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¿La infraestructura sacará a México del estancamiento?

18-02-2020, 6:15:15 AM Por:
© Notimex

Ante el letargo que vive el sector de infraestructura, la iniciativa privada no debe quedarse de brazos cruzados. Las empresas tienen que ser proactivas: deben proponer nuevos proyectos y diversificar su negocio para atender a nuevas industrias y geografías.

El Acuerdo Nacional de Infraestructura del Sector Privado, anunciado en noviembre pasado por el presidente Andrés Manuel López Obrador, podría dar impulso a la economía este año, gracias al impacto que tendría hacia otros sectores productivos. Sin embargo, el acuerdo debe implementarse en tiempo y forma adecuados.

Eduardo de la Peña, socio de Infraestructura para México y Centroamérica de la firma de servicios profesionales Deloitte, considera que, en materia de infraestructura, 2020 será el año de las definiciones. “El Acuerdo Nacional de Infraestructura es un gran mensaje al mercado; sin embargo, no especifica el estatus concreto en el cual se encuentran esos proyectos; si están en fase de estudios, si ya cuentan con prefactibilidad, cuál será el esquema de desarrollo. Si no se maduran estos proyectos invirtiendo en estudios, el acuerdo no será más que una lista de buenas intenciones”.

A continuación, presentamos la entrevista completa que Alto Nivel sostuvo con el ejecutivo.

AN •  El anuncio del Acuerdo Nacional de Infraestructura evidencia que el gobierno está buscando tomar medidas para reactivar la economía, debido al estancamiento del crecimiento económico del país. Sin embargo, la industria de infraestructura todavía vive momentos complicados.

Efectivamente, [la industria] todavía está en una etapa lenta. Por lo general, las grandes obras de infraestructura se anuncian desde las campañas presidenciales y los programas nacionales de infraestructura se anuncian cuando el gobierno entrante lleva unos seis meses al frente. Sin embargo, la administración actual tardó un poco más en anunciar su plan.

Al inicio del gobierno del presidente López Obrador solo se hablaba de los grandes megaproyectos (el Tren Maya, el corredor del Istmo de Tehuantepec, la refinería de Dos Bocas y el aeropuerto de Santa Lucía), pero no de proyectos pequeños o medianos que den sustento a la industria.

Por otro lado, desde que se anunció el Acuerdo Nacional de Infraestructura del Sector Privado se ha quedado como una lista en papel. Para que sea un verdadero detonante de inversión hace falta realizar estudios de factibilidad y echar a andar las construcciones. Lo único que está avanzando son los megaproyectos. No obstante, si el acuerdo se logra llevar a la realidad y los proyectos arrancan, habrá una inversión histórica en infraestructura.

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AN • ¿Cuáles son tus pronósticos para la industria este año?

Yo prefiero ser optimista, pues donde hay ineficiencia o indefinición, hay oportunidad. En cuanto a los megaproyectos, este año será un año donde se probará si los proyectos están avanzando de forma correcta, si de verdad ha existido trabajo técnico detrás. Tendrá que determinarse si son factibles y empiezan a construirse, se replantean o se cancelan.

El Tren Maya es el megaproyecto más avanzado, al menos en solidez técnica. Se ha invertido mucho dinero en estudios y este año comenzarán las primeras obras; recalco que, empezar obras sin tener estudios técnicos suficientes es contraproducente y lo único que conlleva son sobrecostos, retrasos o licitaciones desiertas. En infraestructura aplica el viejo refrán que dice “no por mucho madrugar amanece más temprano”. Primero estudios, luego obras; en consultoría tenemos una máxima que dicta que el trabajo es pensar y luego hacer.

El corredor del Istmo ha tardado un poco más en arrancar: existe menos información pública, en comparación con el Tren Maya, pero creo 2020 será el año en el que realmente despegue.

Este año también tendrá que ser definitivo para el aeropuerto de Santa Lucía. Hay muchos mensajes encontrados acerca de su viabilidad. Lo mismo ocurre con la refinería de Dos Bocas.

Si los proyectos no llegan al mercado de manera ordenada y bien estructurados, la confianza de los inversionistas y la capacidad de la industria se verán afectadas de forma relevante: las empresas que habían resistido tendrán que cerrar o al menos hacer recortes significativos.

AN • ¿Crees que los megaproyectos de infraestructura logren concretarse cuando termine la administración del presidente López Obrador?

Si arrancan este año, existen grandes posibilidades; sin embargo, creo que es importante romper esta mentalidad de que los proyectos de infraestructura deben de pensarse para poder acabarlos en un sexenio. Los megaproyectos, por definición, tardan en madurar, pero cuentan con el potencial de cambiar las economías locales y regionales. Cuando China decidió invertir en la región de Shenzhen para impulsar la economía, invirtió en grandes obras de infraestructura (además de otras políticas públicas, como crear Zonas Económicas Especiales). Esa región de China pasó de 800 dólares per capita a 27,000 en 25 años. ¡Imagina que tú o tus hijos ganen 30 veces más en el periodo de una vida profesional! Ese es el poder de los megaproyectos como el Tren Maya o el Corredor Interoceánico. 

Otro aspecto que debemos interiorizar en México es la importancia de invertir en oficinas de gestión de proyecto: Project Management Office, e incorporar las plataformas digitales para monitorear el avance en tiempo real. En Deloitte hemos desarrollado herramientas que permiten a los tomadores de decisión, con un clic y desde un dispositivo móvil, acceder al estatus del proyecto en tiempo real e identificar desvíos. El control y la información son clave para poder concretar estos megaproyectos.

AN • ¿Qué tiene que hacer la iniciativa privada (IP) ante el letargo de la industria?

Aprovechar las oportunidades que se crean en la incertidumbre. Las empresas tienen que ser proactivas y proponer nuevos esquemas; deben tomar más riesgos. Si se quedan esperando a las licitaciones de obra pública, de concesión o de asociación público-privada para ofertar, se van a quedar esperando.

Hay una figura que se llama “propuestas no solicitadas”, para que el sector privado pueda presentar al sector público propuestas de proyectos de inversión en infraestructura que, si bien no han sido solicitados de manera específica, pueden entregar un servicio alineado a los objetivos de la administración pública. No obstante la poca claridad en los proyectos del gobierno, existe un marco normativo que permite realizar propuestas no solicitadas y hay terreno fértil para la iniciativa privada. Primera recomendación: ser más proactivos.

Nuestra segunda recomendación: diversificarse. Buscar nuevos sectores, por ejemplo, una empresa que se desempeñaba en agua, quizá deba explorar eficiencia energética o generación en organismos operadores. Otra forma de diversificarse es voltear a nuevas geografías. Existen muchas oportunidades fuera de México, tanto en Centroamérica como en Sudamérica. Las empresas mexicanas cuentan con grandes capacidades técnicas y son bien vistas en estos países. Nosotros trabajamos mucho en ayudar a empresas a llegar al mercado mexicano, como las empresas chinas, pero creo que existe un “tesoro” para las empresas mexicanas que sean valientes para explorar nuevas geografías. Vean el caso de las empresas españolas. 

Otra recomendación sería comenzar a trabajar más con los estados y las ciudades. Debido a los recortes y la autoridad de la federación, cada vez más estados nos buscan para impulsar proyectos con mecanismos de financiación innovadores, que no forzosamente representan endeudamiento. Creo que este es un buen momento para que las empresas se dejen asesorar.

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