Buscador
Ver revista digital
Economía

¿Es verdad que los aranceles provocan inflación?

14-02-2025, 1:21:31 PM Por:
¿Es verdad que los aranceles provocan inflación?
© Foto Arte

La guerra comercial de Trump tiene varias implicaciones globales, entre estas se ha señalado la inflación como efecto colateral.

La guerra comercial que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha desatado prácticamente en todo el mundo incrementa los temores sobre sus múltiples efectos en el futuro.

Uno de estos efectos es el aumento de la inflación en la economía global, algo que incluso los bancos centrales reconocen, como es el caso de la Reserva Federal (Fed).

Sin embargo, otra corriente de analistas considera que, si bien los aranceles son inflacionarios, su impacto depende en gran medida de la magnitud y duración de la medida. Por ello, descartan que la guerra comercial de Trump sea completamente real; más bien, podría tratarse de una estrategia bien calculada para alcanzar otros objetivos que, de otra manera, serían difíciles de lograr o tomarían demasiado tiempo. Y en esta segunda etapa presidencial, precisamente lo que menos tiene Trump es tiempo.

Aranceles: ¿un atentado contra la economía?

La teoría económica clásica señala que, en efecto, los aranceles provocan inflación. Según esta teoría, los aranceles aumentan los costos de producción y encarecen los productos importados, lo que necesariamente se traslada a los consumidores.

Al final del día, los aranceles son impuestos y, como tales, generan costos que impactan la economía de una u otra forma. Además, pueden dificultar el control de la inflación e incluso frenar una reducción más acelerada de las tasas de interés.

Magnitud y duración: factores clave en los aranceles

Como es de suponerse, la magnitud y duración de un arancel determinan su impacto en la economía.

Si se aplican por un tiempo limitado y con tasas relativamente bajas (menores a un dígito), los efectos pueden diluirse en gran medida y ser absorbidos por las empresas, que optan por sacrificar sus márgenes de utilidad temporalmente para evitar una escalada de precios en los mercados donde operan.

Por otro lado, entre más alta sea la tasa arancelaria, mayor será su impacto inflacionario, ya sea de manera general o en sectores específicos.

Sin embargo, el efecto también depende de quién impone los aranceles. Si un país no tiene la capacidad de sustituir rápidamente los productos sujetos a aranceles con alternativas locales o de otros mercados, el aumento de costos inevitablemente se trasladará a sus consumidores.

Un ejemplo de esto ocurrió durante la administración previa de Trump, cuando impuso aranceles a productos chinos. Esto provocó aumentos de hasta 15% en bienes como lavadoras, refrigeradores y hornos en Estados Unidos, incluso en productos fabricados en otros países, pero que contenían piezas chinas debido a lo amplio de las sanciones.

En consecuencia, parte de la inflación de años pasados en Estados Unidos estuvo vinculada a la guerra arancelaria impulsada por Trump.

Un estudio realizado en 2017 por Kimberly Clausing y Mary Lovely, economistas del Peterson Institute for International Economics (PIIE), concluyó que los aranceles estadounidenses aplicados desde entonces fueron transferidos en su totalidad a los compradores estadounidenses.

Por lo tanto, muchos economistas coinciden en que la actual guerra de aranceles es más bien una herramienta de negociación.

Aranceles: un arma para negociar

El economista mexicano Gerardo Esquivel sostiene que Trump utiliza los aranceles como una herramienta de presión en sus negociaciones comerciales.

“Una amenaza de esa magnitud no es creíble. Lo que quiere Trump es iniciar una negociación con ventaja”, comentó recientemente a medios de comunicación.

Por su parte, Valeria Moy, directora del Centro de Investigación en Política Pública, señala que la aplicación de nuevos aranceles por parte de Estados Unidos a sus socios comerciales regionales podría implicar una ruptura tácita del acuerdo comercial vigente.

Si bien no duda que Trump tenga esa intención, Moy considera que un arancel universal es inviable, ya que Estados Unidos, México y Canadá han construido cadenas de producción altamente interdependientes, con empresas binacionales y fábricas cuya operatividad depende tanto de las exportaciones como de las importaciones.

En su opinión, es más probable que se apliquen aranceles específicos sobre determinados bienes o productos y por periodos no tan prolongados. Después de todo, no es lo mismo imponer aranceles a productos chinos que a bienes provenientes del mercado regional y natural de Estados Unidos.

En conclusión, la teoría económica establece de manera clara las reglas y consecuencias del impacto inflacionario de los aranceles.

Sin embargo, en la práctica, los aranceles suelen utilizarse más como un instrumento de negociación. Y en muchos casos, la incertidumbre que generan puede ser más perjudicial que la tasa arancelaria en sí misma.

MÁS NOTICIAS:

Comentarios