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Los muros e impuestos no detendrán el envío de remesas

El temor difundido por algunas naciones y la incertidumbre generada por el proteccionismo no podrán parar el envío de remesas, pese a la construcción de muros o a la aplicación de impuestos a las transferencias.

Los envíos de remesas, entendidas dentro del contexto del orden mundial, representan algo más que simples activos financieros generados en un país, pero que pasan a otra nación.

En el contexto global, es necesario entender que estas transferencias de dinero son el resultado del trabajo humano, del sudor de la gente y cada una de ellas responde a la íntima vinculación de un migrante con sus orígenes familiares; no solo como apoyo y sustento, sino también con su patrimonio, sin importar el lugar donde se encuentren.

Uno de los principios básicos de la globalización es la interconexión de los países. En ese sentido, las remesas no solo son parte del comercio mundial, sino que estas transferencias han logrado romper todo tipo de barreras que se imponen al factor trabajo; representan uno de los movimientos humanitarios más importantes del mundo.

Estas transferencias han rebasado las fronteras y todo tipo de medidas de control, debido a que responden al factor humano más importante, que es lo que las personas aman: su familia, las raíces y la patria.

De acuerdo con estimaciones del Banco Mundial, para 2016 las transferencias por envío de remesas pudieron haber alcanzado la cifra récord de 610,000 millones de dólares (mdd), un crecimiento de 3.7% anual y, además, se espera que esta cifra siga en ascenso.

Pero ¿cómo es que las remesas alcanzaron una cifra nunca antes vista, en un momento en que dominan las posturas proteccionistas por parte de las principales economías?

Las remesas están ligadas estrechamente a la movilidad humana, la cual abarca cuestiones económicas, laborales, políticas, bélicas, sociales o culturales, entre otras. Generalmente, las naciones económicamente hegemónicas son receptoras de un flujo personas que salen de sus países de origen (principalmente, economías en desarrollo); en ese sentido, el envío de remesas se presenta, en su mayoría, de manera inversa: sale de países desarrollados a economías emergentes.

El fenómeno de la migración ha estado presente en el orden mundial básicamente desde siempre. En la historia moderna, este fenómeno se empezó a acentuar desde que surgió el proceso de industrialización y en donde el mapa mundial quedó claramente marcado entre países desarrollados y las economías en vías de desarrollo.

Las remesas y la migración se aceleraron cuando el mundo entró en proceso de globalización: la mano de obra barata abundaba en los países de la periferia, mientras que el trabajo duro era demandado por naciones desarrolladas o de centro.

Desde la crisis de los refugiados sirios en Europa en 2015, se despertaron algunas posturas radicales nacionalistas en las principales potencias económicas, las cuales veían en la movilidad humana una amenaza a su soberanía.

Fue entonces que el mundo globalizado cambió, y el año anterior el Reino Unido decidió salir de la Comunidad Europea, mientras que en Estados Unidos la postura proteccionista y de miedo ganó la Presidencia con el apoyo del “Poder Blanco” y la promesa de “hacer grande a América otra vez”.

La política del miedo y el control político de los países dominantes sobre las economías en desarrollo han prostituido la percepción de las remesas con la ilegalidad y la delincuencia, y eso es un error histórico, ya que nueve de cada 10 migrantes son legales y solo uno es ilegal.

Estados Unidos y el Reino Unido, por muchos años, fungieron como los principales promotores de las libertades económicas y comerciales en el planeta; el libre mercado se convirtió en su bandera.

Los países se mostraban de acuerdo con el intercambio de mercancías –ya fueran buenas o nocivas–, pero debido al control político que las naciones dominantes buscan ejercer sobre los países en desarrollo, se generó toda una estructura regulatoria para que la movilidad del trabajo mantuviera una connotación ilegal.

La ilegalidad surgió entonces como la ausencia de reconocimiento a la movilidad del trabajo a través de las fronteras, para generar temor y control sobre las naciones que exportan fuerza de trabajo, pese a que las naciones dominantes tienen la necesidad de esa mano de obra, que no solo son hard workers, también son estudiantes, emprendedores, innovadores, científicos, académicos, profesionistas, intelectuales, entre muchos otros.

Actualmente, Estados Unidos es la nación que cuenta con un mayor número de migrantes. De acuerdo con la ONU, esta economía alberga a 46.6 millones de personas de manera legal o ilegal; es decir, el 19.1% de la migración total del mundo. También es la nación que ocupa el primer lugar como país de origen de las remesas, con el 22.4% del total de estas transferencias.

Otras naciones, como el Reino Unido, Alemania y los países árabes, completan la lista de las economías de origen de estos flujos monetarios, los cuales se esparcen por doquier.

Por otra parte, de acuerdo con las últimas cifras del Banco Mundial¸ los países asiáticos son las principales economías receptoras de remesas a nivel mundial: la India, China y Filipinas ocupan el pódium en este rubro, con el 28% del total.

Mientras tanto, México es el país que ocupa el cuarto lugar del mundo en lo relacionado con la captación de estos flujos monetarios, con cerca del 4.4% del total mundial. Por ejemplo, tan solo en 2016, el país registró ingresos, por este concepto, de nada menos que 29,970 millones de dólares, dato que representó la segunda fuente de ingresos más importantes para el país.

En América Latina, México es, obviamente, la economía que más recursos por remesas recibe anualmente. Muy atrás se encuentran naciones –sobre todo las de  Centroamérica, como Guatemala, República Dominicana, El Salvador y Honduras– que anualmente reciben una cifra apenas cercana a los 5,000 millones de dólares.

En el caso de la relación de México con Estados Unidos, el concepto de remesas se ha “criminalizado” y la construcción de un muro fronterizo busca frenar este importante flujo monetario, que representa más el grado de desarrollo e interconexión que ha alcanzado la región.

Como en toda situación de crisis, la fortaleza del lazo familiar se intensifica, se robustece ante momentos de incertidumbre, y en ese sentido responden las remesas, sin duda.

En Consultores Internacionales estimamos que, para este año, los ingresos por remesas que obtendría México podrán rebasar por primera vez la frontera de los 30,000 millones de dólares, pese a la construcción del muro fronterizo y las amenazas de deportaciones por parte de la actual administración en Estados Unidos.

El temor difundido por las naciones protagonistas y la incertidumbre generada por el proteccionismo en el nuevo orden mundial no podrán parar el envío de remesas o el cruce fronterizo, pese a la construcción de muros, al endurecimiento de políticas migratorias o a la aplicación de impuestos a las transferencias. La movilidad humana es la base del crecimiento económico, político y social.

autor Consultor y presidente del Consejo de Administración de Coraza Corporación Azteca.
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