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COVID-19 pone en ‘terapia intensiva’ a Pemex

22-06-2020, 6:10:04 AM Por:
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Además de las pérdidas de Pemex, su abultada deuda, los altos vencimientos y la canalización de recursos a negocios menos productivos (refinación), la pandemia de COVID-19 agrega otro elemento de incertidumbre a su futuro.

En julio de 2019, el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció con bombo y platillo el rescate de la industria petrolera nacional, es decir, de Petróleos Mexicanos (Pemex). En Palacio Nacional, el primer mandatario se comprometió a apoyar a la paraestatal petrolera en sus primeros tres años de gobierno con presupuesto y reducción de impuestos para que la empresa tuviera recursos, pudiera invertir y alcanzar una producción superior a 2.6 millones de barriles diarios de petróleo a finales de 2024.

Sin embargo, este inicio prometedor para Pemex duraría muy poco. Una guerra de precios del petróleo entre Rusia y Arabia Saudita, que inicio a principios de marzo; y el coronavirus SARS-COV2, que apareció en China en diciembre pasado y que provoca una enfermedad llamada COVID-19, que se extendió por todo el mundo y fue declarada pandemia por la OMS, provocaron el desplome del precio del petróleo y de la demanda de crudo a nivel mundial, afectando los volúmenes de ventas nacionales y de exportación, y poniendo a Pemex en una situación crítica y al gobierno mexicano y su Cuarta Transformación a temblar, pues las principales agencias calificadoras realizaron ajustes a las notas crediticias de la deuda soberana de México y de la deuda Pemex.

AMLO y Pemex
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El 17 de abril, Moody´s recortó la calificación crediticia de Pemex de Baa3 a Ba2, ubicándose fuera de la categoría de grado de inversión. Ese mismo día, la calificadora internacional recortó la calificación de la deuda soberana de México de A3 a Baa1, debido a que las expectativas del marco macroeconómico de nuestro país han experimentado cambios muy significativos a partir de la pandemia y ahora apuntan a una recesión profunda y prolongada. Además, el entorno para el sector energético ha tenido una descomposición importante. Unas horas después, Fitch bajaría también la nota de la paraestatal petrolera de BB a BB-.   

A esto hay que sumar las pérdidas netas de la compañía, que el año pasado totalizaron 345,485 mdp (18,367 mdd), cifra 92% mayor que en 2018; y en el primer trimestre del año ascendieron a 562,250 mdp. Pero eso no es todo, la paraestatal petrolera arrastra una deuda que supera ya los 104,000 millones de dólares y tiene en frente altos vencimientos.

En este último punto, la calificadora HR Raitings estima que la empresa productiva del estado no podrá alcanzar su objetivo a corto plazo de no incrementar su endeudamiento neto entre 2020 y 2021, aun ante el soporte planteado por el Gobierno Federal para Pemex, debido a los niveles observados de la producción y precios de la Mezcla Mexicana, y la desaceleración económica esperada en el país, la cual impacta negativamente la demanda doméstica de refinados.

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Pemex
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Una carga pesada para el erario

“Si hacemos un balance entre los costos para relanzar la industria energética y los ingresos que vamos a recibir, debido a que los beneficios son a largo plazo, en una coyuntura como la actual, será muy difícil soportar un plan de esta naturaleza”, asegura Roberto Gutiérrez Rodríguez, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

El 17 de enero de 2020, la mezcla de crudo mexicano de exportación se colocó en 58 dólares por barril, mientras el Brent se cotizaba en 65 dólares y el West Texas Intermediate (WTI) en 63. Tres meses después, la mezcla mexicana se cotizaba en 15 dólares, el Brent en 20 y el WTI en 22, con caídas de 74, 60 y 65%, respectivamente; aunque en mayo el precio del crudo mexicano había recuperado terreno, al ubicarse en 26.55 dólares por barril.

Especialistas e inversionistas estiman que el precio por barril de la mezcla mexicana pudiera cerrar alrededor de los 32 dólares a finales de 2020, y mantener un promedio por debajo de los 48 dólares por barril para los siguientes años, muy lejos de los 58 dólares de enero pasado.

Atrás quedaron los altos precios de 2011 y 2012, de 100.88 y 102.15 dólares por barril, que le tocaron al ex presidente Felipe Calderón Hinojosa.

Peso y petróleo
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Para México, explica Gutiérrez, se conjuntan el descalabro en el mercado de hidrocarburos y la pandemia por el coronavirus, lo que se expresa en tres choques: “uno de demanda, ya que los consumidores y las empresas adquieren menos bienes y servicios, se invierte menos y se adquieren menos importaciones. Otro de oferta, al frenarse las cadenas de producción globales, por ejemplo, los suministros de China para las industrias automotriz, electrónica y de componentes diversos de todo el mundo, no sólo de México”.

