Latinoamérica, profundamente desigual pese al predominio de gobiernos “sociales”

No hay indicios de que se hayan logrado grandes avances, no al menos para poder hablar de una Latinoamérica menos desigual.
Latinoamérica en general ha virado en los años recientes a gobiernos que prometen no solamente combatir, sino disminuir y acabar con la profunda desigualdad que existe en la región desde hace décadas.
Desde el Río Bravo hasta la Patagonia, los “gobiernos sociales” han tratado de disminuir la pobreza con el cambio de los modelos económicos que, desde su punto de vista, son la causa directa del fenómeno, junto con sus políticas económicas., En el discurso, terminar con la pobreza y la desigualdad es muy rentable políticamente hablando, por eso no es sorpresivo que la región esté hoy dominada por regímenes populistas o de aparente orientación social dado que Latinoamérica es una zona con un amplio historial de desigualdad.
Lamentablemente, no hay indicios de que se hayan logrado grandes avances, no al menos para poder hablar de una Latinoamérica menos desigual, el objetivo primordial de la mayoría de los regímenes vigentes en este momento en la región.
Profunda desigualdad
El informe de OXFAM llamado “Econonuestra: Es tiempo de una economía para todos y todas”, y presentado a finales de la semana pasada, expone las causas y las consecuencias de la profundización de las desigualdades en la vida de la población latinoamericana y caribeña.
Una de las primeras conclusiones es que la polarización de la riqueza y su concentración en pocas manos no es fruto de la casualidad sino resultado de decisiones políticas, de antes y de ahora.
Existe una evidencia contundente, el 1 por ciento más rico de la población paga proporcionalmente menos impuestos que las personas del 50 por ciento más pobre, lo que se constituye como la mejor señal de un sistema tributario injusto que requiere con urgencia ser reorientado.
Oxfam dice que este es un momento histórico para la región, y es tiempo de una economía para todas y todos. Para ello pide un cambio estructural para reducir las desigualdades económicas y sociales, avanzar en justicia climática y mejorar la autonomía financiera de las mujeres.
Las desigualdades en la región están vigentes, incluso se han hecho más profundas. De acuerdo con el informe, los dos hombres más ricos de la región concentran por sí solos más riqueza que la mitad más pobre o el equivalente a 334 millones de personas.
Según el Bloomberg Billionaires Index, los dos hombres más ricos de Latinoamérica y el Caribe en la actualidad son Carlos Slim, propietario del gigante de las telecomunicaciones América Móvil (con un patrimonio de 93,200 millones de dólares), y el también mexicano Germán Larrea, director ejecutivo de Grupo México (38,200 millones de dólares).
Al cierre de enero pasado, cuando se realizó el análisis, los 98 milmillonarios de Latinoamérica y el Caribe, es decir aquellos que tienen una fortuna de más de mil millones de pesos, acumulan una riqueza conjunta de 480,800 millones de dólares, similar al PIB anual de Chile y Ecuador juntos. Pero, incluso hay una desigualdad profunda entre los mismos milmillonarios si consideramos que juntos Carlos Slim y Germán Larrea, los dos hombres más ricos de la región, detentan el 27.33 por ciento de la fortuna total de los 98 milmillonarios. Es decir, dos personas por sí mismas tienen en sus manos casi la tercera parte de las grandes fortunas de Latinoamérica.
Por eso, la tendencia de la desigualdad ha sido incontenible, Oxfam lo señala de manera contundente: “En los últimos 25 años, los más ricos han seguido siendo igual de ricos e incluso más, mientras la mitad más pobre se ha hecho cada vez más pobre”, dice el documento.
De acuerdo con el reporte, desde el año 2000, las fortunas de los milmillonarios se han incrementado 368 por ciento, casi seis veces más rápido que el crecimiento de la economía en la región. Eso significa que las fortunas de los milmillonarios aumentaron 43.7 millones al día, o bien 306 millones a la semana, nada mal para estos potentados de la región.
En contraste, el avance de los salarios y la posibilidad de que el grueso de la población más pobre logre mejores condiciones de vida, por no hablar de movilidad social, es mucho muy limitada.
Latinoamérica, la región más desigual del mundo
Oxfam señala que las cifras tan contundentes nos recuerdan que Latinoamérica es la región más desigual del mundo, los números no dejan lugar para las dudas: el uno por ciento más rico de América latina concentra casi 55 veces más riquezas que su mitad más pobre, lo que se compara con el hecho de que en la Unión Europea el uno por ciento más rico concentra siete veces más que su mitad más pobre. Eso significa que América Latina es ocho veces más desigual que Europa y, pese a las apariencias, mucho más desigual que África.
Y hay otra cifra que también ha crecido, el número de personas viviendo en pobreza, que desde 2015 se ha incrementado en 20 millones, pese al incontenible avance de los “gobiernos sociales”, que tomaron como estandarte el cambio de modelo económico, acusando a otros modelos como el neoliberalismo de los males de la región y utilizando actualmente el discurso de que tomará tiempo revertir la profunda desigualdad con sus políticas que luchan contra la pobreza, llevan al menos un lustro y la tendencia de las cifras no parece estar a su favor.
Las cifras relacionadas con la pobreza extrema son igualmente contundentes al ubicarse en niveles superiores a los de 2010. Actualmente hay 2.9 millones de personas más en esta condición que antes de la pandemia. A finales de 2023, la pobreza alcanzó al 29.1 por ciento y la pobreza extrema al 11.4 por ciento de la población en la región, lo que implica un retroceso de dos décadas en los esfuerzos regionales por reducir la desigualdad y la pobreza.
Así, claramente Latinoamérica tiene dos caras: la persistencia de altos niveles de pobreza, sobre todo extrema, frente a la acumulación cada vez mayor de riqueza en manos de una muy reducida y poderosa élite, personas con patrimonios superiores a los mil millones de dólares, los “milmillonarios”.
Un dato lo dice todo y es, además de demoledor, preocupante en toda la extensión de la palabra, porque demuestra lo que se necesita hacer para abatir la desigualdad en la región más desigual del mundo.
Un trabajador con el salario mínimo promedio de la región tendría que trabajar 90 años para ganar lo mismo que gana un milmillonario latino-caribeño en promedio en un solo día.
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