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Finanzas

Esta sería la “reacción en cadena” si México pierde su grado de inversión

01-06-2020, 6:10:18 AM Por:
© Especial

No se trata de un recetario del pesimismo desbordado sino de la cruda realidad que enfrentaría el país en caso de que suceda esta "tragedia económica."

Nuestro país podría perder la calificación de grado de inversión que le permite acceder a financiamiento del exterior bajo condiciones especiales, tasas accesibles y que lo ubica en el mapa mundial de las inversiones como un destino confiable, seguro y con proyección de largo plazo. Todo lo anterior se puede resumir en una sola palabra: confianza.

Si México pierde el grado de inversión en algún momento de los próximos 24 meses, como varias casas de análisis y analistas independientes dicen que podría suceder, el país perderá la confianza de los capitales globales y con ello se desatará una reacción en cadena que nos sumiría en una espiral de crisis sistémica con severas consecuencias. este suceso sería una auténtica “tragedia económica” para el país.

Esta es la “reacción en cadena” que sucedería si México pierde la confianza de los capitales mundiales, esa confianza que cada día se deteriora más y por esa razón hoy día nuestro país está considerado como uno de los que más probabilidad tiene de perder el grado de inversión, para con ello tirar por la borda décadas de esfuerzo para conseguirlo.

Fondos de inversión fuera

Por políticas de sus países de origen, todos los fondos de inversión que, valga la redundancia, invierten sus recursos en el exterior, exigen que el destino tenga “grado de inversión”, es decir, sea considerado como un lugar seguro y confiable. La razón es muy simple, esos fondos tiene en su “panza” los ahorros de los trabajadores, jubilados y pensionados del país, por lo que no pueden darse el lujo de invertir en naciones que tienen un elevado grado de incertidumbre. De perder su grado de inversión, los fondos que hoy están presentes en México, automáticamente se irían, quizás en determinado momento regresarían pero en mucho menor monto y con una estratosférica demanda de tasa. La salida de estos fondos sería un duro golpe para la economía, y sobre todo para…

El peso mexicano se hundiría

No nos referimos al hecho de que el peso sufriría una gran depreciación, aunque sí se depreciaría, pero la moneda mexicana dejaría de estar considerada como divisa de una economía confiable y su tendencia sería preponderantemente de debilidad. El peso dejaría de ser una de las monedas más líquidas de los mercados porque a muy pocos les interesaría invertir en una economía con una moneda de bajo nivel de confianza. Así como el peso tiene en el horizonte de largo plazo grandes periodos de estabilidad y apreciación que incluso los gobiernos en turno utilizan para presumir cierta estabilidad y/o crecimiento económico, el peso entraría en una trayectoria bajista de largo plazo. No sólo la economía perdería el grado de inversión, la moneda perdería su atractivo en los mercados cambiarios globales.

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Dólar, artículo de lujo

Como consecuencia de lo anterior, el dólar se volvería un artículo de lujo, muchos productos subirían sus precios al estar cotizados todos o parte de sus componentes en esa divisa.

El regreso del “monstruo” inflacionario

Una economía netamente importadora de capitales como la nuestra, recibe durísimos golpes cada que el peso se deprecia, uno de esos golpes más significativos es el incremento de la inflación. Con la pérdida del grado de inversión la carrera precios-salarios se aceleraría, obligando al Banco de México a subir sus tasas de interés para evitar que los capitales siguieran saliendo del país y promover el ahorro externo e interno como arma para la estabilidad de la economía. Pero, ¿qué efecto tiene el alza de las tasas de interés en la economía?

Inflación al alza, igual a impacto en el bolsillo de quienes menos ganan y tienen.

El aumento de la inflación traería de regreso “fantasmas” que parecían ya superados como el del impacto constante en el poder adquisitivo de los trabajadores. Es decir, el aumento de los precios superaría nuevamente al incremento de los salarios, reflejándose en la llamada “pérdida del poder adquisitivo” de la clase trabajadora y de los mexicanos en general, con mayor impacto siempre para quienes menos ganan.

