Buscador
Ver revista digital
Empresas

Pemex deja huérfana a la industria química mexicana

29-08-2017, 4:39:33 PM Por:

La otrora empresa de “clase mundial”, Pemex, recurre a las importaciones para abastecer la creciente demanda insatisfecha de materias primas para industria química.

Uno de los muchos propósitos de la reforma energética impulsada por la actual administración era el de aumentar la disponibilidad de insumos energéticos de menor costo producidos en el país y, por lo tanto, reducir la creciente dependencia de los importados. Pero esto no ha sucedido realmente a casi cuatro años de su aprobación (diciembre de 2013), lo que puso en jaque a la industria química, un sector clave para la economía del país, ya que provee a industrias como la automotriz, de cuidado personal y de alimentos, entre otras. Esto, debido a la falta de suministro de materias primas derivadas del crudo y gas natural.

Los números no mienten. De acuerdo con cifras de la Asociación Nacional de la Industria Química (ANIQ), la producción en el sector lleva dos años consecutivos a la baja, aunque podrían haber sido más, si no fuera porque el gobierno federal incrementó las importaciones de gas natural en 2013 como respuesta al declive de la producción interna de aceite y gas, misma que se agravó desde 2004.

En 2015, el volumen de producción de la industria química nacional ascendió a 22.6 millones de toneladas, cifra 8% menor a la reportada un año antes (24.5 millones de toneladas). El retroceso continuó: el año pasado, la caída fue de 4.2%, con un total de 21.6 millones de toneladas producidas.

Caso contrario ocurre con las importaciones del sector, que en el periodo 2012-2016 registran un crecimiento de 34.3%, al pasar de 20.7 millones de toneladas en 2012 a 27.9 millones de toneladas el año pasado. Buena parte de estas compras son de materias primas, sobre todo aquellas que hoy no produce Pemex o cuya producción ha resultado cada vez más insuficiente para satisfacer la dinámica demanda de la industria.

Las exportaciones del sector químico, por su parte, se han desplomado. En el mismo periodo (2012-2016), estas presentan un decremento de 16.5%, al pasar de 10.2 millones de toneladas en 2012 a 8.5 millones de toneladas el año pasado.

De esta forma, tanto el déficit de producción como el déficit comercial se han incrementado en los últimos cuatro años. En 2016, el déficit en ambos casos fue de casi 20 millones de toneladas.

Fuerte amenaza

Hace exactamente un año, durante la apertura del 48º Foro Nacional de la Industria Química, Eduardo Escalante Castillo, actual presidente de la ANIQ, reveló la realidad que vivían las empresas del sector, marcada por la creciente escasez en muchos de los productos que les proveía Pemex.

En varios de estos, la paraestatal ya no podía siquiera cumplir con los volúmenes de proveeduría que había comprometido con sus clientes.

Esta situación generó un importante desabasto para el sector y las muy diversas industrias que provee (en donde destacan la automotriz, la de cuidado personal y la de alimentos, entre muchas otras). “La falta de suministro de materias primas derivadas del crudo y gas natural es una fuerte amenaza para la industria petroquímica mexicana”, sostuvo Escalante Castillo.

Aunque la reforma energética ofrece las condiciones para lograr la integración en cadenas productivas, lo que es pieza clave para iniciar la reactivación y crecimiento del sector, es fundamental que en el corto y mediano plazos se cuente con un Pemex fuerte, ya que es y seguirá siendo eslabón clave no solo para el desarrollo de la industria química, sino para el desarrollo del país.

Esto último resulta cada vez más difícil, sobre todo porque los precios internacionales del crudo han afectado de manera importante los ingresos del gobierno federal, que a su vez ha tenido que hacer recortes importantes en el presupuesto de la paraestatal, lo cual está llevando, a su vez, a recortes en la producción, algo que es considerado por los empresarios del sector como muy delicado.

De ahí que exigieran a la actual administración garantizar los recursos necesarios para mantener sus operaciones en condiciones óptimas, buscando en todo momento la integridad y la seguridad de sus activos, así como de su personal.

Apenas a finales de junio pasado, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) anunció otro recorte al gasto programable por 48,000 millones de pesos (mdp), que podría alcanzar a Pemex. De confirmarse, la petrolera ligaría con ello cuatro años consecutivos con reducciones a su gasto.

A esto hay que sumar el robo de combustibles en los gasoductos, delito que le representa a Pemex pérdidas por 1,000 millones de dólares (mdd) anuales; pero también están hechos como el incendio de la refinería de Salina Cruz, Oaxaca, en junio pasado y la explosión en la Planta Clorados III, conocida como Petroquímica Mexicana de Vinilos, que la paraestatal opera en asociación con Mexichem y que se sitúa dentro del complejo industrial Pajaritos en Coatzacoalcos, Veracruz, en abril del año pasado -el cual aún no se recupera por completo-, entre muchos problemas.