Y el último, agrega el investigador, un choque de expectativas, que quizá sea el más preocupante, ya que impide que las compañías se decidan a recontratar a sus trabajadores y reiniciar con normalidad sus actividades, no solo por las restricciones de movilidad y sana distancia impuestas por los gobiernos, sino porque no pueden calcular lo que va a estar dispuesto a demandar el mercado, incluyendo la penetración de las tecnologías verdes como sustitutas de las fuentes fósiles de energía.

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Cambio de estrategia

Para mitigar los efectos del desplome de los precios internacional del petróleo y del COVID-19, Pemex anunció recientemente que implementaría una reducción en su presupuesto de inversión por 45,500 mdp, donde 89% corresponde a exploración y producción, y el resto a otras líneas de negocio.

En su informe anual ante la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC por sus siglas en inglés), la petrolera mexicana indicó que no perseguirá su objetivo de producción de petróleo establecido para 2020, aunque no especificó una nueva cifra de producción para el año.

A inicios del año, la meta de producción de Pemex para 2020 era de 1.867 millones de barriles diarios y en el primer trimestre la producción promedió 1.75 millones de barriles diarios.

La empresa decidió evaluar y priorizar aquellas inversiones que son de alta rentabilidad, aunque en el documento firmado por Octavio Romero Oropeza, director general de Pemex y Alberto Velázquez García, director corporativo de finanzas, no se detalla qué proyectos se verían interrumpidos con esta baja en sus gastos de capital.

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Pemex
Reuters

Un nuevo plan de negocios

Sobre este punto, Antonio Ortega Martínez, secretario de la Comisión de Hacienda de la Cámara de Diputados, e integrante del Grupo Parlamentario del PRD, sostuvo que el cambio de estrategia anunciada para Pemex por el presidente López Obrador en el sentido de renunciar a la meta de producción y concentrarse en refinar el 100% de la producción está nuevamente condenada al fracaso por lo que llamó al titular del Ejecutivo a no apostar a tirar más dinero público -que pudiera ser empleado en salud, educación y empleos- sobre una empresa prácticamente quebrada.

El legislador federal indicó que el gobierno debe poner en marcha un nuevo Plan de Negocios desprovisto de visiones ideológicas. Definir –dijo- un Programa financiero y técnico viable; abandonar los esfuerzos por construir la nueva refinería de Dos Bocas; adelgazar a la empresa; cerrar  plantas no rentables de todo tipo; reducir la nómina burocrática; reducir el pasivo laboral; desincorporar servicios onerosos, y cambiar a los directivos cuya única aptitud es que son amigos, compadres y socios políticos del Presidente; sustituirlos por cuadros profesionales, capacitados, acreditados en el mundo de los negocios corporativos.

“Si el Presidente hace esto junto a una política clara de alianzas con el sector privado en todas las áreas productivas de Pemex: Exploración; Producción; Refinación, el negocio podría tener posibilidades de salvación. De otra manera, será un barril sin fondo, serán recursos destinados a pérdidas seguras y Pemex seguirá hundido en el fracaso y en el desatino”, aseguró.

CEMDA Dos Bocas

2024, año clave para Pemex

Janneth Quiroz Zamora, subdirectora de Análisis Económico de Monex, dijo que si bien Pemex enfrenta una situación complicada, cuenta con el apoyo del gobierno federal, que seguirá inyectando recursos a la petrolera, a pesar de que se trata de una empresa quebrada y que el escenario ahora apunta a una recesión profunda y prolongada que maximizará las presiones sobre las finanzas públicas ante la caída sustancial de la recaudación y la inmensa necesidad de gasto para enfrentar la crisis sanitaria y pailar las afectaciones económicas.

Sin embargo, reconoce Quiroz, este apoyo pende de un hilo, pues podría terminar en caso de que llegue al poder otro partido político en el 2024 y este decida no continuar con la estrategia de rescatar la industria energética nacional y retomar la fallida reforma energética, que abrió el mercado a la inversión privada.

“Es un tema que siempre existirá en México, pues tenemos gobiernos de seis años y existe la posibilidad de que llegue un nuevo partido al poder con otra ideología y cambie todo. No existe una visión de país a largo plazo, como China, que se ha planteado retos a largo plazo y le han dado muy buenos resultados, pues hoy son la segunda economía más grande del mundo. Necesitamos tener un plan ordenado, con objetivos claros para el corto, mediano y largo plazo”, concluye.

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autor Editor de Negocios de Alto Nivel.
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