¿Qué debe tener una mascarilla para proteger durante jornadas laborales de 8 horas?
Estas son las características a tomar en cuenta a la hora de elegir una mascarilla para trabajar.
La sociedad está cada vez más concienciada sobre que el uso de las mascarillas es fundamental para evitar la propagación del COVID-19. Además de ser obligatoria en espacios públicos y siempre que no se pueda asegurar la distancia interpersonal recomendada, su uso se ha extendido a muchos centros de trabajo, convirtiéndose en un elemento indispensable para la sociedad.
Alberto Cantero, CEO de Gamma Health (Diggia Group), la compañía española que comercializa la mascarilla Wiseprotec -que inactiva el COVID-19-, señala siete características a tener en cuenta a la hora de elegir la mascarilla más adecuada:
Protección. Las mascarillas deben asegurar y garantizar una protección eficaz a lo largo de una jornada laboral de ocho horas. Pese a esto, Cantero añade que “aunque las mascarillas higiénicas reutilizables anti-Covid protegen durante largos periodos de tiempo, es muy recomendable hacer un descanso en su uso cada 30 0 45 minutos”.
Durabilidad. Por otra parte, las mascarillas deben mantener todas sus propiedades tras el mayor número de lavados posibles. Una mascarilla que nos asegure mantener todas sus características después de 40 o 50 lavados puede ser una buena opción. Así estaremos aliviando el gasto familiar al mismo tiempo que contribuimos a reducir los considerables residuos que las mascarillas desechables están produciendo.
Homologación. Deben especificar claramente a qué normativa está sujeta en su fabricación para asegurar que es una mascarilla que cumple con los requisitos mínimos para el diseño, producción y evaluación de la capacidad de filtrado, respirabilidad y resistencia a los lavados de las mascarillas higiénicas reutilizables.
Cuidado de la piel. Se debe siempre recurrir a mascarillas en las que se garantice la ausencia de sustancias y mezclas químicas nocivas en el proceso de fabricación, así como en los textiles utilizados para su confección. Eso evitará enrojecimiento de la piel, picor y desarrollo de enfermedades cutáneas.
Composición. Según la OMS, lo ideal, es que tenga un mínimo de tres capas de materiales: una interna de un material hidrofílico (que absorbe agua con facilidad, como el algodón); otra de material hidrófobo (que repele el agua) para limitar la contaminación externa a través de la nariz y la boca del usuario y otra hidrofóbica media de material sintético no tejido como el polipropileno o una capa de algodón para mejorar la filtración o retener las gotas.
Respirabilidad. Además de protegernos y proteger a los demás, las mascarillas también deben permitir una respirabilidad adecuada. Según Cantero, “todas las mascarillas en el mercado tienen que superar una serie de tests de eficacia y respirabilidad para su comercialización. Esta última se mide a través de la denominada fracción respirable que corresponde con la fracción que respiramos y puede alcanzar nuestros alveolos”.
Ergonomía. La mascarilla debe ser lo suficientemente ergonómica para cubrir boca, nariz y mentón sin dejar huecos en el resto de la cara y así evitar tanto que se expulsen gotículas que pueden contener el virus como que se introduzcan gotículas de fuera.
Entre las opciones más populares y eficaces destaca la mascarilla N95. Se llama así por su capacidad de filtrar el 95% de las partículas del ambiente usando electricidad estática.
Las N95 son ajustadas y una vez colocadas deben estar bien ajustadas y crear un sello contra la piel con un mínimo de fugas, lo que las convierte en opciones extremadamente efectivas.