 Nuevo orden

El panorama no luce nada halagador a futuro. El gobierno, lo mismo que su otrora empresa de “clase mundial” Pemex, apuestan a las importaciones en el corto plazo para abastecer la creciente demanda de la industria petroquímica de sustancias como derivados de metano, etano y aromáticos, la cual se redujo durante 2015 en más de 1.4 millones de toneladas, mientras que en el acumulado hasta agosto de 2016 la reducción alcanzó el millón de toneladas.

Para muestra, las declaraciones hechas en el 48º Foro Nacional de la Industria Química por Carlos Murrieta Cummings, director general de Pemex Transformación Industrial: “Vamos a pelear por los mercados que nos interesan; estamos evaluando cuáles son nuestros mercados más rentables, en donde sí vamos a defenderlos a capa y espada, porque somos la mejor alternativa para el mercado. Pero en los lugares donde no lo somos, no vamos a invertir de más; vamos a participar en algunos como asociaciones y en otros simplemente nos vamos a salir.

Para Escalante Castillo, la situación se vuelve más preocupante para aquellos productos en donde su importación es inviable o la infraestructura requerida es inexistente en estos momentos.  “De manera adicional, en la actualidad con los precios bajos de petróleo y gas natural en el entorno internacional, nuestros competidores son ahora más competitivos, situación que sorpresivamente no ha sucedido en México, en donde estamos observando incrementos de precio en algunos insumos para nuestros productos”, mencionó durante dicho foro.

En el mediado y largo plazo, el gobierno espera atraer inversiones importantes a este sector, que contribuyan a una mayor producción de materias primas. De hecho, la inversión privada registró crecimientos récord en 2013 y 2014, con 4,634 y 5,654 mdd, respectivamente. La mayor parte de estas inversiones fueron realizadas por la empresa brasileña Braskem y la mexicana Idesa, que se unieron para construir el clúster petroquímico Etileno XXI, el más grande de América Latina, ubicado en Veracruz y cuyo costo total fue de 5,200 mdd.

No obstante, en los años de 2015 y 2016 la inversión ya no llegó: registró caídas importantes, del orden del 56.8% y 46.1%, respectivamente.

Un lastre más

Una preocupación adicional que enfrenta la industria es la inseguridad, la cual no solo pone en riesgo las inversiones futuras, sino también las presentes.

Durante el 48º Foro Nacional de la Industria Química, Eduardo Escalante Castillo, presidente de la ANIQ, fue tajante al declarar que: “Los problemas derivados de la inseguridad que existe en todo el país y que en algunas ciudades se ha llegado a niveles insostenibles, han puesto en riesgo no solamente la viabilidad de nuestras operaciones, sino incluso la integridad física de nuestro personal”.

Esta problemática, sostuvo ante empresarios y funcionarios federales, afecta también a las compañías que ofrecen el transporte terrestre, como el ferroviario, llegándose en algunas de ellas a negar el servicio por completo, argumentando el alto riesgo que representa para ellos las distintas rutas carreteras y ferroviarias del país.

Cabe destacar que el 20.5% de las empresas de la industria química se concentran en el Estado de México, que también cumple con el nada halagador requisito de ser la entidad con más delincuencia en el país; Ciudad de México, que ocupa el segundo lugar en delincuencia, concentra un 12.3% adicional de las empresas del sector. Tamaulipas y Veracruz, dos de los estados más violentos e inseguros del país, cuentan con el 4.5% y 3.6% de las empresas de la industria.

Campanas al viento

En mayo pasado, el titular de Petróleos Mexicanos, José Antonio González Anaya, aseguró en una conferencia durante la OTC (Offshore Technology Conference), la mayor exposición petrolera mundial sobre exploración y producción en el mar, en la que participan alrededor de 8,000 empresas, que la situación financiera de la empresa se ha fortalecido, la producción de petróleo se ha estabilizado y eventualmente comenzará a incrementarse.

González Anaya presumió que, por primera vez en su historia, Pemex está implementando en todas sus líneas de negocio un Plan de Negocios enfocado en la rentabilidad, aprovechando las ventajas y la flexibilidad que le otorga la reforma energética.

Un buen discurso sin duda. Ahora tendrá que convencer, tanto a la industria química como a los demás sectores a los que provee, de que la paraestatal no pondrá en riesgo ni la proveeduría ni la viabilidad de los negocios de las empresas del sector, que han sido sus clientes por décadas.

autor Editor de Negocios de Alto Nivel.
Comentarios