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Finanzas

¿Por qué cayeron las divisas latinoamericanas en los primeros meses de 2021?

11-03-2021, 6:15:00 AM Por:
© Depositphotos

Las advertencias de los analistas en torno a la región empiezan a cumplirse; ojalá no sea el preludio del temor respecto a una década perdida.

Las divisas latinoamericanas no viven su mejor momento. En la recta final del primer trimestre del año reflejan depreciaciones prácticamente generalizadas en una tendencia que no se observaba al menos desde 2017 cuando el inicio de la era Trump en Estados Unidos sembró de incertidumbre a la región.

El descenso generalizado de las divisas en la zona puede ser el reflejo de los temores que analistas y organismos financieros multilaterales anticiparon el año pasado: Latinoamérica será una de las zonas más golpeadas por la pandemia y entraría en una recesión económica por la misma causa. Al menos en los primeros tres meses del año las cosas no parecen marchar bien para las principales economías y sus divisas lo reflejan.

Así, las monedas de la región sufren los primeros meses del 2021 una serie de depreciaciones. El peso argentino ha retrocedido alrededor de 3.91 por ciento, el real brasileño tiene una caída de 9.21 por ciento; es de hecho la mayor depreciación de la región en este momento. El peso chileno retrocede 2.10 por ciento, mientras que una de las estrellas de los mercados emergentes por su nivel de liquidez, el peso mexicano, acumula en el año una caída de 4.82 por ciento, sólo para mencionar a las monedas más representativas de la zona.

Peso Argentino, economía sin rumbo

La economía de Argentina parece no tener un rumbo fijo; luego del paquete de renegociación del año pasado en el que logró un histórico acuerdo con sus acreedores por alrededor de 60 mil millones de dólares, ahora enfrenta una de las peores resacas económicas que se tenga memoria, con un PIB que se desplomó 10 por ciento el año pasado y una ola de desempleo que se suma a las ya de por sí críticas condiciones previas a la pandemia. Para este año la expectativa de recuperación se ubica en un máximo de 4 por ciento, sin mucho margen para que el gobierno inyecte recursos que apenas alcanzaron el año pasado 1.5 por ciento del PIB. Las advertencias sobre este país son muy similares a lo que se teme en varias naciones más de la zona: Argentina no podrá recuperar los niveles previos a la pandemia antes de 2023, siempre y cuando no llegue algo inesperado a una economía que se caracteriza precisamente por su constante inestabilidad.

Real brasileño, gestión desastrosa de la pandemia y conflicto electoral en puerta

Brasil pareciera que la había pasado un poco mejor que otras naciones latinoamericanas en 2020; su PIB cayó 4.1 por ciento ese año, la mayor caída en 24 años, pero nada comparada con el desplome de Argentina o México. Sin embargo, la gestión de la pandemia ha sido un desastre y ha llevado a que el país hoy sea el epicentro global de la enfermedad, el país con más contagios y muertes por día en el mundo, sólo este miércoles casi 81 mil brasileños se contagiaron y poco más de 2,300 murieron. El gobierno ha negado una y otra vez su responsabilidad en el desastre y los analistas no se cansan de señalar que su estrategia oculta de inmunidad de rebaño antes que inmunidad por vacunación, le costará muy caro al país.

Por lo pronto, el real brasileño ya refleja el desastre y se ha convertido en la divisa más golpeada de la región y una de las que mayores depreciaciones registra a nivel global con casi 10 por ciento. Pero eso no es todo; la reciente exoneración del expresidente Luiz Inacio ‘Lula’ Da Silva abre las puertas para su inminente retorno a una boleta electoral en las presidenciales del año que viene, serán tiempos de incertidumbre para el gigante latinoamericano que no acaba de adaptarse a un modelo económico cuando podría dar nuevamente un giro drástico, con todas las implicaciones.

Peso chileno, la reconstrucción será larga

La economía chilena es importante para Latinoamérica, pero al mismo tiempo es pequeña para soportar los vaivenes globales. Chile empezaba a salir el año pasado de la crisis generada por el desplome del mercado de commodities cuando llegó la pandemia. Lo anterior sin olvidar que el país enfrenta un proceso de cambio rumbo a una nueva Constitución que, en algún momento, previsiblemente en el verano de 2022, sustituirá la carta magna actual elaborada en la época del dictador Augusto Pinochet. Mientras, Chile deberá lidiar con un mercado de materias primas que no se ha logrado recuperar y que, de acuerdo con las expectativas, no lo hará en plena forma mientras la “fábrica del mundo”, China, no trabaje a todo motor. El problema es que en justamente este año China han bajado su expectativa de PIB de 8 a 6 por ciento, por temor a un sobrecalentamiento de la economía. El peso chileno simplemente sigue a sus pares del continente y de manera especial a las monedas más importantes de Sudamérica.

Peso mexicano, tan cerca y tan lejos del dólar

El peso mexicano debería tener un buen año por la expectativa de recuperación de la economía de su principal socio comercial, Estados Unidos, pero su trayectoria es errática y pese a que no se ubica en su peor momento, las cotizaciones en el mercado interbancario mexicano parecen reflejar una incertidumbre que impacta más a la divisa, respecto a la influencia positiva que pudiera reportar proveniente de su vecino del norte.

La moneda mexicana tiene estos primeros 3 meses del año una tendencia negativa afectada por una serie de cambios en sectores clave como el energético, por la inestabilidad en los mercados de bonos, por un mercado interno que no acaba de repuntar, también por una mala gestión de la pandemia que coloca al país en el tercer lugar en muertes totales y por un proceso de vacunación tan lento que hace temer que la recuperación plena de la actividad económica no será posible antes del verano, por señalar algunos factores. También la expectativa de recuperación de los niveles prepandémicos nos lleva a cuando menos el año 2023, una mala noticia sin duda.

El primer trimestre terminará pronto y, salvo que se registre una ola de optimismo en torno suyo, las monedas latinoamericanas viven un mal momento, reflejo de lo que sucede en la región. Las expectativas negativas se han consolidado al menos en el arranque de año. Ojalá no sea el preludio de la advertencia que se ha lanzado sobre Latinoamérica desde el año pasado, la posibilidad de una década perdida. 

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