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¿Quién traicionó a Ana Frank? La Inteligencia Artificial ya dio la respuesta

24-01-2022, 6:00:00 AM Por:
© Anne Frank House / Photographer: Cris Toala Olivares

Casi 78 años después de la detención de la familia Frank, hecha por los nazis, una exhaustiva investigación narrada en un libro detalla quién fue el delator.

El cuaderno de tapas rojas y rayas blancas: un diario, y decenas de folios sueltos, quedaron en el piso del anexo en medio de la angustia por la detención. Alguien delató el escondite en el que durante dos años Ana Frank y su familia habían permanecido ocultos intentando sobrevivir a la salvaje persecución de los judíos en Holanda, perpetrada por los invasores nazis. Era el verano de 1944.

Desde entonces permanecía sin respuesta la pregunta sobre quién había denunciado el domicilio del escondite de los Frank, ubicado en la parte trasera superior de un inmueble en la calle Prinsengracht 263, en Ámsterdam. Hasta hoy que, gracias a una minuciosa investigación que utilizó inteligencia artificial y modernas técnicas forenses, ha logrado conocerse quién fue el que traicionó a Ana Frank.

“Se recolectaron 4,500 documentos de varios archivos de Holanda y de otros países para subirlos a una plataforma de inteligencia artificial, reuniendo 66 gigabytes de información”, lo que permitió hacer cientos de conexiones para dar con el delator, dice en entrevista con ALTO NIVEL la escritora canadiense Rosemary Sullivan, autora del libro “La traición de Ana Frank” (The Betrayal of Anne Frank. Ed. Harper Collins).

Se trata de Arnold van den Bergh, un notario judío que se movía en las altas esferas de la sociedad holandesa de la época, miembro del Consejo Judío de Ámsterdam, organización que -desde 1941- había sido impuesta por los nazis para ayudar en las deportaciones.

Esta es la conclusión a la que llegaron las pesquisas, encabezadas por el productor y periodista holandés Pieter van Twisk, y que son narradas por Sullivan en el libro, cuya edición en español se publicará el próximo febrero.

La investigación fue capaz de identificar qué policías trabajaban juntos en el área, cuáles eran las amenazas que había alrededor del anexo secreto de los Frank, quiénes eran los nazis holandeses que vivían cerca de ahí, y hasta ubicar a posibles informantes desconocidos, obteniéndose “casi una fotografía universal que no se había tenido antes” en otras indagatorias, detalla Rosemary Sullivan.

Al final se consiguieron 30 escenarios que luego se convirtieron en 12 diferentes casos con los que se hizo un análisis sospechoso por sospechoso, “en una investigación que fue conducida con la mayor objetividad posible”.

Si bien las pruebas obtenidas que señalan aArnold van den Berghcomo el delator del domicilio del escondite de los Frank son circunstanciales, y no absolutas, Sullivan revela que es posible decir que hay suficientes elementos que prueban con precisión el 90% del caso.

La sospecha de Otto Frank

Ana Frank tenía 13 años cuando empezó a escribir su diario, desconociendo cuál sería el trágico final de su vida: Con 15 años, junto con su hermana Margot, de 19, murió de tifus en febrero de 1945 en el campo de concentración de Bergen-Belsen, en el norte de Alemania, a donde había llegado después de pasar por los campos de concentración de Westerbork y Auschwitz II-Birkenau.

El único sobreviviente de la familia, el padre de Ana, Otto Frank, regresó a Ámsterdam en junio de 1945, recuperando el diario de su hija un mes después. La obra, famosa por narrar las impresiones de una adolescente viviendo encerrada en un escondite, durante uno de los peores capítulos de la historia mundial, fue publicada en 1947.

Antes de que el Diario de Ana Frank fuera dado a conocer al público, Otto recibió una nota anónima que desvelaba el nombre de quien había sido su delator. Era precisamente el notario Arnold van den Berghel señalado,quien habría hecho la denuncia a la Gestapo del domicilio en el que se escondían los Frank, junto con la familia Van Pels y el dentista Fritz Pfeffer.

“Tiene sentido que Van den Bergh sea el traidor” por la evidencia analizada y las circunstancias que este personaje vivió durante la ocupación nazi en Holanda, apunta Rosemary Sullivan. La escritora agrega que ya desde 1963, en una anterior investigación, se conocía una copia de la nota anónima que había recibido Otto Frank en el verano de 1945, cuando este regresó de Auschwitz.

Arnold van den Bergh,quien murió de cáncer en 1950, entregó a los nazis una serie de direcciones, “lo interesante de eso es que eran direcciones sin nombres. Entonces, ya sabes, no puedes decir que él traicionó a Ana Frank y a su familia”, pues en realidad, el notario no sabía “quién estaba ahí, o si de hecho seguían ahí, porque la gente se movía de escondite en escondite”, matiza Sullivan.

No obstante, al revelar la ubicación del anexo donde se guarecían los Frank, su detención fue inmediata, la mañana del 4 de agosto de 1944, tres días después de la última entrada del diario de Ana, fechada el 1 de agosto de ese año.

El móvil de la delación

La historia de sobrevivencia de Ana Frank y de su familia, en un escondite -oculto tras un librero- en la parte superior de una casa que funcionaba como oficinas de la empresa Opetka, otrora propiedad de Otto Frank, no solo es un símbolo global de lo cruentas que fueron las persecuciones nazis en contra de los judíos.

También es un capítulo significativo en la historia de los Países Bajos, pues en Holanda, al tiempo que había protectores de los perseguidos, existieron muchos que, con convencimiento, colaboraron con los ocupantes de su territorio enviados por Adolfo Hitler.

No es el caso del notario Arnold van den Bergh, cuyo móvil para llevar a cabo la delación fue tratar de salvar a sus tres hijas. “Él estaba haciendo todo lo posible para proteger a su familia”, pero se vio arrinconado en el verano de 1945, por lo que tuvo que entregar los domicilios de los lugares que él conocía como sitios utilizados por familias judías para esconderse de los nazis.

Van de Bergh tenía relaciones de trabajo con muchas personas, incluidas simpatizantes nazis holandeses, y jerarcas alemanes del Tercer Reich que estuvieron en Holanda apropiándose de arte decomisado a los judíos, comenta Rosemary Sullivan.

La indagatoria, iniciada en 2017, en la que el periodista Pieter van Twisk formó un equipo de unos veinte investigadores, entre ellos Vince Pankoke, un detective jubilado del Buró Federal de Investigaciones de Estados Unidos (FBI, por sus siglas en inglés), llegó a la conclusión que los motivos del notario fueron precisamente las amenazas que recibía de parte de los invasores.

Preguntada sobre si hoy aún existen familiares sobrevivientes de Arnold van den Bergh, Rosemary Sullivan dice que sí, de hecho, la autora habló con uno de ellos cuando el análisis reveló el nombre del delator. “En ese momento esta persona me dijo que, si Arnold van den Bergh traicionó a Ana Frank y a su familia, fue para salvar a su propia familia, y es algo que se debe de entender”.

Al respecto, la Casa-Museo de Ana Frank, en Holanda, dijo en un comunicado estar “impresionada por el trabajo detectivesco del equipo” que desarrolló la investigación que ahora se publica en el libro de Rosemary Sullivan. No obstante, aún faltan piezas clave del rompecabezas, pues no se han encontrado pruebas concluyentes y “se necesita más investigación”.

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autor Periodista y abogada, especialista en análisis jurídico y de derechos humanos. Ha sido reportera, conductora de radio y editora.
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