Efecto recesivo por altas tasas de interés

Tasas de interés al alza, con tendencia alcista o con perspectiva de incrementos en el largo plazo, generan un escenario recesivo en la economía. Es decir, el escenario de inversiones para el impulso del crecimiento es nulo o muy bajo porque los agentes económicos prefieren “invertir y ahorrar” con un nivel de tasas muy elevadas, que poner su dinero a trabajar en proyectos productivos. La probabilidad de que la economía entre en una fase de recesiones constantes o de estancamiento económico, es muy alta, casi una consecuencia natural.

¿Estancamiento o recesión?, otra generación perdida

Cualquiera de las dos opciones “regresaría” a la economía mexicana cuando menos 25 años en el tiempo; es cierto, en este lapso el crecimiento económico tampoco ha sido la constante ni lo óptimo, pero el hecho de que se regresen a esas épocas hará que al menos otra generación de mexicanos se pierda en un escenario de crecimiento mediocre o nulo.

Altas tasas = alto costo

Es un hecho que una economía sin grado de inversión tiene que pagar mayor tasa de interés para atraer capitales, México no sería de ninguna manera la excepción sino la regla. De hecho, actualmente en un escenario en el que las economías desarrolladas tienen tasas de interés muy cercanas al cero absoluto, nuestro país paga una “estratosférica” tasa de 5.5 por ciento, es decir, 550 puntos base a los capitales foráneos, contra cero puntos base que se pagan en muchas economías. Aun con grado de inversión México paga una tasa muy alta para atraer a los capitales, imaginemos si entramos en el famoso grado especulativo.

Caída del soberano, caída de sus empresas

En caso de una pérdida del grado de inversión de México, es decir, del soberano, del país, las empresas que tienen la misma bandera verían un efecto idéntico en sus calificaciones. ¿Qué tendría de malo? Mucho, las empresas mexicanas perderían competitividad en el exterior, el acceso a los mercados de capital se les dificultaría mucho porque la exigencia de tasas más altas sería la constante contra ellas en los mercados globales; adicionalmente, su expansión en otros mercados se vería mermada por el simple hecho de provenir de un país “poco confiable para la inversión”; las compañías mexicanas podrán llegar, en este escenario de pérdida de grado de inversión del soberano, a los destinos que quieran con miles de millones de dólares, pero, ¿qué le garantiza a esos países que permanecerán ahí si la economía de donde provienen es inestable y con reglas cambiantes?

Todo lo anterior y mucho más, no es producto de la imaginación ni un recetario del pesimismo desbordado, es un escenario realista porque así ha sucedido en los países que no tienen grado de inversión o que lo han perdido.

Hace una década Brasil y Sudáfrica estaban llamados y/o llegaron a ser considerados, como las potencias de mitad del siglo 21, pertenecían al popular grupo de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), naciones consideradas para estelarizar el nuevo orden económico global del siglo que empezaba; hoy ese grupo solamente es conocido como el RIC (Rusia, India y China), la B y la S perdieron su grado de inversión y las proyecciones más optimistas aseguran que no lo recuperarán en al menos una década, siempre y cuando hagan la tarea que tienen que hacer y que no han realizado.

No sólo eso, Brasil y Sudáfrica encabezan hoy un grupo de naciones con serios problemas de crecimiento económico presente y futuro, con tasas de interés altas y volátiles, con deterioro del nivel de vida de su población en general, con acceso restringido a los mercados de capital (Petrobras, la petrolera brasileña, es una de las petroleras que más paga por emisión de deuda en el mundo), y con divisas débiles y también erráticas, ambas naciones tocaron la gloria y fueron expulsadas.

Si bien es cierto que los capitales no lo son todo en la vida de un país, para una nación como México sí son determinantes en su desarrollo y trayectoria económica se quiera o no aceptar. Pero, todo indica que los pasos dados en los años recientes están encaminados a “expulsar” a estos capitales, los costos serán muy elevados si se pierde el grado de inversión, no es un juego.

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