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Emprendedores

Este hombre pasó de suicida a creador de una idea millonaria en 1 día

17-07-2017, 6:35:11 AM Por:

Martín Gutiérrez estaba desempleado y sin dinero hasta que tuvo una idea que hoy vale millones de pesos, y además le ha permitido representar a México ante la ONU y el G21.

Hace nueve años, Martín Gutiérrez intentó suicidarse por tercera y última vez. Falló, claro está. Este último intento consistió en lanzarse contra un camión en movimiento, sin embargo, para su buena (o mala) fortuna, salió ileso.

Martín regresó a casa con la frustración acumulada no sólo del que tiene una pésima temporada, sino del que no sabe –o no puede–, terminar con ella.

Estudiante de ingeniería en el Politécnico, emancipado de sus padres desde los 15, inquilino en una vecindad en Iztacalco, de vida solitaria y lleno de proyectos que no terminaban por cuajar, lo que Martín no sabía es que aquel sería el último día sin un plan de vida claro.

Al día siguiente conoció, muy cerca del Autódromo Hermanos Rodríguez, a un comerciante de gelatinas. Le pidió la receta. Él se la dio. Fue por los ingredientes. Le puso un toque de tapioca. Salió a ofrecerla como producto para los males gastrointestinales. Se vendió bien en tiendas y luego se subió a venderlas a los camiones. Contrató a todo un grupo de vendedores. ¡Eureka! Había nacido un empresario.

La historia la cuenta el propio Martín en un café al sur de la ciudad. Va de gabardina negra, robusto, de ropa formal y adornado por prendedores de la ONU que obtuvo hace unas semanas, cuando fue invitado por la Comisión de Jóvenes Empresarios de la Coparmex para representar a México en la cumbre del G20, que tuvo lugar en Berlín.

Hoy, Martín ya no se arroja a los camiones ni se sube en ellos para vender gelatinas, aunque, de vez en cuando, sí aparece alguno con el exterior revestido con la publicidad de su marca, Moneda Blanca, firma de productos naturistas con casi 100 productos en el catálogo.

“Iniciamos con 200 pesos y, hoy en día, Moneda Blanca es una empresa que factura millones de dólares al año, tenemos cerca de 30 mil distribuidores solamente en México y presencia en seis países”, dice orondo, como lo diría cualquiera que atravesara ese crecimiento.

La marca creció no sólo a causa de la inteligencia y visión de este emprendedor de 31 años, sino también porque se supo acercar a las instituciones adecuadas.

El Instituto Politécnico Nacional (IPN) se encargó de incubar el proyecto de Martín, lo respaldó, y sigue respaldando, con el asesoramiento técnico y conocimiento de alimentos y beneficios naturistas, y le enseñó a hacer desde una etiqueta hasta las fórmulas adecuadas para que un producto funcione en el organismo.

Gutiérrez ha aprovechado su propio caso de éxito para generar una incubadora de negocios, en la que asegura no cobrar por el servicio, pero sí exigir mucho de los nuevos emprendedores.

“Muchos jóvenes no saben por qué emprenden. La gran mayoría lo hace por dinero, por ego, para viajar”, dice el egresado del IPN y de la UVM. “Lo primero que hacemos en la incubadora es trabajar el ser, explicarles que el emprendimiento se hace con un propósito y no por ego, que debe tener impacto en la sociedad”.

Para Martín, el emprendimiento es cosa seria y de mucha pasión. Por eso, tampoco él se ha limitado en el reto de crear empresas, no sólo con las que llegan a la incubadora, sino también con las propias.

“Antes teníamos que contratar a una persona para servicios externos de publicidad o producción para nosotros. Me di cuenta que podíamos hacer una casa productora para abastecer nuestro negocio y convertirlo en un activo para brindarlo a otros emprendedores”, cuenta Gutiérrez sobre el nacimiento de Chirgos, su casa productora.

Bajo la misma idea creó un despacho contable y jurídico, el cual le ayuda a prevenir y evitar cualquier tipo de problemas.

“En cuanto tu negocio empieza a generar dinero, te vuelves demandable. Y, si no estás bien asesorado, puedes estar a expensas de gente que se dedica sólo a buscar dinero por esa vía”, advierte.

Además de estos proyectos, Gutiérrez lleva un fondo de inversión y es dueño de Fibonacci, marca que también se enfoca en productos naturistas.

“Todos los productos que vendemos tienen un código QR, que, al escanear, te envía a la App de Innovaciones Politécnicas y ahí el cliente puede ver los estudios en torno a ese alimento y video de especialistas certificados explicando las razones del mismo”, argumenta el empresario.

Martín juega limpio en el mundo de lo naturista, tan perjudicado por los llamados “productos milagro”. Su marca actualmente se vende en Estados Unidos, Colombia, Ecuador, Perú, Canadá y México, con próximo ingreso a Argentina y Chile.

De su época más difícil sólo se queda con una cosa: “un intento de suicidio es una situación temeraria, y ese sentimiento lo llevé a la empresa. No hay que tener miedo a nada, ni a la crítica, ni a los momentos complicados del negocio”, señala. Gutiérrez asegura que de una mala racha en el emprendimiento nadie se va a morir.

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