3% en 2000-2003 y -0.1% en 2006-2009. Sin embargo, es momento de entrar a una nueva dinámica.

Las reformas están en marcha, una con más penetración y otras no tanto. Algunas han encontrado grandes obstáculos que todavía no se han podido superar. Así, el gran reto para la segunda etapa será no solamente concretar y profundizar esta primera oleada de reformas, sino generar una segunda que consolide el proceso; por ejemplo, la reforma educativa se hizo a nivel administrativo, ahora veamos los contenidos educativos para lograr que México cambie. Se debe capitalizar este momento y pasar al siguiente nivel: la evolución del sistema educativo mexicano.

En este tenor, el primer elemento donde se debe pasar hacia una fase de cambios es el plano educativo. La reforma en la materia es uno de los grandes logros del gobierno federal; los cambios aprobados en 2013 constituyen un sólido primer paso en el plano administrativo y ahora se debe llegar al siguiente nivel: la evolución del sistema educativo mexicano.

La base de nuestro sistema ha cambiado poco en esencia desde José Vasconcelos (primer secretario de Educación Pública del país), pero las exigencias del siglo XXI no pueden atenderse con modelos del siglo XX; la escuela mexicana como la conocemos es un anacronismo.

Es necesario que la segunda parte de la reforma educativa tenga por objetivo formar a los profesores del siglo XXI. Lo anterior implica dotar los contenidos de un enfoque científico, apoyándose en las tecnologías de la información. Asimismo, las aulas deben transformarse en ecosistemas de fomento a la innovación a través de modelos pedagógicos que dejen de lado el papel del docente como fuente del conocimiento, para hacer de este un facilitador de la información, la cual debe ser cuestionada y debatida. No necesitamos niños y jóvenes que sepan el “¿qué?” y “¿cuándo?”, sino que cuestionen el “¿cómo?” y el “¿por qué?”.

En los niveles medio-superior y superior es imperativo impulsar el dialogo industria-academia, con el fin de que los profesionales que se están formando tengan oportunidades; los planes de estudio tienen que adaptarse al dinamismo del cambio tecnológico.

Ciertamente, sería utópico pensar que en el corto plazo se puede lograr lo que naciones como Finlandia han hecho, pero también resultaría mediocre seguir por el mismo camino, argumentando que “son condiciones diferentes” o “existen otras prioridades”. En materia educativa estamos en una coyuntura histórica; los siguientes años serán decisivos para el futuro de México. 

En materia económica el panorama es complicado. El Fondo Monetario Internacional (FMI) pronostica una tasa promedio de crecimiento anual del 2.8% para el país durante el periodo 2015-2018. Esto es consecuencia de la lenta recuperación de Estados Unidos, la ralentización de la actividad económica en China, la ya permanente incertidumbre en Europa y la incertidumbre por el alza de las tasas de interés.

Ante esto, ¿cuáles deben ser los impulsos al mercado interno? La primera tarea debe ser la voluntad política (de partidos y gobierno) contra la corrupción y el desvío de recursos.

Se señala que la percepción de corrupción en el país tiene un costo equivalente al 4% del PIB, por lo que las acciones a tomar deben marcar como meta un escenario, donde –de hacerse bien las cosas– se pueda agregar un medio punto porcentual al PIB.  En este sentido, el presupuesto con propósito de austeridad que se ha aprobado es un primer paso, pero este debe ser eficiente en su desempeño y, sobre todo, contar con una contraloría social y transparencia vía medios electrónicos y redes sociales.

Junto a esto, se debe tener un gasto orientado a la inversión productiva que vaya reduciendo el gasto corriente improductivo. Finalmente, y en paralelo, será sumamente crítico que, para evitar afectaciones, se dé un pago oportuno a proveedores y se reoriente la política fiscal para que esta incentive la productividad.

Más allá del tema político, para los próximos años el mensaje que debe permear a todos los niveles es que México ya no puede seguir esperando y tiene prisa por crecer. El corte de caja tras la primera mitad del sexenio es uno de claroscuros, y nadie puede estar satisfecho con ello. Es momento de abordar los retos con un enfoque diferente y de ver en cada uno una oportunidad para el país. La otra opción es el conocido camino de seguir haciendo lo mismo y señalar culpables sin asumir consecuencias, y ya deberíamos saber a dónde conduce esa ruta. No dudemos de que el año 2016 tengamos un gran ruido político y que las campañas sean sucias y destructivas; por ello, los ciudadanos que amamos nuestro país debemos intentar que el futuro de México esté en mantener los instituciones actuales con responsabilidad y, sobre todo, con amor a la patria.

El columnista es presidente del Consejo de Administración de Coraza Corporación Azteca. Estudió Economía en la UNAM. Realizó estudios de Comercio Exterior, Productividad y Análisis Económico en EU, Gran Bretaña y Japón.

autor Periodista, director digital de Alto Nivel, profesor universitario, amante de la música, deportista, maratonista, spartan y aprendiz de baile.
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