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Finanzas

Tasas altas o prudencia, ¿por qué la gente no pide créditos?

26-10-2020, 6:10:00 AM Por:
© Especial

El gobierno dice que es por los altos intereses a pagar; los bancos, porque los clientes no se animan a tomar préstamos.

Hace unos días el secretario de Hacienda y Crédito público de México, Arturo Herrera, reprochó a los banqueros el hecho de no prestar dinero a los clientes a pesar de las facilidades que se han otorgado en líneas de liquidez para las instituciones bancarias con el apoyo del banco central mexicano.

El titular de las finanzas públicas señaló que el sector no ha hecho uso de las facilidades de liquidez dadas por el Banco de México (Banxico) como medida de apoyo ante la contingencia y que ascienden a 750 mil millones de pesos. Herrera Gutiérrez hizo alusión al incremento en el Índice de Capitalización de la banca, que pasó de 15 a 17 por ciento, como un síntoma de que ese sector no está prestando dinero.

Inmediatamente el presidente de la Asociación de Bancos de México (ABM) indicó que los bancos sí prestan dinero, que tienen los recursos disponibles, pero que la gente bajó sensiblemente sus solicitudes de préstamos al sistema bancario por cuestiones de prudencia, ante la incertidumbre generalizada en torno a la evolución de la economía nacional para los siguientes meses.

Al debate entró el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, quien durante su acostumbrada conferencia matutina aseguró que el problema del descenso del número de créditos otorgados por el sistema bancario obedece a las elevadas tasas de interés. De hecho, se sumó a las peticiones que han realizado prácticamente todos los presidentes del país desde Ernesto Zedillo, al pedir a los bancos que bajen sus tasas para que haya más acceso al crédito.

¿Cuál es el verdadero problema por el que la gente no pide créditos en estos momentos? ¿Los bancos no quieren prestar? ¿Los clientes no piden prestado por prudencia e incertidumbre?, ¿Los clientes no piden créditos porque las tasas que cobran los bancos son muy elevadas, como aseguró el mandatario?

Combinación de factores

En realidad, son los dos factores, las elevadas tasas de interés y la prudencia, los que combinados propician que ya se registre un descenso en la solicitud de créditos del sistema bancario mexicano. La incertidumbre genera prudencia en la solicitud de créditos por parte de los clientes de los bancos junto con tasas de interés que han sido históricamente altas, muy altas.

Estos dos elementos combinados actualmente, aunque quizás ya estaban presentes antes de la pandemia, son los que a todas luces impiden el aumento de los créditos y han generado el debate en el que una parte de las autoridades ha dicho que los bancos no quieren prestar, otros que los bancos no prestan porque sus tasas de interés son demasiado elevadas, y estos se defienden señalando que no son ni los bancos ni la falta de disposición para el crédito, sino el poco apetito para tomar créditos ante la incertidumbre económica. De cualquier forma, es una mala noticia para la economía de nuestro país; el desplome del crédito llega justo en momentos en los que más se requiere este tipo de apoyo. Revisemos la situación de ambos factores.

Economía en picada y malas expectativas para la recuperación

La economía de México se desplomará este año entre 9 y 10 por ciento, de acuerdo con las más recientes expectativas de organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y analistas privados. Ninguna generación de mexicanos hemos visto una caída económica como la que tendremos este 2020. Por supuesto que la crisis generada por el Covid-19 tiene todo que ver con esta caída, aunque la economía del país ya venía mal, con un descenso de 0.1 por ciento el año previo, la pandemia fue simple y llanamente la “gota que derramó el vaso”.

El año siguiente, pese a los discursos que hablan de una recuperación y de que ha pasado lo peor, la verdad es que la incertidumbre es total. Con un crecimiento promedio esperado de 3.5 por ciento, la recuperación será lenta e insuficiente, más aún con tasas de crecimiento similares para los próximos años. Todo indica que regresaremos a los niveles previos al Covid-19 a finales de la presente administración federal, en otras palabras, un sexenio perdido. Dicho contexto golpea uno de los fundamentos de cualquier economía, básico para cualquier ciudadano: el empleo.

También los discursos hablan de una importante recuperación de los puestos de trabajo perdidos en la pandemia, es cierto, pero son igualmente insuficientes. Las cifras más recientes indican que faltan por recuperarse aproximadamente 4 millones de puestos de trabajo. Más aún, cuando iniciaba lo peor de la pandemia, en abril pasado, se prometió la creación de 2 millones de nuevos puestos de trabajo, lo que por supuesto no ocurrirá.

Con insuficientes fuentes de empleo, con expectativas a la baja en dicho tema, o de plano con empleos nulos en un escenario drástico, el sentido común dice que pocos ciudadanos se atreven a solicitar crédito; no sólo no saben si tendrán para pagarlo, ni siquiera saben si tendrán para otros gastos más básicos.

Es un hecho que la prudencia se ha convertido en factor para desincentivar la demanda de créditos, la crisis es mayúscula y ser cautelosos es incluso un instinto de supervivencia. Siempre habrá quien demande créditos, pero en un contexto como el actual, con una población un poco más educada que antaño y con los mecanismos de control bancario, el crédito ha entrado también en crisis.

Tasas, históricamente altas

Las tasas en México son muy altas por lo menos desde hace 35 años, pero seguramente desde antes. México es la “joya de la corona” para las instituciones bancarias del extranjero que cuentan con filiales en nuestro país, eso lo reconocen los propios banqueros.

No es para menos, en México los diferenciales entre las tasas activas (las que cobran los bancos por otorgar créditos) y las tasas pasivas (las que pagan a los ahorradores por captar su dinero e invertirlo), es muchas veces “abismal”. Para muestra un botón.

Actualmente, los pagarés bancarios a plazo de 180 días (6 meses), pagan una tasa promedio, tasa activa, de 2.25 por ciento, mientras que un préstamo personal a pagar en el mismo plazo, se ubica en un promedio de 23 por ciento, tasa pasiva. La diferencia en este caso es 10.22 veces, es decir, un banco cobra 10 veces más por otorgar un crédito que lo que paga por captar recursos.

La tarjeta de crédito es otra historia, las tasas más bajas no se colocan en menos de 30 por ciento casi en ninguna institución bancaria y las que lo ofrecen la verdad es que “no pintan” en el sistema, o son bancos grandes que emiten pocos plásticos de este tipo. Algunas tarjetas llegan a cobrar hasta 90 por ciento a tasa anual, 40 veces más frente a la tasa promedio a la que captan a plazo de seis meses.

Pero no es algo nuevo, la verdad es que incluso hoy podemos ver tasas mucho más bajas respecto a otras épocas, pero al menos desde hace tres décadas este problema no tiene solución, el sistema bancario presta a tasas muy altas.

En un contexto de pocos empleos, con incertidumbre económica y tasas de interés muy altas, ¿no es lógico que el crédito se desplome? Lo raro sería que hubiera aumento en la demanda de préstamos, mucho más raro que dicha demanda se desbordara.

Todo lo anterior, por no hablar del contexto regulatorio que, si bien ha permitido a los bancos operar con altos estándares de eficiencia y menor riesgo, son un obstáculo para el desempeño crediticio Si dudamos de lo anterior, basta ver la “explosión” de las apps que prestan a tasas de usura (hasta tres y cuatro dígitos). México requiere crédito, pero una vez más nos detenemos en un debate infértil y dejamos de lado la búsqueda de soluciones.

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